Se encontró en medio del claro del bosque, rodeado por la quietud de un paisaje que parecía sacado de un sueño. El sol, en lo alto, bañaba el campo de hierbas y flores silvestres, esparciendo un manto de luz dorada sobre las hojas y los pétalos que se balanceaban suavemente en el viento. El aire estaba impregnado de un aroma dulcemente embriagador, un rastro de lavanda y musgo fresco que le llenaba el pecho de una paz casi desconocida. Sin su armadura ni armas, Naruto se sentía vulnerable y libre a la vez, como si todo peso hubiera sido arrancado de sus hombros en aquel rincón escondido del universo.Al abrir sus ojos, su corazón se detuvo un instante; a su lado, dos figuras radiantes lo contemplaban. Bys Dal y Sev'rance, cada una sentada a su flanco, le sonreían con ternura. Sus miradas, cargadas de cariño y de un anhelo que él mismo compartía, parecían acariciar su alma, despertando en su interior una calidez que no había sentido en mucho tiempo. Con manos temblorosas, las acarició con infinita delicadeza, como si temiera que al tocarlas desaparecieran. Ellas respondieron a su toque, acercándose hasta quedar envueltas en su abrazo, sus cuerpos juntos en una armonía perfecta.
El tiempo parecía detenerse en aquel instante idílico, donde el mundo exterior y sus sombras no existían. Pero, como una brisa helada que se filtra en una habitación cálida, las memorias de la guerra comenzaron a invadir su mente. Escuchaba los ecos de las voces de sus camaradas caídos y el retumbar lejano de los blásters y las explosiones. Sus ojos vagaron hacia el horizonte, donde las brumas parecían arremolinarse en la lejanía, recordándole el deber que aún lo llamaba.
—Estoy soñando… —murmuró Naruto, su voz teñida de tristeza mientras miraba las tinieblas que bordeaban aquel paraíso.
—Sí, me temo que sí, amor —respondió Bys Dal, su tono suave, pero inquebrantable—. Tienes que despertar.
Volvió su rostro hacia ellas y vio en sus ojos una tristeza reflejada en su propia mirada. Sentía el frío de sus cuerpos contrastando con la calidez de sus sonrisas, una frialdad que le advertía que, pese a la perfección de ese sueño, no podía quedarse allí.
—No quiero hacerlo… aún no —susurró, su voz cargada de una amarga resistencia—. Quiero estar aquí, con ustedes.
—Y nosotras contigo —replicó Sev'rance, con una voz que era un susurro cargado de dolor—. Pero debes despertar…
Ambas inclinaron la cabeza, acercándose hasta que sus labios rozaron su mejilla con la suavidad de un suspiro, repitiendo al unísono con voz etérea;
—Despierta, Naru… despierta…
La claridad del bosque se desvaneció a medida que abría los ojos lentamente, de vuelta en su habitación. El silencio de su cámara de meditación lo envolvía, recordándole cuán solo estaba en realidad. Sus armas reposaban colgadas en la pared, donde el reflejo del metal le devolvía un brillo apagado y familiar. Un frío vacío le invadió el pecho mientras una alerta intermitente en la computadora de navegación le señalaba que el viaje a través del hiperespacio estaba por concluir.
El peso de la realidad lo golpeó de golpe. El recuerdo del abrazo de Bys Dal y Sev'rance aún ardía en su mente, pero ya no quedaba más que el eco de sus palabras, un recordatorio de que la paz era ahora sólo un espejismo que siempre quedaba fuera de su alcance.
Suspiró, enfocando su mente en el presente y disipando los vestigios de Mortis de sus pensamientos. Se levantó con cuidado, inclinando la cabeza para no golpearse contra el techo de la nave, que le parecía ahora más bajo y opresivo desde su regreso. Su armadura, que antes se ajustaba a su cuerpo como una segunda piel, le resultaba rígida y asfixiante, sus movimientos torpes y lentos, como si el metal mismo resistiera sus pasos. A pesar de la incomodidad, cruzó la puerta del compartimiento y avanzó por el pasillo hacia la sala de navegación, sus pisadas resonando en el silencio de la nave.
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Naruto,El Héroe Separatista
FanfictionEn estos tiempos de guerra, donde abunda la traición, el miedo y la duda, debes guiarte en la fuerza y solo en la fuerza. Es lo que aprendió para sobrevivir