Cuidado con tu flor

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"¿Iremos a algún lugar hoy, o cada quien para su casa?", preguntó Francis luego de tomar sus cosas y unirse a Mikaela y Jean, quienes esperaban afuera del salón.

Mikaela se encogió de hombros y miró a Jean.

"Quiero ir a casa y comenzar a estudiar", dijo, negando con la cabeza.

Francis suspiró con fuerza y rodó los ojos.

"¿Desde ya?", preguntó exasperado.

"Claro, si no luego me dará flojera."

El grupo de chicos caminó por los pasillos de la escuela y se dirigió a la salida.

Mikaela los siguió en silencio, simplemente asintiendo o negando con la cabeza de vez en cuando.

Francis y Jean, ya acostumbrados al comportamiento mayormente silencioso de su amigo, siguieron caminando junto a él.

"Hasta el lunes", se despidió Jean antes de detener un taxi afuera de la escuela.

"Igualmente", respondió Mikaela.

"Sí sí, hasta el lunes", respondió Francis.

Jean fue seguido por Francis, quien igualmente detuvo un taxi y se fue poco después.

Cuando Mikaela estaba por llamar un taxi también, sintió un ligero tirón de su brazo.

Él se giró y miró a la persona en cuestión.

Su expresión se arrugó ligeramente.

"¿En que puedo ayudarte, Sénior?"

Mikaela arregló su expresión y preguntó con tono educado.

El Sénior en cuestión era aquella chica que había visto esta mañana.

Con el cabello castaño claro suelto en suaves ondas que caían sobre su espalda, ojos marrones y un ligero maquillaje que acentuaba su ya natural belleza, pero que a su vez la hacía ver mayor de lo que era, Mikaela entendió porque ella era tan popular entre los hombres.

"Usted no habló con nadie sobre lo que vio antes, ¿cierto?", preguntó con una suave sonrisa.

"No, por supuesto que no lo hice.", aseguró Mikaela mientras se retrocedía un paso, tratando de mantener cierta distancia.

Pero sea por lo que sea, la Sénior cortó la poca distancia entre ellos y envolvió sus brazos alrededor del de Mikaela.

"¿Es eso así?", su sonrisa nunca abandonó sus suaves y carnosos labios.

"...Sí", volvió a responder Mikaela con creciente incomodidad en él.

"Ya veo." Su sonrisa solo se agrandó.

Mikaela se empezó a poner más incómodo a medida que ella apretaba su agarre alrededor de su brazo y presionaba sus senos contra su brazo.

"Me gustan los chicos que saben mantener los labios cerrados."

"...¿Disculpe?" Mikaela escondió su incomodidad detrás de una máscara de indiferencia que amenazaba con romperse.

"Sí, los chicos lindos y callados como usted me gustan mucho."

Ay...

La incomodidad de Mikaela lentamente se convirtió en miedo.

¿Por que se sentiría asustado?

Amelia solía tomar su brazo de la misma manera, pero nunca se sintió incómodo como ahora.

¿Era el repentino avance de la situación?

No había forma, Mikaela no sintió incomodidad o temor alguno cuando Diana lo invitó a pasar la noche con ella.

¿Entonces por que se sentía de esta forma?

Mikaela no tenía idea, solo sabía que así se sentía.

"Ya veo..." dijo finalmente. "En todo caso, ¿puede soltarme ya?"

"¿Por qué?" Aquella sonrisa se volvió ligeramente divertida y algo burlona. "¿Te estoy incomodando?"

"...La verdad es que sí", dijo Mikaela, dando lo mejor de si mismo para mantener su máscara.

Una suave y linda risita salió de sus labios mientras presionaba más sus senos contra el brazo de Mikaela.

"Realmente eres una lindura."

Mikaela sin saber como responder a eso, permaneció en silencio.

"Guapo, callado y tímido." Ella rió suavemente. "Dios, ¿cómo puedes ser tan apetecible?"

"¿Ya puedes soltarme?", volvió a preguntar Mikaela.

"Claro, claro."

Ella mantuvo su sonrisa en todo momento, incluso cuando finalmente soltó el brazo de Mikaela.

"Dime una cosa."

"...¿Qué es?"

"Usted es virgen, ¿no?"

"...¿Disculpe?"

"Cielo, aunque te quedaste con cara de pez muerto, pude notar tu timidez."

"..."

Mikaela no sabía como responder a eso.

"Como agradecimiento por no abrir esos lindos labios tuyos, ¿qué te parece si te ayudo a cambiar eso?"

La máscara de indiferencia de Mikaela se fue al diablo y su boca se abrió ligeramente.

"...No, yo estoy bien así."

"¿Seguro?"

"Muy seguro."

"Hmmm." Ella se llevó el dedo índice a los labios e inclinó ligeramente la cabeza. "¿Tanto quieres conservar tu flor?"

"...¿Flor?"

Ante el desconcierto de Mikaela sobre la supuesta 'flor', ella rió.

"No, no es nada, cielo." Ella negó con la cabeza con una sonrisa. "Pero si insistes en mantenerla, no insistiré más."

Ella colocó sus manos detras de su espalda y retrocedió un paso.

"Pero si en algún momento quieres quitar sus pétalos, con gusto te clavaré el diente."

Ella giró sobre sus talones sin perder su sonrisa y se alejó de Mikaela.

Mikaela estaba muy confundido.

¿Flor? ¿Quitar sus pétalos?

¿Qué flor?

Él no tenía idea.

Solo entendió que ella le ofreció acostarse con él, ¿pero que tenían que ver las flores?

Mikaela sacudió su incomodidad y llamó un taxi.

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