Capítulo 8

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LUCAS

La situación se está saliendo de control rápidamente. Mientras observo a Isabella, visiblemente ebria, coqueteando con un extraño en la pista de baile. No puedo soportar verla en ese estado, siendo objeto del interés no deseado de otro chico.

Sin dudarlo, me acerco a ellos y aparto bruscamente al chico de Isabella, mis puños apretados a mi lado mientras lucho por contener mi ira.

El chico parece sorprendido por mi intervención, pero antes de que pudiera decir algo, agarro a Isabella del brazo y la arrastro lejos de la multitud, ignorando por completo las miradas de sorpresa y los murmullos a nuestro alrededor de algunas pocas personas.

Mientras la llevo hacia el baño de chicas, sin importarme el hecho de que estoy entrando al baño de chicas, siento una mezcla de frustración y asco. No puedo creer que Isabella se hubiera dejado llevar hasta ese punto, arruinando mi noche y la suya en el proceso. Al entrar en el baño, la ayudo a entrar en uno de los cubículos mientras ella se inclina sobre el inodoro, vomitando descontroladamente.

Con el ceño fruncido, sostengo su suave pelo hacia atrás para evitar que se ensucie mientras el líquido ácido se desliza por su garganta. La situación es estresante y asquerosa, y me cuesta mantener la calma mientras lidio con las consecuencias de su imprudencia.

Una vez que termina, la llevo al lavamanos y le lavo la cara con agua fría, tratando de sacarla de su estado de embriaguez. Pero sus palabras incoherentes y su comportamiento errático solo aumentan mi frustración y resentimiento hacia ella.

Finalmente, decido sacarla de allí. Agarro su bolso y la ayudo a ponerse de pie, antes de llevarla hacia mi coche. La subo al asiento del copiloto, abrochándole el cinturón de seguridad y colocando su bolso en sus piernas.

Conduje lejos de la discoteca sin mirar atrás, sin preocuparme por lo que los demás pudieran pensar. Mi única preocupación en este momento es llevar a Isabella a un lugar seguro y alejarla de la situación que ha creado.

Mientras conduzco hacia su casa, la observo mientras poco a poco se queda dormida. Subo la calefacción un poco para mantenerla caliente, sintiendo una punzada de compasión mezclada con irritación por tener que lidiar con todo esto. Sin embargo, sé que no puedo dejarla sola en ese estado, así que sigo adelante, deseando que esta noche termine pronto.

Cuando aparco frente a su casa me pregunto que demonios haré ahora.

—Mierda.

La miro dormida en el asiento, mientras pienso que demonios haré con ella ahora. Salgo del coche, doy media vuelta hacia el asiento del copiloto, me cuelgo su bolso en mi hombro y la saco a ella con cuidado del coche cargándola en mis brazos. Luego, con algo de dificultad, saco las llaves de su casa de su bolso para después intentar buscar cuál de todas es la llave de la puerta principal, luego que acerto, la guardo en uno de mis bolsillos y entro con cuidado de no hacer algún ruido.

Cierro la puerta detrás de mi con suavidad para no despertarla. La casa está en silencio, seguramente Felipe ha de estar dormido, y me siento más que aliviado de que no estuviera despierto y me encontrara en esta situación con su hija en brazos, ebria y borracha.

Con pasos ligeros me dirijo hacia la habitación de Isabella, sosteniéndola con cuidado en mis brazos, no es muy difícil encontrar su habitación, ya que no es primera vez que entro a esta casa. Cuando entro a su habitación en total silencio, la deposito en su cama suavemente, asegurándome de que estuviera cómoda, me dispongo a quitarle los zapatos viendo sus pies pequeños y delicados. Mis ojos suben hacia sus piernas apreciando su piel blanca, limpia y suave.

Petals Of Hate (Petals #1)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora