03| 𝐃𝐞𝐦𝐞𝐧𝐭𝐨𝐫

175 9 2
                                    

·* . •  ρℓαтαfσям 9 3/4

⎶⎶⎶⎶⎶Regulus Black Narrador⎶⎶⎶⎶

Me habia despedido hace unos minutos de mis padres. Junto con unos elfos, quienes llevaban mis maletas, me dirigía a la Mansión Emirs, en donde partiría a la estación junto con Ariana.

Subí al carruaje y al llegar a las puertas de la mansión, tranquilamente, baje y toque la puerta.

Las puertas no tardaron en abrirse torpemente por un elfo, el cual al verme, me hizo una especie de reverencia.

—Señor Black—Dijo el elfo, dándome paso y ayudando a los demás elfos a entrar mi equipaje.

—Hola Londy—Dije mientras examinaba algun rastro de la castaña.

—La Ama Grindelwald se encuentra en su habitación y el Amo Emirs no tarda en regresar—Dijo.

—Oh, entonces subiré, puedes irte, gracias—Dije mientras me aproximaba a las gradas.

Al subir y buscar la habitación de Ariana fue la primera que  ví. Era obvia la distinción, la puerta tenía unas muy bonitas estrellas pintadas y brillitos, típico de ella.

Al estar frente a la puerta, toque suavemente, esperando impaciente.

Pasaron unos segundos, nada...

Volví a tocar

Nada

Fruncí el seño por la falta de respuestas, así que decidí entrar.

Probablemente suene descortés, pero si se trata de ella, se que no lo es.

Al abrir en su totalidad la puerta, analice la habitación que estaba relativamente ordenada.

Habían unas pinturas, su closet abierto, ropa perfectamente doblada y sus maletas listas.

Ahhh si, también estaba ella en su cama profundamente dormida.

¿Que? No.

Me apresure a ella con cuidado, verificando como era la mejor manera de despertarla de la manera más sutil y sin asustarla.

En otra ocasión la hubiese cargado, sin embargo la necesitaba despierta, y más ahora que se nos hacía tarde.

—Ar—Le dije en un susurro.

—Ummmm—Hizo un pequeño ruidito que no entendí.

—Ari, tienes que levantarte, se nos hace tarde—Dije, ahora un poco más fuerte.

—ynommm—Otro balbuceo salió de su entre abierta boca.

—Ariana Kallista Grindelwald Emirs, levanté—Eleve mi voz, no en un grito, pero tampoco en un susurro.

Esta se levantó inmediatamente, con los ojos aún cerrados y peinando su cabello.

—¿Qué hora es?—Fue lo primero que pregunto.

—Aun tenemos tiempo, pero date prisa—Le dije mientras ayudaba a peinar su cabello.

—Me quedé dormida arreglando mis maletas, ya estoy lista—Dijo mientras se levantaba de la cama aún adormitada.

—Lavate la cara para que despiertes, mientras esperamos a tu abuelo para poder irnos—Le dije, mientras llevaba sus maletas afuera.

Esta asintio, mientras se dirigía al baño.

—¿Hace cuando llegaste?—La escuché gritar desde su lugar.

—Hace unos minutos—Le Respondi.

Cuando regresó, y me aseguré de que estuviera totalmente consciente bajamos a la sala.

El amor prohibido de los Herederos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora