Extra⁹

908 65 19
                                    


Enamorado


Los revoloteos en su estómago no cesaban, y su sonrisa crecía casi al borde de las lágrimas. Su primer amor de la adolescencia, al que nunca dejó de amar, estaba a unos pasos de ser su esposo.

El día era cálido, una hermosa fecha que había sido decidida con anticipación. La música nupcial empezaba a sonar y las sonrisas en ambos novios eran resplandecientes. Tom veía cómo Bill se aproximaba, tan bello como la primera vez que lo vio, ambos lucían trajes de color blanco, representación de lo puro que era su amor.

Si veían el pasado, podrían recordar todo lo que pasaron hasta ahora, el cómo Bill leía cada carta tratando de evitar que su corazón se acelerara, donde Tom, luego de ver por primera vez a Bill, se enamoró y comenzaba a escribir dichas cartas, su primera cita, los besos robados de parte del menor a su maestro, su noviazgo formal, la graduación de Tom y la celebración junto a Bill en una fiesta, hasta la primera pelea, todo aquello junto a los pequeños momentos era apreciado por ambos chicos.

Bill jamás pensó que su relación duraría tanto, llegó a imaginar que tal vez Tom se aburriría y lo dejaría, pero no fue así y era algo que agradecía porque su corazón no soportaría alejarse de Tom, no después de tanto.

Ambos se miraron a los ojos una vez estuvieron frente al otro. Mientras el juez que los casaría hablaba, ellos no dejaban de verse, tenían la mirada de amigos y alguno que otro familiar, y entre todos se encontraba Georg, figura que había presenciado con sus propios ojos todo lo que la pareja había vivido hasta aquel día.

— Ten, amigo. — Dijo Gustav, un amigo de Bill. Este alzó su mano mientras sostenía un pañuelo.
— Es normal que te pongas sentimental. — Le habló a Georg otra vez con una sonrisa leve.

— No estoy llorando. — Volteó ligeramente su rostro, para evitar que el contrario lo mirase.

— ¿Seguro? — Sonrió tratando de aguantar una risa.

Georg carraspeó su garganta y sonrió. — Tal vez un poquito, gracias. —Recibió el pañuelo, para limpiar sus mejillas húmedas.

— Cuando Bill me dijo que salía con su alumno, me asusté mucho, pero luego, al verlos comprendí todo. —Comentó Gustav luego de un rato.

— ¿Que Tom es un lanzado y no le teme a nada? — Dijo con burla al de lentes.

— También. — Rió suavemente para no causar un escándalo.

Ambos chicos miraron a los novios sin dejar de sonreír, se sentían felices por ellos. Luego de unos minutos, comenzarían a decir sus votos.

Primero fue Bill, a petición de él, al querer empezar primero.

Este respiró profundamente antes de poder comenzar, y una vez sintió que su corazón se calmaba un poco, habló:

— Mi querido Tom... — Susurró nervioso pero luego su voz se tornó fuerte. El mencionado sonrió impaciente, queriendo ya lanzarse a besarlo sin siquiera el otro haber terminado. Bill lo sintió y también se aguantó aquellas ganas para poder seguir adelante con sus votos.

— Hoy, en este momento tan especial, me encuentro aquí frente a ti para expresar el amor más profundo y sincero que tengo en mi corazón. —Dio una pausa y cerró los ojos con calma. Inhaló profundamente para seguir.

— Desde el primer momento en que recibí aquella carta tuya, supe que mi vida estaba a punto de cambiar para siempre. Tu forma de escribir me cautivó, pero fue tu esencia, tu ser, lo que me robó el aliento. — Dijo aquello ahora con los ojos abiertos, trató de no pestañear para no dejar de ver a Tom, quería que notara su sinceridad en sus ojos.

30 Días (Toll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora