POV SAMANTA
—Tenemos un problema.
Levanté mi cabeza en cuánto Rocío llegó a mi mesa con un par de folios en su mano. Claro que, su cara de verdad vaticinaba problemas.
—¿Te acuerdas?
Me pasó la foto de un inspector de antivicio, el agente Valera. Hacía algunos meses nos había saltado un soplo sobre él y le habíamos puesto, con mucho sigilo, bajo vigilancia. Por lo visto se le había visto pasear al lado de un tipo que trabajaba para "El panda", uno de los mayores narcotraficantes que teníamos en el país, o al menos que supiéramos abiertamente que lo era. Después de aquel encuentro, no tuvimos ningún movimiento sospechoso más... Hasta esa misma mañana.
—Han llamado esta mañana del archivo de pruebas, al parecer han desaparecido todas las pruebas que teníamos contra la banda del panda —explicó provocando que me recostara en mi silla—. No hay registros, evidentemente; pero tenemos esto.
Abrió mi dirección de email, pues tenía un correo suyo. Eran unas imágenes de la puerta del archivo, a las cuatro de la mañana, justo cuando menos gente había, veíamos a un tipo con gorra y gafas salir de allí. Después, me enseñó otro vídeo a la entrada del edificio, cinco minutos después; el mismo hombre, salía y se montaba en un coche negro con las lunas tintadas.
—Ese coche está registrado por Josue Araujo, uno de los de la banda.
—¿Es Valera?
—Aparentemente no lo parece, pero tenemos imágenes suyas saliendo de su barrio una hora antes y lleva la misma gorra. Es un poco circunstancial, pero nos puede valer.
—Ya lo creo que nos vale. —Suspiré tapándome la cara ante el marrón que teníamos—. Voy a avisar al de arriba, a ver qué quiere que hagamos.
Aunque ya me lo olía.
Las cosas habían cambiado mucho desde que Jessica no estaba por allí. Antes, con ella, las cosas se hacían más rápido y con mucha más eficacia; en ese momento, o nos encargábamos nosotras, o todo se demoraba semanas. Por esa razón, le expliqué a mi superior lo que habíamos encontrado, le enseñé todo lo que Rocío me había enseñado a mí y me ofrecí para ir a hablar con el agente Valera, pese a lo que sabía que suponía. Era otro superior, por encima de mí y encima en otro departamento... No iba a ser nada fácil.
Y como ya había advertido, lo tendríamos que hacer nosotras. Lo único que le pedí a mi jefe fue que llamara al comisario de Valero para que organizara una reunión, les quería tener a los dos a la vez.
—Nosotras —dije a Rocío una vez que volví a nuestra planta—. ¿Te apuntas a hacerle una visita?
—Por supuesto.
Eso hicimos, cogimos nuestras cosas y sin tiempo que perder, nos dirigimos en mi coche hacia la comisaría del agente Valera, ubicada a unas casi dos horas de la central.
—¿Tienes pensado como lo vamos a abordar?
—No... —susurré atenta a la carretera—. Porque no va a ser fácil.
—He leído su historial... Es bastante bueno. Lleva en antivicio toda su vida, y nunca ha tenido aperturas de expediente.
—No me sorprende. Eso significa que lleva tanto tiempo, que sabe perfectamente cómo involucrarse con bandas.
—Quizás si hubiésemos mirado sus cuentas, hubiéramos encontrado algo.
—No nos iban a dejar. Además, algo me dice que si trafica, el dinero que pueda tener de la droga no la va a tener en una caja de ahorros del país.
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Miradas de inocencia.
General FictionJessica Jenkins tendrá que enfrentarse a los poderes del estado y a una decisión personal que podría cambiar su vida. Samanta no querrá que lo haga sola, pero, no quedará otro remedio cuando la seguridad de Martina, su propia hija, esté en peligro.