En estos tiempos de guerra, donde abunda la traición, el miedo y la duda, debes guiarte en la fuerza y solo en la fuerza. Es lo que aprendió para sobrevivir
—Una galaxia dividida por la guerra, los mundos pacíficos distribuidos por todos los sectores del espacio se ven en la obligación de tomar un bando o enfrentar la amenaza de una invasión, los ejércitos de la república y los separatistas luchan por sumar a su causa el mayor número de planetas neutrales.—
—Asentado en el planeta Onderon, el joven comandante Naruto espera las ordenes de su maestro el conde Dooku para unirse a la guerra. . —
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Onderon, un planeta de maravillas y peligros, se alza como un baluarte de la naturaleza en el borde exterior de la galaxia. Su superficie yace dominada por vastas junglas, cuyos árboles centenarios se elevan hacia el cielo como colosos verdes. Estos bosques densos y frondosos esconden en su interior una sinfonía de vida: criaturas exóticas, algunas hermosas y otras terriblemente letales, que habitan entre sus sombras.
El cielo de Onderon se tiñe con los tonos cálidos de un sol dorado, cuyos rayos penetran con dificultad el espeso dosel de la selva. En lo alto, las montañas se erigen con majestuosa imponencia, sus picos nevados contrastando con la vegetación exuberante de las laderas. Desde estas alturas, cascadas impresionantes caen en torrentes plateados, alimentando ríos que serpentean a través de la jungla y se pierden en la inmensidad del paisaje.
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En el corazón de esta naturaleza indomable, la capital, Iziz, se alza como una joya de civilización y resistencia. Sus murallas, viejas pero robustas, cuentan historias de asedios y batallas pasadas. Las torres de Iziz se elevan orgullosamente, protegidas por soldados leales y vigiladas por la tecnología avanzada que contrasta con la naturaleza circundante.
Situada en el sector oeste de la ciudad capital, una fortaleza separatista de acero y tecnología avanzada, resonaba con los ecos de la preparación para la guerra. Dentro de un cuarto de simulación, la atmósfera vibraba con la intensidad de una batalla holográfica. Allí, un agotado Naruto, sin su armadura, se encontraba entrenando con una determinación feroz.
Empuñaba su sable de luz de fuego fantasma, ejecutando las técnicas del Vaapad con un fervor que desafiaba a superar toda fatiga. Tres droides asesinos se abalanzaron en su contra, portando sus lanzas electrificadas que apuntaron al unisono contra su cuello, solo para terminar cortados en tres secciones ante la agresiva arremetida del sable fantasmal manejado con cada vez mayor precisión mortal y velocidad cegadora.
