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San Francisco nos recibió con su característico encanto. La ciudad natal de Aiden nos abrió sus brazos, y aunque habíamos llegado un par de días antes del Gran Premio de Austin, decidimos aprovechar el fin de semana para conocer los lugares que tanto significaban para él. A pesar de los años que llevábamos juntos, nunca habíamos encontrado el tiempo para visitar su ciudad de origen. Él había hecho varias visitas a Nápoles cuando íbamos a pasar tiempo con el nonno y Sandrine, y ahora era mi turno de adentrarme en su mundo.

Era octubre, y el clima era perfecto. El sol brillaba sin ser abrasador, y una brisa fresca soplaba suavemente, creando un ambiente ideal para nuestras aventuras. Nos encontrábamos en el muelle de Fisherman's Wharf, uno de los lugares más icónicos de la ciudad. El bullicio del puerto, los gritos de las gaviotas y el aroma de los mariscos frescos se entremezclaban en el aire, creando una atmósfera vibrante y llena de vida.

Evie corría emocionada de un lado a otro, fascinada por todo lo que veía. Sus risas resonaban en el aire, y no podía evitar sonreír al verla tan feliz. Aiden la observaba con una sonrisa en el rostro, claramente disfrutando de compartir su ciudad con nosotras.

-¡Mamá, mira esos camarones!-gritó Evie, señalando un tanque lleno en uno de los puestos.

-Son enormes, Evie. ¿Quieres que compremos uno para cenar?-respondí, riendo ante su entusiasmo.

-¡Sí, sí, sí!-exclamó mientras saltaba de emoción.

-Vamos a visitar el Acuario de la Bahía.-sugirió Aiden, tomando la mano de Evie y guiándonos hacia el acuario. El entusiasmo en su voz era contagioso, y no pude evitar sentirme emocionada también.

El acuario era una maravilla. Evie quedó fascinada por los túneles de cristal que nos permitían caminar rodeados de tiburones y mantarrayas. Aiden le explicaba cada detalle con paciencia, y yo me encontraba maravillada por su conocimiento y su amor por la ciudad. Verlo en su elemento, compartiendo su pasión con nosotras, me hacía sentir más cercana a él.

-Mira, Evie, ese es un tiburón martillo. ¿Ves su cabeza?-explicó Aiden, señalando al tiburón que nadaba cerca de nosotros.

-¡Guau, es increíble! ¿Es peligroso?-preguntó la pequeña con los ojos muy abiertos.

-No si lo respetas y no te acercas demasiado.-respondió sonriendo.-Los tiburones son más importantes para el océano de lo que pensamos.

-¿Y esas rayas? ¿Son peligrosas también?-pregunté, uniéndome a la curiosidad de Evie.

Aiden sonrió y me miró a los ojos, llenos de amor y paciencia.

-No, las mantarrayas son generalmente inofensivas. De hecho, muchas veces son más curiosas que peligrosas. Solo hay que ser respetuosos y no invadir su espacio.

-Vaya, creo que alguien sería un increíble biólogo marino.-guiñé un ojo.

-Era mi profesión soñada cuando tenía la edad de Evie.-musitó divertido.

Nos detuvimos en un área del acuario donde los niños podían tocar estrellas de mar y pequeños cangrejos. Evie metió la mano en el agua, riendo con cada nuevo descubrimiento.

-Mami, ¡toca esto! Es tan raro.-dijo sosteniendo una estrella de mar.

-Es una estrella de mar, cariño. Son criaturas fascinantes.-respondí, tocando la estrella junto a ella.

-Son tan suaves.-añadió Aiden, acercándose a nosotras.-¿Sabías que si pierden un brazo, pueden regenerarlo?

Nos movimos hacia una exhibición de medusas, donde las luces tenues y los movimientos fluidos de las medusas creaban una atmósfera casi mágica. Aiden me rodeó con su brazo, atrayéndome hacia él. Sentir su calidez y su cercanía en ese entorno tan hermoso me llenó de una profunda sensación de paz.

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora