017| 𝐯𝐚𝐜𝐚𝐭𝐢𝐨𝐧 𝐚𝐭 𝐭𝐡𝐞 𝐦𝐚𝐧𝐬𝐢𝐨𝐧

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Estábamos todos en un compartimiento, mientras discutíamos como pasaríamos la navidad.

Pansy quería pasar la Navidad en la mansión Emirs, así que le pedí a mi abuelo que le envié una carta a sus padres para que le dieran permiso.

Al final ellos aceptaron gustosos y enviaron unas cuantas cosas para un mejor alojamiento en la mansión.

Al final ellos aceptaron gustosos y enviaron unas cuantas cosas para un mejor alojamiento en la mansión

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Al llegar a la estación, nos bajamos. Me despedí de todos y luego junto con Pansy buscábamos a mi abuelo.

Mientras lo hacia, derrepente conecte miradas con mi el, estaba sonriendo como de costumbre, mientras que llevaba un traje elegante junto con su baston, el no pasaba desapercibido por la gente quien murmuraba y lo veía con admiración.

Sin importar quien estuviera viendo, corrí hacia el y me a balanceé a sus brazos en un abrazo.

Este no se molestó por mi acción, al contrario, lo correspondió gustoso.

Luego de que Pansy se incorpora a mi lado este dirigió su mirada a ella.

—Es un gusto volver a verte Pansy—Le dijo mientras ofrecía su mano, a lo cual ella la tomo y lo saludo de la misma manera.

—El justo es mío señor Emirs, y otra vez...Muchas gracias por dejar que me quedé en la mansión junto con ustedes esta navidad—Dijo con una sonrisa.

—Nada de eso, sabes que eres parte de la familia, ahora dejen que los elfos lleven su equipaje—Con esto nos fuimos.

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Al llegar a la mansión y dejar nuestras pertenencias en nuestras habitaciones, nos relajamos y cambiamos.

Mi abuelo se encontraba en su estudio, mientras que nosotras estábamos en la sala principal de la mansión, calentandonos con la chimenea.

—Habia olvidado como era pasar el rato aquí—Hablo Pansy con nostalgia.

—¿Recuerdas que siempre hacíamos travesuras y nos escondiamos en nuestros escondites que no eran escondites por qué todos los conocían?—Le dije mientras me reía al recordarlo.

—Los veranos en la piscina, los inviernos en tu habitación mientras hacíamos una casita con sábanas, las pijamadas con guerra de almohadas, las desveladas hablando de cualquier cosa...Extraño eso—Ella sonreía por cada cosa que recordaba y yo sonreía al saber que no lo había olvidado.

—Sabes que siempre podemos hacerlo, es solo que...el colegio y todo lo demás, pero alguna vez deberíamos darnos una escapada de las obligaciones y volver a nuestro lugar seguro ¿No lo crees Parkinson?—Le dije con una sonrisita.

—Desde luego, Grindelwald—Me respondió de la misma manera.

—Luego tenemos que ir de compras lo recuerdas, para los regalos de navidad y también para auto obsequiarnos a nosotras con unos cuantos lujos—Me dijo con una mirada juguetona.

—Es cierto, aún no se qué obsequiarles, pero con tu bueno justo y mi gran actitud lo lograremos, estoy segura—respondí con gracia.

Luego de esa pequeña plática llena de nostalgia y buenos recuerdos, tomamos chocolate caliente con la esperanza que nos devolviera el calor que perdimos por el frío invierno.

El amor prohibido de los Herederos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora