07| 𝐁𝐮𝐜𝐤𝐛𝐞𝐚𝐤

168 10 0
                                    

Nos pusimos en camino hacia su

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Nos pusimos en camino hacia su

primera clase de Cuidado de Criaturas Mágicas.

Junto con Daphne, Astoria y Pansy descendíamos por el césped hacia la cabaña de Hagrid (El guardabosques) en el

límite del bosque prohibido.

Hagrid aguardaba a sus alumnos en la puerta de la cabaña. Estaba

impaciente por empezar, cubierto con su abrigo de piel de topo, y con Fang,

el perro jabalinero, a sus pies.

Pansy se apresuró a entrelazar nuestros brazos, para seguir al guardabosques que ahora era nuestro profesor.

—¡Vamos, denes prisa!—gritó a medida que se aproximaban algunos alumnos

-¡Hoy tengo algo especial para ustedes! ¡Una gran lección! ¿Ya está todo el mundo? ¡Bien, siganme!-Nos ordenó mientras obedecíamos.

Esta clase se compartía con Gryffindor, por lo que si o si tendría que ver a Harry, y realmente no estaba lista.

Durante unos segundos todos pensamos que nos guiaría a el bosque, sin embargo, el se mantuvo en el límite de los árboles y cinco minutos después nos encontramos con un prado donde increíblemente no había nada.

—¡Acerquense todos a la cerca!—gritó

—Asegúrese de que tengan buena visión. Lo primero que tienen que hacer es abrir los libros—Explico el gigante.

—¿De qué modo?—dijo la voz fría y arrastrada de Matheo.

—¿Qué?—dijo Hagrid.

—¿De qué modo abrimos los libros?—repitió Matheo mientras sacó su ejemplar

de El monstruoso libro de los monstruos, que había atado con una cuerda.

Otros lo imitaron. Habían atado el libro con un cinturón;

otros lo habían metido muy apretado en la mochila o lo habían sujetado con pinzas.

—¿Nadie ha sido capaz de abrir el libro? —preguntó Hagrid decepcionado.

La clase entera negó con la cabeza.

—Tienen que acariciarlo—dijo Hagrid, como si fuera lo más obvio del mundo

—Ahora resulta que somos expertos en abrir estas cosas—Espeto Draco, lo suficientemente alto para que Weasley volteara.

Este solo se limitó a mirarlo por unos minutos, mientras Theo y Matt se reían.

—Miren—El tomó el ejemplar de la sangre sucia y desprendió el celo mágico que lo

sujetaba. El libro intentó morderle, pero el le pasó por el lomo su enorme dedo índice, y el libro se estremeció, se abrió y quedó tranquilo en su mano.

El amor prohibido de los Herederos.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora