Mikaela se sentía pesado y bastante agotado a pesar de haber dormido toda la noche. Miró el techo durante varios minutos, acariciando suavemente las cicatrices de su brazo izquierdo
Las cicatrices ubicadas en su muñeca y parte trasera de su antebrazo ya habían curado totalmente hace años, volviéndose casi tan blancas como el resto de su piel, haciéndolas pasar prácticamente desapercibidas a menos que alguien preste bastante atención.
"Hah..."
Mikaela suspiró y volvió a cerrar los ojos mientras sentía la superficie plana, ligeramente elevada y un poco suave de las cicatrices.
Ese recuerdo había estado tan enterrado que incluso ignoró activamente las cicatrices en su cuerpo durante años, como si de plano no existieran.
Aburrido de las cicatrices de su brazo, su mano apartó el cabello de su rostro antes de tocar la pequeña cicatriz en su frente, era igual a las otras, plana pero un poco suave al tacto.
Mikaela permaneció así por varios minutos antes de que la imagen de ese onírico ser invernal volviera a su mente.
Esa chica... ¿chico?, parecía tener la misma edad de Mikaela, siendo un poco más alto que él.
Un ángel... pensó Mikaela con vergüenza.
Anoche cuando esas palabras salieron inconscientemente de su boca fue recibido por una mirada extraña.
Aunque no lo expreso con palabras, la forma en la que sus ojos se habían crispado hicieron sentir a Mikaela como si fuera un tonto.
Aunque en su defensa, si cualquiera fuera salvado de las gelidas fauses del agua por una hermosa y resplandeciente persona como ella, sería lo normal pensar que un ángel descendió para salvarlo.
Como si no tuvieran nada mejor que hacer... pensó con ironía.
Afortunadamente no se resfrío por su chapuzón nocturno, por lo que luego de varios minutos más salió de la cama.
Su teléfono parecía a salvo... todavía le faltaba secar, pero estaría bien, probablemente, era a prueba de agua después de todo, pero Mikaela no estaba seguro que tan buena sería esta resistencia al agua.
Lamentándose por todas las partidas de juegos sin subir a una nube en ese teléfono, Mikaela salió de la habitación y se dirigió al baño.
Mientras cepillaba sus dientes, Mikaela pensó que haría por el día. Sin teléfono y con su abuelo y tío ocupados con aquello a lo habían salido ayer, Mikaela no tenía mucho por hacer.
Ellos solo habían llegado a casa horas después de Mikaela, su abuelo que siempre lucía una expresión cálida parecía ligeramente molesto, mientras que Albert seguía siendo Albert.
Mirándose por última vez en el espejo del lavabo, Mikaela se echó un poco más de agua en la cara y se peinó el cabello hacia atrás antes de salir.
Al llegar a la sala, vio a su abuelo sentado en el sofá individual mientras hacía algo en su teléfono.
Al notar su llegada, Gérard le dirigió una mirada escudriñadora que hizo temblar a Mikaela.
Una emoción extraña cruzó los ojos grises de Gérard al ver la cicatriz en su frente, aunque apenas y se notaba, para Gérard era como una gota de tinta en un estanque cristalino.
"Buenos días..." dijo Mikaela torpemente.
"Buenos días."
Gérard mantuvo su mirada por un rato mientras preguntaba: "¿Saliste ayer?"
Mikaela se tensó un poco.
"¿Sí..?"
"Ya veo", Gérard descartó el asunto y apartó su mirada de Mikaela. "Ese peinado te queda bien."
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Tabú
RomanceLa noche cae y una mujer despechada y ebria encuentra consuelo físico y emocional en su hermano menor.