¿Pépé?

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"Ja..." De la boca de Andrea fue un gran suspiro.

Se reclinó en su silla tanto como pudo, luego inclinó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos con fuerza como para liberar la tensión.

"Me estoy volviendo loca..." murmuró para sí misma mientras abría los ojos nuevamente.

La pila de periódicos viejos y libros sobre el escritorio la hizo fruncir las cejas. Los artículos que había estado leyendo flotaban en su mente como un mar de incongruencias que no terminaba de entender.

"Maldito sea el loco que inventó las Normas APA..." murmuró molesta.

Ya estaba harta de citar y le dolían los ojos.

Andrea se levantó de su silla y se lanzó a su cama.

"¿Cómo estará ese chico?"

Ya había escuchado de su madre que Mikaela había llegado al pueblo de su abuelo.

"Puaj..."

Andrea sintió que le volvía a dar vueltas la cabeza mientras pensaba en Mikaela.

Todo era problemas.

Aunque no quería pensar en Mikaela ni en lo que habían hecho, ella fue y le dijo que hablaran correctamente cuando volviera.

"¿Por qué tuve que decir eso...?" Andrea se lamentó mentalmente.

Todo fue en un repentino impulso de valentía, pero luego de unos minutos de larga consideración, se arrepintió y se asustó.

"Pépé..."

Mientras su mente vagaba sin rumbo, se acordó de su abuelo, con quien su hermano estaba ahora.

No pudo evitar sentirse algo extraña.

Aunque Andrea quería a su abuelo y siempre los había consentido durante su niñez, ella le tenía un poco de miedo.

Si bien se mostró como un abuelo atento y cariñoso, solo fue así con ella y Mikaela, y aunque no era completamente indiferente con sus otros nietos, con ellos dos era especialmente dulce, algo que consternaba a Andrea.

Y ya sea que Mikaela no fuera consiente de esto o de plano no le importara, sus tías y primos siempre fueron celosos con el trato preferencial.

Hasta el punto de...

La cosa es que Andrea podía entender el motivo de su madre al mantenerlos alejados de ese lado de su familias.

"¿Estara bien...?"  no pudo evitar preguntarse mientras sus párpados se ponían pesados.

***

Varios niños jugaban junto al molino de una casa de aspecto rústico.

Entre ellos, varios niños jugaban con aviones de madera y corrían de un lado mientras se perseguían.

Entre ellos se destacaban dos de ellos, una niña y un niño.

El niño parecía ser una copia mas pequeña de la niña.

Los rasgos faciales, su cabello, sus ojos, todo en ellos era similar, si no fuera por la diferencia de edad fácilmente podrían ser confundidos con gemelos.

"¡Ann!"

El niño rubio se acercó a su hermana y la jaló del brazo.

"¡Mika! No me jales con tanta fuerza..." La niña dio un grito de falsa protesta y se limitó a seguir a su hermano.

Mika llevó a su hermana hasta dónde estaba su abuelo sentado viendo a sus nietos jugando.

"¡Mira!" dijo con las mejillas ligeramente rojas.

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