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La tarde se arrastraba con exasperante lentitud, y yo sabía que organizar el roster para la segunda etapa del torneo del campeonato iba a llevar mucho tiempo. Cada pieza del rompecabezas parecía encajar con dificultad, y mi mente estaba trabajando horas extras para asegurarse de que todo estuviera en su lugar.

Decidí hacer una pausa y escapar un momento de mi escritorio. Necesitaba aire fresco y, sobre todo, un buen café para reavivar mis sentidos. Mientras caminaba hacia la cafetería cercana, dejé que mi mente divagara recordando la noche anterior, cuando Thaís llegó tarde a casa después de la presentación de su galería de arte. La espera había sido agotadora, pero no podía evitar sentirme preocupada. La maternidad me había vuelto sobreprotectora, incluso con mi hermana mayor.

Mientras endulzaba mi café con una cucharita, el repiqueteo de unos pasos resonó en la pequeña cafetería. Al girarme, mis ojos se encontraron con los de Aiden, quien me dedicó una pequeña sonrisa que hizo que mi corazón diera un vuelco.

-Hola, preciosa.-dijo con su característico tono juguetón.

-Hola.-respondí con una sonrisa, tratando de ocultar el leve rubor que subió a mis mejillas.

-¿Cómo va todo?-preguntó acercándose.

-No muy bien.-confesé con un suspiro.-El departamento está hecho un desastre. Los pasantes simplemente no están dando los resultados que necesito. Necesito gente de verdad.

-No te preocupes, ya terminé con el roster de F2 y puedo echarte una mano si lo necesitas.-ofreció generoso.

-Yo puedo hacerlo sola.-respondí con firmeza.

Él soltó una pequeña risita y se inclinó hacia mí.

-Lo sé, sé que puedes. Solo quería ofrecer mi ayuda.

Sus palabras me hicieron sentir un cálido cosquilleo de gratitud, pero me mantuve firme en mi decisión de hacer frente a los desafíos por mí misma.

-Cambiando de tema, ¿todavía estamos en pie para ver esa película juntos hoy?-inquirió interesado.

-Sí, estaré lista a las 8. Pasa por mí.-guiñé un ojo.

Aiden se acercó un poco más, tomando mi cintura con delicadeza, pero me aparté suavemente de su agarre.

-Nada de demostraciones públicas de afecto en el trabajo.-recordé con una sonrisa juguetona.

-Tienes razón, lo siento.-asintió en tono de disculpa.

-Te veo esta noche.-susurré en su oído.

Nos despedimos con una sonrisa cómplice y volví a mi escritorio con una extraña mezcla de emociones revoloteando en mi pecho. Aunque apreciaba la presencia de Aiden y su ofrecimiento de ayuda, sabía que tenía que enfrentar mis desafíos sola.

Al menos los laborales.

Aiden se había convertido en una parte vital de mi vida desde que me mudé a París. Cuando llegué aquí, todo era nuevo y abrumador, pero él estuvo ahí para ayudarme a adaptarme al trabajo en la FIA y a la vida en esta ciudad tan distinta a mi Italia natal.

Recuerdo la primera vez que lo vi interactuar con Evie. Su paciencia y cariño hacia mi hija me cautivaron de inmediato. Aiden y Evie se volvieron inseparables; jugaban juntos, se contaban secretos y compartían momentos de risas que llenaban nuestro pequeño apartamento con una alegría que hacía tiempo no experimentaba.

Poco a poco, sin darme cuenta del todo, Aiden fue abriendo las puertas de mi corazón. Comenzamos a pasar más tiempo juntos fuera del trabajo, explorando la ciudad, disfrutando de vacaciones improvisadas y compartiendo noches bajo las estrellas. No era una relación convencional, al menos no al principio. No estábamos etiquetados como novios, pero éramos algo más que amigos. Nos teníamos el uno al otro.

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora