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Oscar Piastri

Aparecer en Mónaco durante nuestro fin de semana libre, rodeado de algunos de mis amigos más cercanos, incluyendo a Alex fue inesperado, pero bien recibido. La noche anterior, nos encontrábamos reunidos en el yate, disfrutando de unas copas y charlando animadamente. Fue entonces cuando surgió la idea de colarnos a la carrera de Fórmula E que tendría lugar ese mismo fin de semana.

La propuesta inicial nos sorprendió a todos. Ninguno de nosotros cionocía demasiado sobre la Fórmula E, pero después de un par de tragos y un impulso de curiosidad, decidimos que sería una experiencia interesante y diferente. La emoción del momento y la idea de hacer algo diferente nos impulsaron a tomar la decisión sin pensarlo demasiado.

Sin embargo, mientras me preparaba para la carrera, no pude evitar cuestionarme por qué nunca me invitaban a eventos como este. Siempre veía a otros pilotos siendo invitados a fiestas exclusivas y eventos de alta sociedad, pero a mí nunca me extendían la invitación. A pesar de mis logros en la pista y mi posición en la Fórmula 1, siempre parecía estar en la periferia cuando se trataba de la vida social fuera de la pista. Intenté apartar esos pensamientos de mi mente mientras me unía a mis amigos para dirigirnos al circuito en las calles de Mónaco. Después de todo, estábamos allí para disfrutar de la carrera y pasar un buen rato juntos, independientemente de quién nos invitara o no.

Era el jodido Oscar Piastri, el puto tricampeón mundial. ¿Cómo no iban a dejarme entrar?

Llegamos a la entrada con entusiasmo, listos para experimentar algo nuevo y emocionante. Sin embargo, como era de esperarse en un evento de este calibre, la seguridad nos detuvo en la entrada.

-Disculpen, ¿puedo ver sus pases por favor?

Miré a mis amigos con una expresión de preocupación. Esto era exactamente lo que temía.

-¿Le estás pidiendo pases al tricampeón de la Fórmula 1?

-Chicos, creo que esto fue una mala idea.-sugerí pesimista.

-No seas aguafiestas, Oscar. Sólo tenemos que hablar con la persona que está a cargo.-respondió Alex.

Aunque tenía mis dudas, decidí confiar en la optimista actitud de Alex. Esperamos pacientemente mientras observábamos a otros asistentes entrar con sus pases. Sin embargo, cada minuto que pasaba, la preocupación crecía en mí.

Estaba a punto de sugerirle a mis amigos que nos retiráramos cuando, de repente, un comisario de la FIA se acercó a nosotros con un puñado de pases en la mano.

-Disculpen la espera. Aquí tienen sus pases, pueden entrar.-se disculpó el comisario.

Mis amigos y yo intercambiamos miradas de sorpresa y alivio. Parecía que nuestra suerte había cambiado en el último minuto. Tomamos los pases con gratitud y seguimos al oficial hacia la entrada. Me sentí aliviado de que las cosas finalmente se hubieran solucionado, agradeciendo a quien sea que nos haya enviado las credenciales.

Llegamos al paddock de invitados especiales y fuimos recibidos con lo que parecía ser una atención adecuada. Al menos, no podíamos quejarnos de eso. Nos llevaron a un área reservada donde podíamos observar los monoplazas de la Fórmula E y cómo corrían en la pista.Mientras mis amigos discutían sobre la tecnología detrás de los autos eléctricos y su enfoque en la sostenibilidad, yo no pude contener mi escepticismo.

-¡Oh, qué emocionante! Mira cómo zumban esos cochecitos eléctricos por la pista. ¿Dónde está la emoción en eso?-protesté.

-¿De qué hablas, hombre? Corren bien.-justificó el tailandés.

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