(No tan)Agradable Partida.

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"¿Llevas ropa abrigada?"

"...Sí."

"¿Cepillo de dientes? ¿Ropa interior? ¿Cargador?"

"...Sí, mamá."

"No hables con extraños."

"Sí..."

"¿Recuerdas la ruta que debes seguir?"

"Sí..."

"Maldito pueblo rural, ¿por qué hay que tomar tantos trenes y autobuses para llegar?", maldijo Aline.

"Si olvidas la ruta, pregúntale a alguien."

"...¿No dijiste que no hable con extraños?", preguntó Mikaela.

"Esta es una excepción."

Aline observó a su hijo de pies a cabeza antes de asentir para su interior.

Realmente no lo que quería dejar ir.

"Solo será hasta domingo", le recordó Matteo a su esposa.

"Aun así, es mucho tiempo", dijo Aline mientras sujetaba a Mikaela por los hombros.

"Recuerda, Mikaela, llámame en cuánto llegues."

"Sí..."

"Acuestate temprano."

"Sí..."

"Lávate los dientes antes de dormir y después de despertar."

"Que sí..."

"Y también..."

"Ah, mira, ya es hora", las palabras de Aline fueron interrumpidas por Matteo.

Aline le dio una mirada molesta antes de volverse hacia Mikaela.

"Dame un abrazo."

Mikaela respondió abrazando torpemente a su madre.

Ante el torpe e incómodo abrazo de su hijo, Aline se molestó y le habló al oído.

"...Te mantuve en mi vientre por 9 meses," dijo con voz escalofriante. "Pasé mas de 5 horas dándote a luz, te alimente y soporté que mordieras mis senos cuando lactabas... ¿y esto obtengo?"

"¿...Q-Qué...?"

"Abraza bien a tu madre."

Mikaela asintió con fuerza y abrazó correctamente a su madre.

Aline sonrió encantada y apretó sus brazos alrededor de su hijo durante varios segundos antes de soltarlo.

Matteo, aunque no escuchó lo que Aline le dijo a Mikaela, pudo hacerse una idea.

Contuvo una risa y abrazó a Mikaela, aprovechando la cercanía y que su esposa no estaba prestando atención, deslizó algo dentro del abrigo de Mikaela.

"...¿Y eso?"

Mikaela, confundido, trató de ver lo que era, pero su padre lo detuvo y le dio una sonrisa traviesa.

"Míralo luego de que te vayas."

Mikaela inclinó la cabeza con confusión, pero no insistió.

"¡Andrea!" Matteo llamó a su hija. "Ven a despedirte de tu hermano."

"¿Eh? Ah... sí."

Andrea miró como su padre se alejaba de ambos e iba a hablar de algo con Aline.

"¡Esperaremos en al auto!" Gritó Aline, asegurándose que de Andrea la escuche.

Andrea los observó antes de acercarse a Mikaela.

Aunque ambos trataron de disimularlo, la incomodidad entre ellos era clara.

"¿Qué hago?", se preguntó Andrea. "¿Debo abrazarlo también?"

Sus padres lo habían hecho, pero Andrea no se sentía segura de hacerlo... y Mikaela no era distinto.

Dentro de sus mentes, ambos se sentían cumplables y asumían toda la culpa, asumiendo que la otra parte los odiaba.

Finalmente, con la mirada baja evitando mirar el rostro de Mikaela, Andrea se acercó.

Luciendo aparentemente bien por fuera, sonrió con torpeza.

"...Que llegues bien."

"Que mierda acabó de decir..."

Mikaela miró a Andrea, cabizbaja y nerviosa.

Se odió cada vez más.

"Seguro..."

Incluso dirigirle la palabra era difícil.

Andrea no podía soportarlo más.

Era insoportable.

Aunque no quería pensar más en eso, que Mikaela se fuera por unos días le trajo algo de alivio.

Con tiempo finalmente sola en casa, podría pensar correctamente en como tratar, si es que fuera de alguna manera posible, de arreglar su relación con su hermano.

"Entoces..." Mikaela apretó su agarre en su mochila y retrocedió.

"Mikaela."

[El tren a ■■■■ partira pronto.]

Las voces de Andrea y del interlocutor se sobrepusieron.

Mikaela, a unos pasos de la entrada, se congeló.

Andrea se tragó el revoltijo de emociones dentro de ella y se acercó a él.

Mikaela retrocedió inconscientemente.

Andrea cerró la distancia entre ellos y puso una mano sobre su pecho.

Esa acción tan simple volvió loco a Mikaela.

"Cuando..." Andrea rodó sobre sus palabras, pero se obligó a calmarse.

"Cuando vuelvas, hablemos correctamente."

"¿Qué?"

Mikaela se agitó por dentro.

Aunque ya lo suponía, ahora era terriblemente claro que Andrea lo recordaba.

"Gra.."

Trató de hablar, pero sus palabras fueron cortadas cuando Andrea lo empujó al interior del tren.

"...¡Oye!"

Sus palabras no pudieron alcanzarla, las puertas se cerraron frente a él.

Tabú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora