¿Por qué estas aquí?

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"Quiero que sea papá quien venga conmigo", dijo Mikaela mientras jugaba con el tomate sobrante en su plato.

"¿Qué?"

Su madre se sorprendió al escucharlo.

"¿Por qué?", preguntó confundida. "Y deja de jugar con la comida."

Mikaela frunció los labios y pinchó el tomate con su tenedor y se lo llevó a la boca.

Luego de masticar y tragar, habló.

"Paz mental."

"¿Ir con tu madre te genera estrés?"

"...Y un poco de miedo, la verdad."

Su padre soltó una risita e intervino.

"Bueno, solo será un rato, de todas formas puedes esperar en el auto mientras retiró la boleta de Mikaela."

Mikaela, quien ya había recuperado algo de color después de invernar en su habitación todo el fin de semana, asintió.

Su madre los miró con escepticismo antes de suspirar.

Luego del desayuno, se pusieron de pié y caminaron hasta la entrada.

Mikaela miró a Andrea, quien estaba sentada en el sofá escribiendo algo en su portátil.

Mikaela sintió que su pecho se apretaba.

Ella lo había estado ignorando y siendo distante con él, con esto pudo especular que Andrea ya había recuperado la memoria.

Mikaela no sabía que pasaba por la mente de su hermana, pero estaba bien.

"Es mi culpa, después de todo."

"Ella debe odiarme..."

***

"Generalmente es un buen muchacho, es atento, no es revoltoso, presenta sus tareas a tiempo y participa cuando se le pide hacerlo."

"Si pudiera decir algo malo de él, es que parece que se va a quedar dormido en cualquier momento."

"No tengo quejas respecto a su desempeño en este ciclo, aunque me preocupa que en su última examen se haya caído tanto..." El profesor tutor suspiró y miró a Mikaela. "Dime, Mikaela, ibas bien, entonces ¿que paso con tu último examen?"

El padre de Mikaela lo miró y esperó una respuesta.

Mikaela bajó la mirada y vio a sus manos.

"Yo... supongo que me confíe y no estudié lo suficiente."

Agachó más la cabeza, tratando de hacerse pequeño.

"De verdad lo siento, no volverá a ocurrir."

Una nueva capa de vergüenza se alojó en su ya revuelta mente.

"Esta bien, es normal. No hace falta que te encojas."

Luego de hacer firmar unas hojas al padre de Mikaela, el profesor los despidió a ambos.

El padre de Mikaela miró la boleta de notas de su hijo, estudiando cada casilla con calma mientras caminaban juntos hacia la salida.

"Bueno", dijo, rompiendo el silencio. "No te alteres tanto, querido. Te fue bien y pasaste el ciclo, tu profesor también sabe que eres un buen chico y te ayudó para no perjudicarte."

Su padre rodeó el cuello de Mikaela con un brazo y lo atrajo hacía él mientras caminaban.

Mikaela asintió ligeramente.

"Bueno, que no te preocupe tu mamá, yo hablaré con ella."

Suspiró ligeramente, su pobre hijo tenía cara de muerto desde antes que entraran a la oficina del profesor, incluso antes le había pedido que sea su padre quien lo acompañe.

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