◇ XXIX ◇

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Oscar Piastri

El reloj marcaba las 2:30 pm mientras conducía por las calles de París. El ajetreo de la ciudad me resultaba casi acogedor. Callie había sido precisa con la información, asegurándome que todo estaba en orden para recoger a Evie. Un ligero nerviosismo me invadía. Aunque había estado en circuitos de carreras en todo el mundo, esta experiencia era completamente nueva. Recoger a mi hija de la escuela. ¿Quién lo hubiera imaginado?

Marymount, con su fachada imponente y jardines bien cuidados, me hizo sonreír. Claro, Callie llevaría a Evie en una escuela religiosa, justo como cuando ella era pequeña. Llegué puntualmente a las 2:45 pm y me coloqué en la entrada. Un grupo de niños se formaba ordenadamente, guiados por una monja con una expresión serena y amable.

Al verificar mi nombre con la encargada, ella asintió y llamó a Evie. Mi corazón latía con fuerza cuando la vi, su cabecita rubia destacando entre los demás niños. Estaba platicando animadamente con la niña a su lado, pero en cuanto escuchó su nombre, su rostro se iluminó al verme. Corrió hacia mí con una sonrisa tan brillante que parecía iluminar toda la calle.

-¡Papá!-gritó mientras se lanzaba a mis brazos.
La atrapé en un abrazo y sentí una calidez indescriptible.

-Hola, abejita.-dije, tratando de controlar la emoción en mi voz.

-¡Viniste por mí!-dijo con entusiasmo, sus ojos brillando de felicidad.

-Claro que sí. Vendré por ti a la escuela todos los días que pueda.-aseguré, acariciando suavemente su cabello.-Hoy iremos a mi casa a pasar la tarde y cenar juntos. ¿Te parece bien?
Evie asintió con entusiasmo, casi saltando de alegría.

-¡Sí!-exclamó.

Con ella aún en mis brazos, nos dirigimos al auto. El camino de regreso fue lleno de preguntas y risas. Evie tenía una curiosidad insaciable y me preguntaba sobre cada cosa que veía por la ventana. Mientras conducía, no podía evitar sentirme profundamente agradecido. Este pequeño momento, algo tan simple como recoger a mi hija de la escuela, se sentía monumental. Era un nuevo capítulo en mi vida, uno que jamás había anticipado pero que ya no podía imaginar sin él.

Cuando llegamos a mi casa, bajó del auto con la misma energía y entusiasmo con el que había salido de la escuela. Al entrar, sus ojos se abrieron de par en par, observando todo con fascinación.

-¡Papá, esta casa es enorme!-dijo, corriendo de una habitación a otra.-¿Es tuya?

-Me alegra que te guste, princesa. La conseguí sólo para estar cerca de ti. ¿Quieres ver tu habitación?-asintió enérgicamente.

La guié a través del pasillo, hasta llegar a la puerta rosa. Ella la abrió con timidez y sus ojos se iluminaron al instante. Con la ayuda de la agente de bienes raíces, había elegido el tapiz y las decoraciones de su princesa favorita, Rapunzel. Las paredes estaban adornadas con escenas del bosque y la torre. Un dosel de tul rosa colgaba sobre la cama, creando un rincón mágico para ella. Muñecos de felpa de Pascal y Maximus estaban esparcidos por la habitación, y una lámpara en forma de linterna flotante iluminaba suavemente el espacio.

-¡Wow, papá!-exclamó, sus ojos recorriendo cada rincón de la habitación.-¡Es tan bonita! ¡Es como estar en el mundo de Rapunzel!

-Me alegra que te guste.-respondí, sonriendo ante su asombro.-Puedes quedarte aquí cada vez que mamá lo permita. Esta es tu segunda casa.

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora