◇ About You ◇ Oscar Piastri ♡

◇ XXVII ◇

Los sábados de clasificación eran mis días menos favoritos. El mismo apogeo de las carreras por apenas 30 minutos y repetir al día siguiente. La Q3 estaba a punto de comenzar. El ambiente estaba cargado de anticipación y energía. Yo recorría los pasillos del paddock, mi mente enfocada en las tareas que debía completar antes de que finalizara el día.

Había un problema con el canal de los comisarios que requería mi completa atención. Por suerte, Aiden se había quedado a pesar de que las actividades de la F2 concluyeron antes, lo que me brindaba un apoyo extra ante la evidente falta de experiencia de Lucien. La adrenalina del día de clasificación siempre me daba un empujón extra, pero hoy algo se sentía diferente. Noté que la gente me miraba más de lo habitual, susurros seguían mis pasos, y las miradas furtivas eran demasiado evidentes.

Traté de ignorarlo, atribuyéndolo a la típica curiosidad de los fines de semana de carreras, pero la incomodidad no se desvanecía. Me dirigí al hospitality de la FIA para revisar algunos informes y, al pasar, noté que incluso algunos colegas evitaban el contacto visual. Algo estaba definitivamente fuera de lugar.

Al entrar, Aiden estaba esperándome. Me lanzó una mirada preocupada en cuanto me vio.

-¿Todo bien?-preguntó, acercándose a mí con una expresión de sincera preocupación.

-Si, si. Hemos recuperado el canal de comunicaciones.-solté aliviada.-¿Lucien ya está con la prensa?-Aiden asintió.-Genial, al menos esta vez no tuve que decirle qué hacer.

-Bien, la Q3 ha finalizado y parece tenerlo todo bajo control.-aseguró.-¿Tú como estás?

-No lo sé. Todo el mundo me está mirando raro.-respondí, intentando mantener la calma.

Aiden me tomó de la mano y me guió a una esquina más tranquila.

-He escuchado algunos murmullos.-dijo, su tono grave.-Algo sobre Evie. Creo que alguien ha filtrado información sobre ella a la prensa.

Mi corazón se detuvo por un momento.

-¿Cómo? ¿Quién?-pregunté, mi voz temblorosa.

-No estoy seguro de los detalles.-susurró tomando mi mano.

El móvil de Aiden sonó. Observé cómo su expresión se tornaba seria al leer el mensaje. Abrió un enlace y, tras unos segundos de silencio, me pasó el teléfono. Lo que vi me dejó helada.

Las palabras eran como un puñetazo en el estómago. El artículo estaba acompañado de fotos de Evie y de mí, imágenes capturadas sin nuestro consentimiento. Momentos que se suponían fuera del alcance de la prensa.

Un torrente de emociones me invadió. Mi privacidad había sido brutalmente invadida. Cada mirada curiosa y susurro que había notado a lo largo del día cobró sentido de repente. Sentí una mezcla de ira, traición y miedo. La seguridad de Evie estaba en peligro, expuesta al ojo público de una manera que siempre había tratado de evitar. Además, la implicación de que Aiden era el padre de Evie complicaba todo aún más. Aunque Aiden había sido un pilar fundamental en nuestras vidas, él no era su padre biológico. Esa falsa presunción podría dañar su reputación y crear un torbellino de especulaciones y malentendidos. Y Oscar, el verdadero padre de Evie, también se vería arrastrado a esta tormenta mediática.

Sentí una punzada de dolor al pensar en cómo esto afectaría a Evie. Ella merecía una vida tranquila, lejos de los focos y la atención no deseada. Había intentado protegerla de esto, pero ahora mi mayor secreto estaba al descubierto. No sabía quién había filtrado esta información, pero en ese momento, mi mente estaba centrada en cómo contener el daño.

Mientras los pilotos regresaban y la prensa comenzaba a desintegrarse, supe que tenía que hablar con Oscar. Mis pies cobraron vida propia mientras me dirigía a paso veloz al box de Red Bull. El mundo a mi alrededor se volvió borroso; solo tenía un objetivo en mente. Sentía a Aiden detrás de mí, siguiéndome en silencio, su presencia un ancla en el torbellino de emociones.