◇ XXXIX ◇

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Estar en Abu Dhabi siempre había sido una experiencia vibrante, pero esta vez tenía un matiz especial. Con Evie, Thaís y Manuele a mi lado, y la presencia constante de Oscar, cada momento se sentía lleno de significado. Aquella mañana, decidimos pasarla en la marina de Yas.

Oscar, Evie y yo caminamos juntos, disfrutando del sol y la brisa marina. Había una sensación de normalidad que nos envolvía, como si fuésemos una familia cualquiera en un día cualquiera. Pero, por dentro, sabía que ambos estábamos luchando por dejar de lado nuestra situación para centrarnos en Evie y hacer de este día algo especial para ella.

Llegamos a un restaurante con vistas a la bahía y nos acomodamos en una mesa junto a la ventana. Evie, entusiasmada, no dejaba de mirar a su alrededor, maravillada por todo lo nuevo que estaba viendo. Pedimos comida típica y mientras esperábamos, Oscar y yo intercambiamos miradas y sonrisas, tratando de mantener la conversación ligera y divertida.

-Mamá, ¿puedo tener un helado después del almuerzo?-preguntó Evie con sus ojos brillantes.

-Claro, cariño. Pero primero hay que comer bien, ¿de acuerdo?-respondí, acariciando su cabello.

Oscar se inclinó hacia ella y añadió con una sonrisa traviesa:

-Y tal vez, si te portas bien, papá te consiga el helado más grande de Abu Dhabi.

Ella soltó una risita y se volvió hacia él:

-¿En serio, papá? ¿El más grande?

-El más grande.-aseguró, guiñándole un ojo.

Después del almuerzo, continuamos nuestra caminata por la bahía. La mezcla de modernidad y tradición de Abu Dhabi se reflejaba en cada rincón, y Evie absorbía cada detalle con una curiosidad insaciable. Llegamos a una zona donde los yates estaban atracados y decidimos dar un pequeño paseo en uno de ellos.

-Mira, abejita.-dijo Oscar, señalando el circuito que era visible desde el yate.-Esa es la pista donde voy a correr.

Los ojos de Evie se agrandaron al ver el circuito y comenzó a hacerle preguntas, fascinada por todo lo que él le contaba.

-¿Y tú vas a ganar, papá?-preguntó, con esa inocencia que solo los niños poseen.

-Voy a hacer todo lo posible, pequeña. Pero lo más importante es que tú y mamá estén aquí conmigo.-sonrió.

Navegamos por un rato, disfrutando de la tranquilidad del agua. Cuando volvimos a la marina, el sol comenzaba a ponerse, tiñendo el cielo de colores cálidos. Decidimos quedarnos un poco más para ver el espectáculo de la fuente musical.

Nos sentamos en un banco, Evie en medio de los dos, esperando a que la fuente comenzara su show. De repente, las luces se encendieron y la música empezó a sonar, creando una sinfonía de agua y colores que nos dejó a todos maravillados.

-¡Miren!-exclamó Evie, señalando una columna de agua que se elevaba y cambiaba de color al ritmo de la música.

Oscar y yo nos miramos por encima de la cabeza de Evie, compartiendo un momento de conexión silenciosa. Ambos sabíamos que este tipo de momentos eran los que queríamos que ella recordara siempre.

-Es hermoso, ¿verdad?-dijo Oscar, tomando la mano de Evie.

-Sí, papá, es muy hermoso.-respondió ella, sin apartar la vista del espectáculo.

Mientras observábamos la fuente, sentí una mezcla de emociones. Había alegría y paz en estar los tres juntos, pero también una lucha interna por mantener mis sentimientos hacia Oscar bajo control. Cada sonrisa, cada risa compartida, hacía más difícil ignorar lo que sentía por él.

◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡Donde viven las historias. Descúbrelo ahora