Pesadilla.

272 40 11
                                    

POV SAMANTA

Vi la foto de Jessica con Martina en la bañera en cuanto aparqué.

Lo que daría por estar ahí...

A cambio, estaba aparcada frente a la casa de mi madre; aquella llamada no hizo más que saltar todas mis alarmas. Quería que fuera a verla, supuse que conocería al novio misterioso de una vez por todas; lo que no me tranquilizó nada es que volvió a enfatizar en la idea de dejar a Jessica apartada de todo eso. Conocía a mi mujer e imaginé porqué mi madre me pedía eso, lo que sumaba mucho más a mi preocupación.

Bajé del coche notando el cansancio en mi cuerpo después de todo el día, había sido duro y si le sumaba que yo ya no estaba acostumbrada a correr ni perseguir, lo notaba el doble.

Llamé al telefonillo y en cuestión de un minuto, ya estaba frente a la puerta de su casa.

—Hija, gracias por venir.

—Hola, mamá —dije dándole dos besos.

—¿Dónde te has revolcado?

—He tenido una persecución —contesté mirándome la ropa, que estaba llena de tierra—. Por eso te había dicho que no era el mejor día.

—Lo sé, y lo siento, hija; pero no quería dejarlo estar más tiempo.

—Vale, vale...

—Está en el salón. —Mi madre suspiró agarrándome las manos, eso no ayudaba en nada a mi preocupación—. Te pido, por favor, que no te cierres a la primera de cambio, créeme que lo he pensado todo y voy a entender tu reacción, pero quiero que tengas la mente abierta, por favor.

—Vale. —Asentí realmente preocupada, es que no me iba a gustar—. Ni que fuera un terrorista, mamá.

Suspiró agachando la cabeza, tampoco ayudó nada.

Finalmente se hizo a un lado dejándome pasar. La miré una última vez, tomé aire yo misma preparándome para quién fuera la persona que estaba conociendo a mi madre y, notando un ligero nervio que no me gustaba, entré en el salón.

De pie, agarrándose las manos, con muchos menos años encima de la última vez que lo había visto. Con el pelo engominado hacia atrás, no tenía ninguna duda que se había dado un tinte para disimular las canas, y un bigote que contrarrestaba con lo bien afeitado que tenía el resto de la cara... Pero, aquella cicatriz en la ceja izquierda, esa que le había hecho siendo una adolescente.

—Hola, Sammy.

Me giré buscando a mi madre, necesitaba que aquello fuera una broma. Pero su cara, agachada, con pena y nerviosa, muy nerviosa; me hizo comprender que no, era muy en serio lo que estaba pasando. Entonces entendí por qué quería dejar a Jessica fuera de todo esto.

—Mamá... —dije intentando que me dijera que no era cierto, pero al no tener respuesta me acerqué a ella—. Mamá.

—Escúchale, por favor —susurró mirándome, a punto de llorar—. Solo hazlo.

—Mamá.

—Lo sé, cariño —dijo agarrándome otra vez las manos—. Solo te pido que le escuches.

—Pero...

Desde luego que aquello no estaba en todas las ideas que me podía haber hecho. Dejé de saber de mi padre años atrás, cuando le metimos entre rejas, cuando aquel caso... Cuando quiso matarnos a Jessica y a mí.

—Ha cambiado.

Lo que me faltaba por escuchar.

Me giré mirándole, seguía de pie, esperando, supuse que consciente de lo que significaba aquello. Volví a mi madre, asintiéndome con la cabeza y pidiéndome que, por favor, lo escuchara. Entonces, regresé a mi padre, inmóvil, aguardando que yo diera el primer paso.

Miradas de inocencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora