Extra¹⁰

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Discoteca


Los llamarían enfermos si supieran la verdad. Mirarían con asco y otros simplemente aventarían comentarios hirientes u ofensivos a éstos. Pero a Tom ni a Bill les importaba.

Un "amor" que había florecido en su adolescencia, aunque las hormonas también hicieron algo de lo suyo. Tom miraba a Bill crecer, al igual que Bill a Tom. Observaban sus cambios al vivir juntos; sus estilos y facciones eran iguales pero distintas, y poco a poco, ese sentimiento se volvía diferente, ya no como uno de hermanos, sino más allá de ello...

Su físico era algo distinto en ambos. Bill no estaba tan interesado en realizar ejercicios matutinos o encajar tanto en un físico hecho por la sociedad; en cambio, Tom sí. Decía que: "a las chicas les encanta cuando están en forma", por lo que, aunque levantarse temprano para ejercitarse fuera agotador y tal vez él sea muy perezoso, lo hacía con ese pensamiento en mente. Aunque muy en el fondo, quería tal vez ser distinto a Bill, no deseaba que tuvieran un mismo físico, porque eso era un recuerdo duro de que eran gemelos. Y sí, en aquellos tiempos, Tom estaba pasando por un cambio; su excitación podría ser a cualquier hora del día, al estar en crecimiento y tener las hormonas alborotadas, y justo aquello era espantoso, porque se había percatado de algo terrible.

Ver a su hermano sin ropa o tomar una ducha juntos era algo que hacían cuando eran niños, pero al estar ya grandes se volvía poco común.

Hubo una vez que Tom entró sin tocar a la habitación de Bill para preguntarle si había tomado una camiseta suya, pero terminó encontrándose con una escena un tanto vergonzosa para él.

Cuando se percató, cerró la puerta con rapidez, sus mejillas estaban rojas y más abajo tenía un problema serio. Ese fue el primer momento en el que entendió que algo andaba mal en él, y también que su hermano pertenecía a ese bando, aunque ya lo había sospechado.

Estaba confundido; a él no le atraían los chicos, nunca, pero ver aquello lo hizo dudar. Bill no era como otros chicos, en sí no parecía uno...

¡Pero si era su hermano menor!

Recuerda con claridad como había tenido sueños húmedos con solo esa imágen y ya no podía negar que algo andaba mal dentro de él. Verle la cara a Bill al día siguiente habia sido un completo desafío... Y es que, ver a su hermano menor (por diez minutos) boca abajo en el colchón, con el pecho y rostro entre las sábanas, y las piernas abiertas siendo penetrado por si mismo sin descanso por un juguete sexual, era algo... ¿Traumático? Aunque en su caso, exitante.

Aún si solo lo vió menos de diez segundos, o tal vez solo un poquito más, fue suficiente para que notará todos los detalles. Había escuchado sus gemidos suaves pero ansiosos, también notó que ambas piernas temblaban mientras un líquido espeso resbalaba sobre su piel, y aunque le costara admitir, sabía que si le hubiera visto el rostro, habría mandado todo al carajo y sin importarle las consecuencias, hubiera entrado para ayudarlo "adecuadamente"

Mientras Tom luchaba con sus pensamientos raros, por otro lado, Bill estaba enfrentando un problema casi similar: sus pensamientos se volvían confusos mientras crecía, especialmente en cuanto a su orientación sexual. Aunque negaba frente a las cámaras y afirmaba que era completamente heterosexual, algo dentro de él sabía que no era del todo cierto. Esta negación lo atormentaba y lo hacía delirar, pero no era su mayor preocupación. También estaba Tom, su amado gemelo.

Sentía que ya no estaba completamente seguro si conocía del todo a su hermano. Este había cambiado, y Bill se daba cuenta de que Tom se estaba alejando más de él y pasaba más tiempo con féminas, algo que lo disgustaba. Al principio pensó que eran celos, el ver a Tom poder estar con todas las chicas que deseara, pero luego, poco a poco, comprendió, a regañadientes, que sentía celos de todas esas chicas.

30 Días (Toll)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora