POV SAMANTA
—Sí, en el de ahora, papá —escuchaba a Jessica hablar—. Vale. —Asintió riéndose—. Ahora se lo digo. Venga, vale. Adiós, te quiero. ¡Dice mi padre que le grabes el telediario, que no le funciona bien a él!
Sonreí cuando cerraba la lavadora después de meter toda la ropa negra que había encontrado por la casa. Habíamos llegado hace un par de horas del funeral de mi padre; estábamos realmente cansadas, pero la que nos ganaba en eso, era Martina, pues había caído en los brazos de su madre rendida.
—Yo creo que por eso le caí tan bien a tu padre —respondí entrando en el salón, viendo a Jessica con Martina acurrucada en sus brazos—. Porque soy igual que él cuando se trata de ti.
Programé la televisión para que empezara a grabar el telediario de esa noche, no iba a ser una noticia cualquiera; todo el país estaba casi paralizado con lo que había ocurrido a las cinco y veintisiete de la tarde. No era para menos, Jessica había vuelto a poner todo patas arriba.
Terminé de poner la lavadora, cerré la puerta de la cocina y viendo que apenas quedaban unos minutos para el inicio del telediario, me senté a su lado, viendo a mi hija durmiendo plácidamente.
—¿No es mejor llevarla a la cama?
—Luego la llevo. Está muy a gusto como para moverla.
—La entiendo perfectamente —susurré viendo las notificaciones de mi móvil, a la par que sentía la mano libre de mi mujer colarse por mi camiseta—. ¿Hablaste al final con Ana?
—Sí. La haremos la semana que viene, nosotras libramos y Jaime seguro que se escapa.
—¿En su casa?
—Sí.
Entonces la miré. Imaginé que averiguó la pregunta que le iba a hacer porque su mano dejó de moverse por mi piel.
—¿Quieres?
—Está embarazada, no quiero dejarla sola después de todo lo que ella nos ayudó.
—Esa no es mi pregunta.
—Tarde o temprano volveré a hablar con Jaime normal, supongo... No puedo estar enfadada toda la vida con él.
—Las dos sabemos que sí. Y también sé que no le has perdonado del todo.
—Pero no quiero estar enfadada con él. —Se encogió de hombros tirando de mi cintura para que me acercara a ella—. Le pedí tiempo; es lo que necesito hasta que las cosas se asienten. Pero quiero ir porque creo que nos vendrá bien.
—Se te da mejor los matrimonios con mujeres que con hombres.
—Por algo estoy casada con una mujer —respondió sonriendo—. Lo de Jaime es solo laboral.
—Sí, pero te ve más que tu esposa.
—Me veía.
En eso llevaba razón. No podía quejarme... Con Jessica jamás, nunca, podría quejarme de nada.
El empresario Rodrigo Coll ha sido detenido esta misma tarde por la policía nacional. Estaría presuntamente imputado por delitos como prevaricación administrativa y urbanística, tráfico de influencias, cohecho o malversación, entre otros.
—Al menos siete delitos fiscales —añadió Jessica cuando pasaron el avance de otra noticia—. Y sin contar con el caso de los bebés...
—Mañana habrá especiales en todas las cadenas. ¿Vas a dar alguna entrevista?
—No, de eso se encargará la policía.
Arrancamos esta edición del telediario con una de las noticias más importantes de los últimos años. El empresario, Rodrigo Coll, conocido por todos por dirigir la empresa de telecomunicaciones más importante del país; ha sido detenido en su domicilio a las cinco y media de la tarde. Nuestra enviada especial, Alicia, está en el domicilio para contarnos las últimas noticias.
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Miradas de inocencia.
Ficção GeralJessica Jenkins tendrá que enfrentarse a los poderes del estado y a una decisión personal que podría cambiar su vida. Samanta no querrá que lo haga sola, pero, no quedará otro remedio cuando la seguridad de Martina, su propia hija, esté en peligro.