Destinos entrelazados
Tras la llegada de Anakin al templo, el Padre lo guió pacientemente a través de los antiguos y majestuosos salones. Cada paso resonaba suavemente en las paredes de piedra, mientras la energía de la Fuerza vibraba sutilmente en el ambiente, casi como si el propio templo respirara a su alrededor. Anakin no podía evitar sentir un tirón en su interior, una mezcla de curiosidad y algo más profundo, algo que él no podía definir completamente. El Padre respondía a todas sus preguntas con la serenidad de alguien que había visto incontables generaciones pasar ante sus ojos, pero siempre con la condición implícita de que Anakin debía quedarse una noche en el templo. Esa noche sería crucial, pues debía enfrentar una prueba que revelaría, de una vez por todas, si él era realmente el Elegido.
Mientras tanto, Naruto, incapaz de encontrar consuelo en los imponentes muros del templo y ansioso por aclarar su mente, salió sin rumbo fijo. El aire exterior lo recibió con una suave brisa que acariciaba su rostro, contrastando con la densidad de las emociones que lo invadían. Caminó en silencio bajo el cielo que parecía eterno, dejando que sus pies lo llevaran sin ningún destino definido, hasta que llegó cerca del pozo del Lado Luminoso. Allí, en ese lugar impregnado de una calma profunda y casi sagrada, se arrodilló, cerrando los ojos en una postura de meditación. El murmullo de la Fuerza lo rodeaba, un susurro que buscaba calmar la tormenta interna que lo consumía. Buscaba algo más que paz, buscaba respuestas.
—Te equivocaste, maestro Qui-Gon… —murmuró para sí mismo, su voz apenas un eco en el silencio.
—No estaría tan segura de ello —respondió una voz femenina, clara y tranquila, pero con un peso ancestral que hizo que el aire pareciera detenerse por un instante.
Naruto abrió los ojos lentamente, su respiración en calma. Frente a él, con una presencia tan serena como imponente, estaba la última de los sabios de Mortis, la Hija, representación pura y luminosa de la Fuerza. Su figura irradiaba una luz suave pero intensa, como si cada fibra de su ser estuviera entrelazada con la propia energía de la Fuerza viviente. Era de una belleza etérea, casi irreal, con ojos que reflejaban la compasión y la sabiduría de eones. Su silueta se movía con una gracia que hacía que el mundo a su alrededor pareciera ralentizarse, mientras la naturaleza misma se inclinaba en su presencia.
Naruto no se sorprendió de verla, como si en el fondo siempre hubiera sabido que este encuentro era inevitable.
La Hija lo observó con una mirada llena de compasión y sabiduría, irradiando una luz que parecía envolverlos a ambos, como si el propio tejido de la Fuerza los conectara en ese momento.
—La Fuerza te eligió para un camino que es tan crucial como el del Elegido —dijo, su voz resonando como una melodía suave que penetraba las capas de duda en el corazón de Naruto—. Lo sé... puedo sentirlo en la luz que aún brilla dentro de ti. A pesar de todo el dolor que llevas, no permitas que las sombras te consuman. No dejes que te corrompan.
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Naruto,El Héroe Separatista
FanfictionEn estos tiempos de guerra, donde abunda la traición, el miedo y la duda, debes guiarte en la fuerza y solo en la fuerza. Es lo que aprendió para sobrevivir