012| 𝐓𝐡𝐞 𝐕𝐚𝐥𝐮𝐞 𝐨𝐟 𝐅𝐞𝐞𝐥𝐢𝐧𝐠

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Tom Riddle Narrador

Cansancio y confusión eran las palabras indicadas para describir mi interior.

Últimamente me sentía demasiado extraño, una rara sensación de incomodidad y nerviosismo que jamás se habían presentado en mi.

Y lo más extraño era que solo ocurría por una persona, Ariana.

Su suave voz hacia que se me empezará a revolverme el estómago, sus ojos brillantes no hacían nada más que incomodarme y su actitud positiva y amable me hacía sentir tan extraño con mi propio cuerpo.

El aire frío se convertía inmediatamente en cálido apenas y tocaba su presencia.

Era tan jodidamente hartante, cuando jamás había pasado eso.

En algunos casos tome una poción, con la maldita esperanza de que estos síntomas desaparecieran.

Pero al carajo porque nisiquiera yo sabía que sentía,  y mucho menos, que me pasaba.

Por eso opté por una opción que parecía un poco más lógica para mí.

Alejarme completamente hasta que descubriera que pasaba conmigo.

Al principio fue extremadamente difícil y al final también.

Ella y yo teníamos una rutina. Desayunabamos junto con nuestros amigos, luego asistíamos a nuestras respectivas clases, algunas compartidas y otras no.

Después de una larga jornada, nos reuníamos en la sala común o en la biblioteca a leer, hacer deberes y contarnos nuestro día.

A veces las cosas cambiaban, pequeñas cosas diferentes, pero normalmente lo mismo.

Era relajante saber que había otra persona que apreciaba las mismas cosas, era agradable escucharla, a su suave y energética voz que hacía que el alrededor fuera acojedor.

Pero no, de un momento todo había cambiado, y no dejaría que esas emociones me hicieran débil ni mucho menos vulnerable.

Ese no era yo.

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Hace unos minutos la clase de defensa contra las artes oscuras había terminado.
Había sido algo absurda, pero efectiva por lo que no tenía ni una queja pero tampoco algún comentario.

Me dediqué a salir junto con Matheo, quien no paraba de quejarse del favoritismos hacia Gryffindor, pero para ser sincero era una de las cosas que menos me importaba en estos momentos.

—Vete al carajo Draco, a ti no te gusta nada—Escuche gritar a Grindelwald, quien luego de eso se dio media vuelta y se fue.

Al parecer no está de buen humor.

—¿Y ahora que le sucede?—Interrogo Draco quien se veía sorprendido por el cambio repentino de actitud de la castaña.

No dije ni una palabra, no iba a entrometerme.

Había notado algunas veces que de reojo ella me miraba, pero luego que la ignorará por días pareció un poco dolida al respecto.

Sabía que no era lo correcto, porque cada vez que ella intentaba hablar conmigo como lo hacía antes, yo a rechazaba inmediatamente dejándola con la palabra en la boca. Por lo que luego de unas semanas ella no se acercó más.

El amor prohibido de los Herederos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora