◇ XVIII ◇

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Me desperté al sentir que alguien me sacudía violentamente. Abrí los ojos y me encontré con el preocupado semblante de Manuele frente a mí. Miré a mi alrededor, confundida, dándome cuenta de que estaba en la sala de mi casa, acostada en el sofá. No recordaba cómo había llegado allí. Todo estaba borroso, como si los eventos de los últimos días se hubieran mezclado en una masa caótica de recuerdos y emociones.

-Hija, ¿estás bien?-preguntó Manuele, su voz cargada de preocupación.

Respiré agitadamente, tratando de calmarme.

-Sí, estoy bien.-mentí, aunque sentía una fuerte punzada en la cabeza.

-Llevo un par de minutos tratando de despertarte, pero no respondías. Me asustaste.-su mirada era intensa, casi inquisitiva.

-Lo siento.-dije, tratando de sonreír para aliviar su preocupación.-Me duele mucho la cabeza. ¿Qué hora es?

-Son las 8:15. Acabo de regresar de dejar a Evie en la escuela.

-¡Tengo una junta a las 9!-exclamé, sintiendo el peso de la responsabilidad aplastarme. Me levanté de golpe, la urgencia llenando mis venas.

-Callie, si no te sientes bien, es mejor que no vayas a trabajar.-me detuvo, poniendo una mano firme en mi hombro

-Eso es imposible. No puedo faltar.-refuté, sacudiendo su mano con suavidad y dirigiéndome hacia el baño.

Encendí la ducha y esperé a que el agua llegara a la temperatura correcta. El vapor comenzó a llenar el pequeño espacio, envolviéndome en una neblina cálida que contrastaba con la frialdad en mi mente. Mientras el agua caía, mi mente divagaba inevitablemente hacia los últimos días. ¿Por qué todo se sentía tan fuera de control? Sentí una mezcla de tristeza y enojo burbujeando en mi interior. Había intentado construir una vida estable, mantener el equilibrio entre mi carrera y mi familia, pero todo parecía desmoronarse a mi alrededor.

El agua de la ducha caía sobre mí, pero no lograba limpiar los pensamientos oscuros que me asediaban. Me sentía atrapada en una espiral de errores y decisiones mal tomadas. Cada vez que intentaba arreglar algo, parecía que otra cosa se rompía.Me forcé a salir de la ducha, secándome rápidamente y vistiéndome con ropa profesional. No podía permitirme un momento de debilidad, no cuando tenía una junta importante en menos de una hora. Pero mientras me preparaba, el reflejo en el espejo me mostraba una mujer cansada, con ojeras profundas y una tristeza en los ojos que no podía disimular.Volví a la sala, encontrándome con la mirada de desapruebo de Manuele.

-Voy a trabajar-dije firmemente, aunque la convicción en mi voz no era tan fuerte como habría querido.

-Hija.-insistió.-Sé que eres fuerte, pero todos tenemos un límite. Tómate un respiro. Evie te necesita bien, y nosotros también.

Sus palabras resonaron en mi mente mientras recogía mis cosas. Sabía que tenía razón, pero la presión de mi trabajo y las expectativas que tenía sobre mí misma no me dejaban descansar. Necesitaba demostrar que podía con todo, aunque eso me estuviera destruyendo por dentro.

-Estaré bien.-dije, más para convencerme a mí misma que a él.-Pasaré por Evie. Nos vemos luego.

Salí de la casa, sintiendo la brisa fresca de la mañana en mi rostro. El mundo exterior seguía su curso, indiferente a mi caos interno. Mientras caminaba hacia mi auto, traté de enfocarme en la reunión que tenía por delante, en los puntos que debía tocar y en cómo debía presentarme.

Minutos después, llegué a la oficina, saludando a mis colegas con una sonrisa profesional. Nadie debía saber el desastre que llevaba dentro.

Encontré a Aiden en la entrada de la sala. Nos vimos, pero no nos dirigimos la palabra, como habíamos hecho en los últimos días. Ya iban tres desde que regresamos de Singapur, y la tensión entre nosotros solo parecía empeorar. El evitaba mi mirada, y yo hacía lo mismo con la suya, ambos inmersos en un silencio que se sentía como un muro infranqueable. Me preguntaba qué iba a pasar con nosotros. Había sido mi decisión apartarlo del equipo, pero no esperaba que la distancia entre nosotros se volviera tan dolorosa y palpable. Era como si una sombra se cerniera sobre nuestras interacciones, llenando el espacio con resentimiento y desconfianza. Cuando entré a la sala de juntas, la presión en mi pecho se intensificó. Sabía que tenía que concentrarme en la reunión, pero la presencia de Aiden, incluso en silencio, era una constante distracción. Intenté apartar esos pensamientos de mi mente y me preparé para lo que estaba por venir, consciente de que tendría que enfrentar tanto las preguntas difíciles de Olivier como mis propios sentimientos encontrados hacia Aiden.

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora