Capítulo 1

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ISABELLA

Es un día normal en el instituto, donde me esfuerzo cada vez un poco más en ser mejor estudiante, mejorando mis calificaciones al cien por cien. En mis manos tengo uno de esos pasteles que me encanta hacer, esta vez de fresa, recién hecho para Samantha, Julián y para mí.

A la hora del almuerzo coloco el pastel en la mesa.

—Maldición, ya se me está haciendo agua la boca —dice Julián soltando una suave risa a la vez que traga saliva.

Sonrío y lo saco de la cajita, es pequeño ya que es solo para nosotros y no era necesario hacer uno grande. Corto dos pedazos para ellos, se llevan un bocado a la boca y ansiosa espero por saber qué piensan.

—Es como un orgasmo. —Samantha me mira saboreando el pastel como si fuera lo mejor que ha probado en su vida—. Es lo mejor que he probado en mi vida.

—Lo mismo digo -concuerda Julián llevándose otro pedazo a la boca—. Está delicioso, Bella, de verdad tienes arte en las manos.

Me alegro de que les haya gustado —sonrío también sirviendo una porción para mí llevándome un pedacito a la boca. La textura esponjosa y el sabor fresco de fresas inundan mi paladar. Realmente está riquísimo.

Diviso cómo Lucas, el mejor amigo de Julián y al que menos soporto, se sienta a mi lado ya que es el único espacio vacío. Mi sonrisa se desvanece, me remuevo en mi asiento incómoda, bajo la mirada mientras sigo comiendo de mi pastel.

—¿Quieres un poco de pastel, Lucas? —Le pregunta Julián—. Queda bastante y está delicioso.

Lucas mira el pastel y luego sus ojos se dirigen hacia los míos helándome por completo. Sus ojos azules son como dos cubos de hielo que y helan apenas te miran su mirada es demasiado fría, es imposible no sentirse intimidado cuando esos ojos topan los tuyos.

Trago saliva sin despegar mis ojos de los suyos, porque, por más que me intimide, no le dejaré saber que realmente lo hace, como hace con todo el mundo.

Lucas aprieta la mandíbula mientras niega con la cabeza lentamente.

—No, gracias. —Y deja de mirarme. Sé por qué se niega, él sabe perfectamente que ese pastel lo he hecho yo y aunque le pagasen no sé lo comería. De eso estoy segura.

Aunque no debería, eso me hace sentir mal.
Quizás él sea el único sincero y realmente mis pasteles son espantosos, y quizás hasta yo misma me miento al decir que son buenos. Me cruzo de brazos bajando la mirada.

Me doy cuenta de cómo Grace se acerca a Lucas y le estampa un beso, a mi lado, a pocos centímetros de mí, eso me hace sentir aún más incómoda, así que me alejo
un poco.

Grace se sienta en las piernas de Lucas secretándose mutuamente, ella suelta risas ridículas y sonoras mientras que Lucas se mantiene como siempre, frío y distante, como si todo él fuera hecho de hielo, de algo difícil de romper y no físicamente.

Mis ojos se dirigen hacia Samantha quien también parece no disfrutar la presencia de Grace. Es bastante molesta, cada vez que Grace formula una palabra mi mejor amiga rueda los ojos y todo el buen humor que siempre la rodea se esfuma como humo. Y también es que Julián detesta un poco a Grace. Ni siquiera sé cómo el mismo Lucas la aguanta.

Cuando Grace se va no sin antes darle un beso a su novio, podemos respirar con tranquilidad, aunque yo no tanto. Todavía tengo al tatuado a mi lado.

—¿Qué? —pronuncia la voz grave y fría de Lucas mirando a Samantha y a Julián.

—Nadie aquí soporta a tu novia, amigo. — dice Julián intentando ser respetuoso.

Eso parece no gustarle a Lucas, apoya sus codos mirando a su mejor amigo de toda la vida con clara rabia, aprieta la mandíbula soltando una respiración fuerte.

—Pues tendrás que soportarla, Julián, es mi novia. Así como tengo que soportar a Isabella...

Entreabro los labios mirándolo, él tiene los ojos puestos en Julián, no me ve los ojos, no ve lo que me ha molestado aquello. Odio tener que sentirme como un estorbo.

—Lucas... —murmura mi mejor amiga intentando defenderme pero la detengo.

—No pasa nada, Sam —digo con una sonrisa a medias—. Es algo que comparto.

Me levanto de mi asiento agarrando lo que queda de mi pastel, alejándome de él lo más que pueda, de su aura, de su mal humor constante, de su odio hacia mí, de sus ganas de desaparecerme del mundo. Tiro mi pastel al basurero sin pensarlo ni un momento.

Me dirijo hacia el baño de chicas, intentando distraerme con algo. Me retoco el poco maquillaje que me he puesto sin intentar ser demasiado exagerada.

Escucho cómo la puerta se abre, entra Samantha colocándose a mi lado, me pasa una mano por mi hombro y me mira a través del espejo y conozco esa mirada, se llama: lástima.

—Siento mucho lo que ha dicho Lucas...

—No pasa nada, Sam. Yo tampoco lo soporto.

Termino de arreglar mi pelo que no es ni tan largo ni corto, está a medida media y me gusta así. Miro a Sam que aún tiene esa mirada de rabia mezclada con impotencia.

—Ey, no tienes porque preocuparte por mí...

—Odio que te trate así, Bella —musita con los brazos cruzados.

Sin poder contenerme sonrío y la abrazo, es mi mejor compañía y siempre voy a agradecerle al universo por ponerla en mi camino, es más que mi mejor amiga, es mi hermana.

—Nos vemos después.

Salgo del baño dirigiéndome a clases ya que ha terminado el almuerzo, hace ya cinco minutos, así que voy cinco minutos tarde a mi clase, algo que odio. Cuando entro al salón me disculpo con la maestra pero ella me deja entrar, rara vez no me dejan entrar o me regañan ya que mi excelencia académica supera cualquier tardanza, sin aclarar que pocas veces llego tarde a una clase.

Pero nada puede ser excelente, el único asiento vacío es al lado del idiota de Lucas, quien me mira con los brazos cruzados sin ningún ápice de interés. No voy a salirme de clases por esto, y mucho menos sentarme en el suelo, así que resignada me siento a su lado evitando lo más que pueda su presencia.

—Pensé que la niña perfecta no cometía errores. ¿Llegando tarde a clases? —musita Lucas con la voz ronca sin mirarme, aún con los brazos cruzados—. ¿Estabas llorando por lo que había dicho?

Suspiro, sacando mi libreta y empezando a anotar algunas cosas.

—¿Crees que tus palabras me afectan? —Agradezco que mi voz suene tan tranquila.

Lucas suelta una risa ronca que no está para nada relacionada con el humor. Cosa que me hierve la sangre...

—Por algo llegaste tarde, ¿no?

—Tu ego está tan por los aires que piensas que todo lo que digas me podría afectar —suelto una risa muy parecida a la que él había soltado.

—Por favor, Isabella, no tienes que fingir tanto.

—Lo único que me afecta ahora mismo es tu presencia.

Lucas bufa recostándose a su asiento.

—Joder, no puedo esperar a salir de aquí y dejar de soportarte más tiempo.

—Lo mismo digo.

El timbre suena, indicando el final de la clase y de esta tortura. Ambos nos levantamos evitándonos la mirada. Cuando nos dirigimos hacia la puerta accidentalmente nuestros brazos se rozan, provocándome una electricidad por todo el cuerpo. Lucas se detiene mientras yo salgo a toda velocidad del aula.

¿Qué demonios fue eso?

Petals Of Hate (Petals #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora