Investigación.

349 38 6
                                    

POV JESSICA

Miré a Memo en cuanto me hizo la pregunta.

—Es Samanta, Jessica, tu Samanta.

Suspiré hundiéndome en el sofá.

Estábamos los dos solos en todo el piso. Me había esperado a que fuera a hablar con ella; pero en cuanto me encontré esa escena en el sofá de mi propia casa, cambié de idea en un solo segundo.

Había dejado la bolsa con la ropa al lado de mi mesa. Solo me dejé caer en el sofá, mirando a un lado todo lo relacionado con los dos casos; Memo se sentó a mi lado, esperando, hasta que comencé a llorar contándole lo que había visto.

Y es que no lograba quitarme de la cabeza aquella imagen: la de Samanta dormida y a su lado, abrazándola y acariciándola, Rocío. Tampoco conseguía olvidar el hecho de que la hubiera preferido a ella antes que a mí para todo eso.

—No me ha contestado —contesté una vez que me recompuse—. Y no lo ha hecho porque seguiría pidiéndoselo a ella antes que a mí.

Eso era algo sabíamos todos, incluida la propia Samanta; ahí estaba el problema.

—¿Podemos trabajar? —pregunté—. Necesito tener la cabeza ocupada.

—Jan dejó algo apuntado —dijo mi subordinado levantándose—. Creo que no ha encontrado nada más allá de lo que ya teníamos.

—¿Los problemas de dinero?

—Sí —respondió dándome la carpeta donde estábamos llevando todo lo de mi suegro—. Debe casi veinte mil euros, es todo lo que te puedo decir.

—Vale, vamos a recapitular... Salió de la cárcel hace casi dos años, emprendió un par de negocios que le salieron mal, pidió dinero y ahora lo debe —dije mirando su foto—. Vale, Memo, vamos a ver con quién se relacionó en la cárcel, con quién hizo negocios y daremos con los tipos a quién debe el dinero. De dónde coño va a sacar la pasta es una muy buena pregunta.

—¿Quieres que llame a algún chico?

—Al que quiera venir a trabajar; pero a quién llames, déjales claro que es extraoficial, personal y que no quiero que sepa todo el mundo.

Aparecieron Jan, Beth y Aura. Adriana me escribió pidiéndome disculpas, hubiera querido ir, pero era el cumpleaños de su madre. Trajeron incluso algo de cena para todos... Para que luego me dijeran que mi equipo era una mierda. Llevaba muy pocos meses, pero era como si los hubiera criado yo, como si los hubiera puesto ahí y les estuviera enseñando a sobrevivir... Como si fueran hijos míos y hermanos de Martina.

Jan y Aura se encargaron de mirar qué fue de mi padre en cuánto salió de la cárcel. Beth comprobó los registros de la cárcel, junto con Memo, hicieron un par de llamadas para ver con quién se relacionaba; investigar, si era necesario, a esos tipos también. Quería saberlo todo y ya podía venir Samanta a pedirme que no lo hiciera que, de aquel piso, ninguno saldría si yo no tenía algo.

—Ten.

Aura me cedió un plato de plástico de lo que parecía comida china. Me encontraba sentada algo apartada del resto, pensando en Samanta, en aquella puta imagen de mierda que me perseguía a cada segundo... Quería tener la mente ocupada en trabajar, pero hasta que no empezaran a salir resultados, me hundía en un pozo al que no quería entrar.

—Te lo agradezco, Aura, pero tengo una dieta estricta.

—¿Y para la dieta es mejor tener el estómago vacío o comer algo aunque sea fuera de lo común?

Fue un argumento convincente, probablemente el mismo que usaría Samanta para decirme que tenía que comer y dormir... Como siempre me había ordenado cuando estaba en la central.

Miradas de inocencia.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora