Capítulo 2

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ISABELLA

Cae la noche y me encuentro en mi habitación terminando unos deberes que tengo que entregar para mañana. A pesar del estrés, sigo adelante.

Escucho ruidos fuera de mi habitación, indicando que mi padre había llegado del trabajo. Salgo con una sonrisa, pero me detuve al escuchar una voz femenina. Frunzo el ceño al escucharlos hablar.

—¿Estás seguro de que a tu hija no le molestará verme aquí? —pregunta la mujer.

—Seguramente está dormida, puedes estar tranquila.

Mi corazón late rápido mientras me acercaba al salón, escucho un choque de vidrios que indica que están tomando vino o algo parecido. Cuando los vi en el sofá, sentados y mirándose fijamente mientras toman un trago del líquido oscuro rojo, me quedé en shock.

Mi padre voltea, mirándome ahí parada con mi pijama puesto y con mil preguntas en mi cabeza. Felipe se levanta de golpe y se acerca a mí.

—Cariño, ¿qué haces despierta? —Mi padre no llega a tocarme porque doy un paso hacia atrás. La mujer se levanta, mirando la escena.

—¿Quién es ella, papá? —pregunto con la voz entrecortada.

—Ella es Jessica, una amiga... —Busco en su mirada algo que me indicara que está hablando en serio, pero no lo vi. Se cuando mi padre me mentía, y lo está haciendo ahora mismo—. Bella...

Mis ojos arden, miro a la mujer sintiendo ganas de echarla de casa y decirle que no volviera nunca más a pisar mi casa, pero no lo hice. La primera lágrima sale cuando me voy prácticamente corriendo hacia mi habitación, me encierro tirándome en mi cama, hundiéndome en mis lágrimas, en mi llanto silencioso y en el dolor tan inmenso que siento en el pecho.

       ♡~•~♡︎

Decido escapar del caos cotidiano por al menos unas pequeñas y cortas horas. Me dirijo sola a un parque de atracciones abandonado. Mientras exploro los rincones desgastados y las atracciones olvidadas, me encuentro con un antiguo carrusel que aún funciona, a duras penas.

Decido subirme, disfrutando de un momento de tranquilidad en medio del bullicio de mi vida. La música tenue del carrusel y las luces parpadeantes crean un ambiente mágico mientras me permite sumergirme en la simplicidad y la belleza de ese momento, proporcionando una pausa reflexiva y esencial en mi momento a solas.

El sonido de mi celular interrumpe mi momento de tranquilidad, lo saco de mi bolso y veo el nombre de Samantha. Descuelgo llevándome el celular a la oreja.

—¡Bella! —Me saluda con el mismo entusiasmo de siempre—. Quiero invitarte a cenar, ¿crees que puedas?

—¡Claro, Sam! ¿Dónde?

—En FoodMagic. Estoy con Julián y Lucas está por llegar...

Todo iba bien, hasta que mencionaron a ese sujeto.

—Joder, Sam... ¿Lucas, en serio?

—Sabes que siempre está presente entre nosotros... Si no quieres venir...

—No. Claro que iré.

Cuelgo, bajo del carrusel decidida a ir a ese restaurante. Me subo a mi bicicleta dirigiéndome al sitio que no está muy lejos.

Cuando llego, veo el coche de lujo de Lucas, indicando que ya ha llegado. Dejo mi bicicleta fuera y entro al bullicioso restaurante de comida rápida, buscándolos con la mirada. Los veo en una mesa para cuatro y me acerco con paso acelerado.

—¿Llego tarde? —Sonrío grandemente mientras me siento al lado de Samantha.

—Para nada, llegas justo a tiempo para ordenar —dice Julián al lado de Lucas.

—Perfecto —digo mientras le doy un vistazo al menú—. ¡Deberían probar las papas fritas de este lugar! Son como pequeños pedacitos de cielo frito. ¡Y la salsa que las acompaña es exquisita!

Lucas, sin un ápice de dulzura, me interrumpe bruscamente.

