Capítulo 18

489 23 0
                                    

ISABELLA

Después de clases, espero a Lucas fuera del instituto al lado de su coche. Aunque no lo he visto en todo el día, en ningún momento me lo he cruzado, algo que me parece demasiado extraño.

Finalmente, lo veo acercarse a mí. Pero mientras más cerca está, puedo ver lo demacrado que está. Tiene unas ojeras terribles, los labios rojizos y secos, el pelo más despeinado, la camisa un poco desabrochada y la mirada apagada. ¿Qué demonios le ha pasado? ¿Lo ha atropellado un camión pero es inmortal y no pudo matarlo pero sí dejarlo así?

No digo nada cuando él sube al asiento del piloto, tampoco sin decir nada. Subo después de él al asiento del copiloto, poniéndome el cinturón de seguridad. Lucas pone en marcha el coche sin decir nada. Debo admitir que me siento bastante extraña. Jamás he ido a la casa de Lucas. El único que ha podido ir es Julián y algunas veces Grace, según lo que él mismo dice. Creo que su casa es una especie de guarida secreta o algo que nadie debe conocer, y me pareció bastante extraño que me haya invitado a su casa para ensayar cuando podíamos hacerlo perfectamente en mi casa de nuevo.

Finalmente, llegamos a su casa. No puedo evitar contener el aliento cuando veo la mansión por primera vez. Es imponente, como un castillo moderno. Cada rincón, cada detalle, es majestuoso. El jardín delantero es enorme, lleno de vida con casi diez coches estacionados ordenadamente, cada uno reluciente bajo el sol. La entrada principal es una obra de arte arquitectónica, con columnas altas y una puerta doble de madera maciza.

Lucas aparca el coche y bajamos. Mis ojos recorren cada detalle de la fachada, capturando la majestuosidad de la mansión. Me siento como si estuviera en otro mundo, lejos de la realidad cotidiana.

Nos adentramos en la mansión y mis sentidos se ven abrumados por la opulencia y el lujo que la rodean. Las trabajadoras nos reciben con atención preguntando si necesitamos algo y él le respondemos que no su voz escuchándose más ronca de lo normal y sin ánimo, para acto seguido la trabajadora retirarse a sus respectivos deberes. El vestíbulo es espacioso —muy espacioso— y está decorado con obras de arte impresionantes, muebles elegantes y alfombras que cubren el suelo de mármol pulido. Las paredes están adornadas con cuadros y lámparas de cristal que iluminan el lugar con un brillo cálido pero algunas lámparas iluminan el lugar con un brillo frío a la vez.

Lucas me guía hacia las escaleras, por los pasillos, y cada habitación que atravieso es una obra. Las salas de estar son acogedoras pero lujosas, con chimeneas de mármol y cómodos sofás tapizados en seda. La biblioteca es un paraíso para los amantes de los libros, con estanterías llenas de volúmenes antiguos y modernos.

Al llegar a un salón amplio y luminoso, me quedo impresionada por su diseño. Es amplio, con techos altos y una acústica perfecta. Lucas cierra la puerta y coloca el seguro.

—Tu casa es realmente increíble, Lucas —murmuro sin poder contener mi asombro mientras recorro la habitación con la mirada.

Lucas me mira un momento sin levantar la cabeza del todo.

—Gracias —musita sin más.

Sacamos nuestros papeles donde están plasmados nuestros diálogos. Sabemos que mañana es el día de la presentación frente a todos, por lo que debemos dar lo mejor de nosotros a pesar de la fricción y la animosidad que nos separa.

Sacamos nuestros papeles donde están plasmados nuestros diálogos y comenzamos a recorrer las líneas. Aunque la atmósfera es tensa, nos esforzamos por mantener la profesionalidad y la intensidad requerida para la escena.

A medida que avanzamos en las escenas, la tensión aumenta. Cada palabra se vuelve más afilada, cada gesto más cargado de significado no dicho. Es como si estuviéramos actuando en dos mundos diferentes, tratando de encontrar el equilibrio entre el odio que nos consume y la actuación que nos une momentáneamente.

Petals Of Hate (Petals #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora