Antojos

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Omegaverse.

Bill se removió incómodo en la cama, sin poder conciliar el sueño

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Bill se removió incómodo en la cama, sin poder conciliar el sueño. Observó de reojo a su esposo dormir a su lado, y luego el reloj digital al costado, era de madrugada.

Comenzaba a sentir hambre, no, él no, su cría, si, su cría tenía
hambre. — ¿Por qué ahora? No ves que tu papi duerme. — Susurró mirando al techo, mientras se tocaba su estómago un poco abultado.

Tenía veinte semanas (cuatro meses casi) con aquella vida en su interior, cuando se enteró de su existencia, lo primero que hizo fue contarle a su pareja, un poco preocupado de que negará hacerse cargo, que equivocado estaba, se estuvo regañando casi todo el día por aquellos malos pensamientos hacia su alfa.

Fue una sorpresa para Bill el hecho de que Tom le haya pedido matrimonio justo el mismo día que confesó estar esperando un bebé. Sin duda la alegría de ambos era irremplazable.

— Tom...— Llamó en un susurró, picando el hombro del mencionado.

— ¿Quién? — Murmuró sin abrir los ojos, buscando al otro cuerpo para abrazarlo.

— Despierta. — Tocó su hombro un poco más rápido.

Tom abrió los ojos con lentitud, mirando a su esposo, se acercó a este, abrazándolo
protectoramente. — ¿Qué pasa? — Susurró, acariciando con suavidad el cabello largo.

— Tiene hambre. — Indicó, tocando su barriga.

— ¿Qué desea mi bebé? — Bajó su mano a la pancita abultada de su novio.

— Puré de manzana con mayonesa, lo necesita Tom, rápido. — Lloriqueo.

— Ya voy, espérame tantito. — Se sobó los ojos un poco, y salió de la cama, sintiendo frío de inmediato. Se puso sus pantuflas de oso, saliendo de la habitación.

No podía decir no, debía cumplir con todos los caprichos de sus amores, bajó las escaleras esperando a que haya sobrado un poco de puré de la mañana, si no tendría que salir a comprar, y lo que menos quería era salir a las frías calles.

Bill sonrió mientras se tapaba más con las sábanas. — Tienes un buen papá, claro, si yo lo escogí. — Habló con orgullo mientras esperaba la llegada del mayor.

— ¿Qué dices? No puedes hacernos esto, Tom ya bajo por lo que pediste. — Relamió sus labios pensando en su nuevo antojo. — ¡Tom! — Gritó, esperando a que el mayor le contestará.

La puerta fue abierta de golpe, por un alfa preocupado, en sus manos traía un plato hondo con un bote de mayonesa, se acercó al menor con rapidez.

— ¿Qué pasó? ¿Te sientes mal? — Dejó la comida en la mesita de noche, sentándose en la cama para agarrar al menor entre sus brazos.

— No, pero... Quiero...— Susurró evitando la mirada del alfa.

— ¿Qué cosa? Dime, yo te lo traigo, amor. — Se relajó al percatarse que solo era un nuevo antojo de su omega.

— ¿Hay mermelada? Es que quiero tostadas con mermelada y mantequilla, pero que tenga leche condensada encima, para combinar con lo que me trajiste. — Explicó con las mejillas rojas.

— ¿Es tu antojo o del bebé? — Preguntó divertido al ver que se refería a sí mismo.

— De ambos. — Se cruzó de brazos, pero luego miró al contrario. — ¿Si puedes? — Volvió a tomar la palabra.

— Por supuesto, vaya comiendo lo que te traje. — Besó la frente de su omega, ayudándolo a sentarse en la cama, pasándole el puré de manzana y el bote de mayonesa.  — No hagas pasar hambre a mi
cachorro, come. — Lo miró con una sonrisa cariñosa.

— Eso nunca. — Agarró la cucharita, agregando mayonesa en ella para remover en el plato.

Tom miró aquello con una sonrisa y bajo nuevamente a buscar el nuevo antojo de su novio, lo que le había pedido hace un momento no era tan raro comparado con otros.

Busco las tostadas, agregando tres a un plato, busco la mantequilla, mermelada y leche condensada, comenzado a preparar el platillo nocturno, otra vez.

Subió las escaleras, procurando no hacer caer lo que traía en sus manos. Al entrar a la habitación, vio a Bill terminarse el puré. — Ten, ¿Algo más?

El pelinegro negó rápidamente. — No, gracias. — Agarró el plato que le daba Tom, mirándolo con amor. — Esto es lo más rico que probé. — Gimió de gusto, luego de morder la tostada, deleitándose con ella.

El trenzado sonrió, algo cansado, agarró el plato acabado para bajar a lavarlo, tomó también el bote de mayonesa para guardalo. — Espera. — Se detuvo, volteando para ver a Bill.

— Ten, lleva este plato también. — Le extendió el objeto, mientras agarraba las dos tostadas con su otra mano. Tom lo agarró, bajando así a poner todo en el lavadero, iba a lavarlo mañana, ahora necesitaba dormir.

Subió las escaleras, cerrando los ojos hasta llegar a la habitación. Al entrar, vió a Bill levantándose. — ¿A dónde vas? — Se acercó, agarrándolo por los hombros para sentarlo nuevamente.

— Iré a lavarme, estoy todo
pegajoso. — Mostró sus manos.

— Te acompaño. — Agarro a Bill por los hombros y cintura para levantarlo.

Bill solo se quedó callado, no iba a negarse si el otro quería. — No voy a demorar. — Entró al baño, abriendo el grifo para enjuagar sus manos y  boca.

Esperó afuera, recargando su cabeza en la pared mientras cerraba los
ojos. — Tom, ¿Estás dormido? — Abrió rápidamente sus ojos, mirando a Bill a su lado. — No, solo pensaba. — Agarró la mano del pelinegro, dirigiéndose a la habitación.

— Está bien, ya puedes dormir. — Se recargó en el brazo del alfa, sujetando de ella.

— Descansa. — Pidió el alfa, mientras se acostaban en la cama, se acercó abrazándolo mientras le daba un beso en los labios.

El omega acepto el beso, poniendo una mano en el pecho y la otra en el hombro de Tom. — Te amo, duerme. — Susurró el trenzado, cerrando los ojos al acurrucarse en el menor.

— También te amo y
mucho. — Declaró el pelinegro, acariciando suavemente con sus dedos la espalda del mayor.

Bill se percató de lo rápido que se durmió el mayor, torciendo la
boca.— Ves hijo mío, tu padre está muy cansado, y nosotros pidiéndole comida, mañana iremos a la cocina por nuestra cuenta. — Murmuró tocándose la barriga.

— Eso nada. — Susurró el mayor, asustando a Bill.

— ¿Estás dormido? — Preguntó viendo los ojos cerrados del alfa.

— Puede. — Aprisionó más el cuerpo del menor, sin dañarlo.

— Tom, solo duerme.— Besó la mejilla del mayor, cerrando también los ojos.

Ambos durmieron abrazados, sintiendo el calor del otro.

Corto pero tierno

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Corto pero tierno. (?)

30 Días (Toll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora