"Cuando vuelvas, hablemos correctamente."
Las palabras de Andrea seguían dando vueltas en la cabeza de Mikaela.
Aunque el paisaje afuera de la ventana ya había cambiado varias veces, Mikaela no pudo prestar atención a su exterior.
"Mierda"
El constante zumbido de las ruedas contra los rieles apenas fue suficiente para ahogar los pensamientos que pasaban por su mente.
Cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, trató de olvidar, de pensar en otra cosa, pero...
"Cuando vuelvas, hablemos correctamente."
Esas simples y malditas palabras hicieron que la mente de Mikaela se vuelva un caos. Incluso los recuerdos de esa noche comenzaron a florer nuevamente, repitiéndose en su cabeza.
La sensación de su piel contra la de ella, los suaves gemidos en su oído, el olor de su cabello.
"Mierda..." gimió en voz baja, la frustración y la culpa carcomían sus entrañas.
Su estómago se apretó y sintió el amargo sabor de la bilis subiendo por su garganta.
"Cuando vuelva..." Mikaela repitió en voz baja.
Ya no quería volver a ningún lugar.
Su mente trabajó en una excusa para quedarse viviendo con su abuelo, pero simplemente no la encontró.
"Mierda..."
A medida que el tren avanzaba, la ansiedad de Mikaela no hizo más que aumentar.
Miró por la ventana, los edificios de la ciudad ya habian quedado atras hace mucho tiempo, dando lugar a colinas, pero apenas y sintió el paso del tiempo.
Sus pensamientos continuaron girando en espiral, repitiendo cada momento de esa noche con insoportable detalle.
Si antes solo fue un recuerdo borroso, ahora era insoportableme claro.
Comenzó a desear que algo cambiara, cualquier cosa que lo distrajera del tormento en su mente.
"Tal vez el tren podría descarrilarse..." dijo para sí mismo, atrayendo la mirada nerviosa de los pasajeros que ya lo habían estado escuchando hablar solo. "Tal vez así me libre de esta mierda..."
Quienes estaban a su alrededor y alcanzaron a oír su sombrío murmullo lo miraron con extrañeza y algo de pánico, pero Mikaela tenía demasiado en su mente para preocuparse de las reacciones de extraños.
Los recuerdos de esa noche lo atormentaban, pero ahora estaban mezclados con pensamientos más oscuros.
Se maldijo por haber sido tan débil, por haber cedido a la tentación.
La culpa, la vergüenza, el miedo y la ira lucharon por ganar espacio en su mente.
"Disculpe..."
Una suave y nerviosa voz femenina llamó a Mikaela desde el costado.
Mikaela sintió la necesidad de fruncir el ceño ante el sentimiento de déjà vu.
Giró la mirada para ver a la dueña de la voz.
La mujer frente a él lo miraba de manera extraña.
"Ah..."
La última vez su mente estaba en caos, Diana se le había acercado con la misma expresión y terminó pasando la noche con ella.
Algo así no volvería a pasar... ¿o si?
"Disculpe..." La mujer habló con un tono dudoso. "¿Puede bajar la voz?"
"...¿Ah?"
"Sus murmullos han estado incomodando a los demas pasajeros", dijo con una sonrisa nerviosa.
A sus ojos y a los demás pasajeros, Mikaela parecía un loco extraño.
Mirándola bien, la mujer frente a él tenía el cabello bien recogido y el uniforme del personal del tren.
"¿En que estoy pensando?"
Incluso la idea de volver a repetir lo de Diana le resultó ridículo y tonto.
Y solo ahora se dio cuenta de que había estado hablado sólo y de las miradas extrañas que le lanzaban los demás pasajeros.
"...Claro", respondió a la ligera mientras volvía a mirar hacia la ventana.
Su tono fue más desdeñoso de lo que pretendía, pero no estaba de humor para corregirse.
La frente de la mujer se arrugó y su ceja tembló ante la respuesta de Mikaela.
Parecía que quería decir algo más, pero se tragó sus palabras y le dirigió una mirada de desaprobación antes de alejarse.
Mikaela se hundió en su asiento, sintiéndose repentinamente mas humillado y avergonzado de lo que ya estaba. Respiró hondo y trató de concentrarse en la vista desde la ventana.
El cielo era de un azul profundo e interminable, con jirones de nubes blancas que pasaban perezosamente.
Generalmente, lo encontraría hermoso y relajante. Pero hoy, ahora, eso no hizo nada para aliviar su mente y corazón.
Sus pensamientos continuaron dando vueltas, regresando a esa noche una y otra vez. Intentó distraerse, contando las nubes, concentrándose en el sonido del motor, cualquier cosa que le distrajera.
Pero no importa lo que hiciera, simplemente no podía librarse de su propia mente.
Cerró los ojos y respiró profundamente por varios minutos, tratando de calmarse.
"...¿Estará drogado?"
"¿A esa edad? Imposible..."
"...Pero míralo, cerró los ojos y no deja de respirar como loco..."
"¿Deberiamos llamar a la encargada...?"
"Mierda..."
Mikaela sintió que sus mejillas se calentaban al escuchar los murmullos sin disimular.
"¿Mi respiración es muy pesada?"
Para evitar más malentendidos extraños, Mikaela comenzó a respirar de manera más calmada y menos profunda.
Pronto, su mente quedó tranquila, aún podía escuchar algunos murmullos extraños, pero fueron ahogados por el sonido de las ruedas sobre los rieles.
Se sintió muy tranquilo.
Luego de unos minutos más, finalmente abrió los ojos y miró por la ventana.
A diferencia de antes, ahora pudo apreciar la belleza y tranquilidad que desprendía el calmado cielo azul.
Su atención de se fijó en los árboles que pasaban rápidamente junto a la ventana, en las colinas del fondo, todo era tan verde, tan claro, tan hermoso... "Como los ojos de Grande Soeur...", pensó con una sonrisa.
"...Mierda."
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Tabú
Любовные романыLa noche cae y una mujer despechada y ebria encuentra consuelo físico y emocional en su hermano menor.