—Joder, Isabella. ¿Necesitas hablar tanto sobre papas fritas?

—Oh, Lucas —sonrío demostrándole que no me ha molestado nada—. No tenía idea de que las papas fritas sea un tema delicado para ti...

Samantha suelta una risa y chocamos las cinco. Lucas me mira con tanta rabia que si los ojos pudieran estrangular, los suyos ya me habrían matado.

—Eres insufrible... —musita sacando su celular de su chaqueta negra y deja de prestarnos atención ahora dándole toda su atención a su móvil.

Después de ordenar, nuestra comida llega después de aproximadamente media hora. El olor es un placer para mis fosas nasales y no puedo esperar para devorar mi plato.

—¡Esto está riquísimo! —exclama Samantha, dándome la razón en cuanto a las papas fritas.

—¿Ves? Realmente todo aquí es delicioso... —digo con entusiasmo.

—Lo confirmo, todo está delicioso —dice Julián dándole un mordisco a su hamburguesa.

Veo a Lucas comer en silencio, sin prestar atención a lo que hablamos o hacemos. Me encanta distraer mi mente con ellos, me hacen olvidar muchas cosas y aumentan la alegría que siempre me rodea.

Luego de terminar de comer, me llega un mensaje a mi celular. Lo saco mirando de quién se trata.

Felipe (papá): Cariño, necesitamos hablar, ¿puedes llegar a casa?

Suelto un suspiro disimulado y miles de escenas aparecen en mi cabeza. ¿Querrá hablar de su "amiga"? Lo más seguro es que sí, él sabe perfectamente que esa noticia no me agradó en absoluto, al contrario, la odié y me hizo sentir demasiado triste.

Yo: Llegaré en quince minutos.

Parece que ha estado pendiente al celular porque me responde enseguida.

Felipe (papá): Te espero.

Guardo mi celular alzando la mirada. Lucas ya no está en su asiento, pero Samantha y Julián están besándose frente a mí. Carraspeo y ellos se separan al instante.

—Lo siento, Bella. ¿Pasa algo? —pregunta Julián, limpiándose el labial rosa de Samantha de sus labios.

—Sí, no, bueno. Es que mi padre me escribió para ir a casa... —digo casi susurrando con la mente en otro lado.

Ellos asienten lentamente, notando que estoy actuando un poco extraño pero no preguntan, y lo agradezco.

—Lucas ha salido a coger una llamada, seguramente lo encuentres afuera. —Samantha me avisa.

—Nos vemos mañana en el instituto. Los quiero —digo, dándoles un cálido abrazo.

Salgo del restaurante, pero mi corazón se detiene al no ver mi bicicleta. ¿Dónde está mi maldita bicicleta? Miro a la izquierda y no hay ningún indicio, cuando miro a la derecha, veo a Lucas. No precisamente con mi bicicleta, otro chico frente a él la tiene y parece que no ha visto algo agradable en Lucas. Me acerco un poco más.

—Te doy tres malditos segundos para que sueltes la maldita bicicleta —musita Lucas pausadamente con la voz ronca.

El chico no suelta mi bicicleta y estoy a punto de intervenir, pero Lucas se acerca agresivamente hacia él, mirándolo desde arriba.

—¿No me has escuchado, idiota? —pregunta Lucas con la voz dura y fría—. Suelta la puta bicicleta, no te lo vuelvo a repetir.

El chico, temblando, suelta mi bicicleta de golpe y se va corriendo muy lejos de Lucas.

Lucas se da la vuelta con mi bicicleta y me ve ahí, parada, mirándolo sin creer en lo absoluto que ha hecho un mínimo sacrificio por recuperar mi bicicleta. Lucas no busca mi mirada, coloca mi bicicleta en mis pies y pasa por mi lado sin decir nada.

—Lucas. —Lo llamo, volteándome y él hace lo mismo.

—Graci...

—Agradéceme con tu silencio, Isabella.

Y sin más que agregar, vuelve al restaurante.

Petals Of Hate (Petals #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora