◇ XXVIII ◇

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Entrar al paddock el día de la carrera siempre había sido una experiencia emocionante. El aire estaba cargado de adrenalina y expectativas, con los sonidos de motores rugiendo y el bullicio de las preparaciones en cada equipo. Pero hoy, la sensación era diferente. Hoy, el aire parecía pesado, casi opresivo.

Caminé hacia la entrada, tratando de mantener una apariencia de calma. Pero en cuanto deslicé mi credencial y crucé las puertas, los gritos de los fans y el clamor de los periodistas se volvieron ensordecedores.

-¡Callie! ¡Callie! ¿Es cierto lo que dicen sobre tu hija?-gritaba uno de los periodistas.

-¡Callie, por favor, una declaración!-pedía otro, estirando su micrófono hacia mí.

La seguridad tuvo que intervenir rápidamente. Unos cuantos guardias se colocaron a mi alrededor, empujando a los reporteros y fans hacia atrás, creando un pasillo por el cual podía caminar. Pero aun así, las miradas, las cámaras, los gritos, todo era abrumador. Sentía como si cada paso que daba fuera un juicio, cada mirada una acusación.

Mi corazón latía con fuerza, sentía la presión en mi pecho. La invasión de mi privacidad y la exposición de Evie eran un golpe del que aún no podía recuperarme. Y ahora, todos esos ojos estaban sobre mí, esperando una reacción, esperando que cometiera un error.

Logré divisar a Aiden a lo lejos, él me miró con preocupación y caminé hacia él sin rechistar. Al tenerme frente a él, tomó mi mano brevemente, un gesto pequeño pero lleno de apoyo.

-Vamos, Callie.

Asentí, tratando de mantener la compostura. Caminamos rápidamente, casi corriendo, hacia la oficina de los comisarios de carrera. Sabía que era el único lugar donde podría encontrar un poco de paz, al menos momentáneamente. Las fallas en el canal de comunicación eran la excusa perfecta para esconderme del público.

Entramos en la oficina y cerré la puerta detrás de nosotros. Me apoyé contra la pared y dejé escapar un suspiro profundo, tratando de calmarme. Aiden se acercó y me abrazó, brindándome el consuelo que tanto necesitaba.

-Todo esto pasará, Callie. Lo prometo.-dijo suavemente.

-¿Cómo protejo a Evie? ¿Cómo la mantengo a salvo de todo esto?-mi voz temblaba con la mezcla de miedo y desesperación que sentía.

-Lo haremos juntos. No estás sola en esto.-aseguró mirándome a los ojos.

Su determinación me dio un poco de fuerza. Sabía que siempre estaría a mi lado, pero la incertidumbre de lo que vendría a continuación era abrumadora. Miré alrededor de la pequeña oficina, tratando de distraerme con cualquier cosa que no fuera la realidad fuera de esas paredes. Los monitores mostraban la pista y el paddock, las preparaciones de los equipos en los boxes, los pilotos concentrándose antes de la carrera. Era un recordatorio de por qué estaba aquí, de mi trabajo, de mi pasión. Pero hoy, todo eso parecía lejano, irrelevante comparado con la necesidad de proteger a mi hija.

-¿Crees que algún día esto terminará?-pregunté, más para mí misma que para Aiden.

-Todo mejora con el tiempo, Callie. Hoy es difícil, pero encontraremos una manera de manejarlo. Evie tiene suerte de tenerte como madre, y tienes que recordar eso.

Asentí, tratando de absorber sus palabras. Quería creerle, necesitaba creerle. Evie merecía una vida normal, alejada de todo este caos. Necesitaba encontrar una manera de asegurarme de que lo tuviera, sin importar el costo.

La puerta se abrió de repente, y uno de los comisarios de carrera asomó la cabeza.

-Giuliani, Walker, necesitaremos la oficina. ¿Podrían...?

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora