En estos tiempos de guerra, donde abunda la traición, el miedo y la duda, debes guiarte en la fuerza y solo en la fuerza. Es lo que aprendió para sobrevivir
Al contemplar con la respiración aún agitada el enorme cadáver de la bestia, fué recompensado con sentir el dulce hecho de haber burlado la muerte una vez más. El tiempo obtenido tras el termino de la batalla le había permitido recuperar lo suficiente de sus fuerzas para conseguir quitarse de encima los escombros, y levantarse para rodear la monstruosa aglomeración de puas venenosas qué le estorbaba el paso hasta llegar de vuelta con el sarcófago del lord Sith que lo había desafiado, un pequeño sentimiento de sorpresa le invadió por varios minutos en los que terminaba su caminata al comprobar cuánta destrucción había provocado su combate.
Nt: realmente no me di cuenta en qué momento me alejé de la tumba...en fin (Llegando junto a la tumba) logré lo acordado...
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-superaste al terentatek en combate singular, sin ninguna herida importante ni con el uso de un sable de luz, muy contados son los nombres a lo largo de la historia han podido reclamar ese logro, no en vida al menos, realmente demostraste ser digno. (entregándole la empuñadura) que sea tu principal herramienta para alcanzar tus ambiciones, (dispersándose) el lado oscuro es fuerte en ti, je'daii . . .-
Nt: ¡espera...!, se fue, otra vez ese título, (Contemplando ambos objetos ganados) bueno eso puede esperar, ahora que los tengo, ya es tiempo de reunirme con ese ex-jedi...
El sol del crepúsculo teñía el horizonte de un rojo sangriento mientras se emergía del interior del antiguo templo Sith. Las sombras danzaban a su alrededor, proyectadas por las columnas de piedra oscura y los relieves ancestrales que contaban historias de poder y traición. Cada paso de sus botas resonaba con un eco solemne, marcando el final de una odisea llena de peligros y desafíos mortales.
Con la ropa rasgada, cubierto de polvo, enormes manchas de viseras y restos de sangre apestosa se detuvo un momento en la entrada del templo, su silueta destacándose contra el brillo crepuscular. Sus ojos azules, llenos de determinación y agotamiento, contemplaron el camino que había recorrido. Las pruebas habían sido más que físicas; eran un testamento de su voluntad, su espíritu inquebrantable y su habilidad para superar las fuerzas oscuras que intentaron corromper su esencia.
Sujetó firmemente en su mano, la empuñadura del sable de luz de Darth Bane que irradiaba un aura poderosa. Este trofeo, conquistado tras enfrentarse a los espectros del pasado y a las trampas mortales del templo, simbolizaba no solo su victoria sobre las pruebas Sith, también su triunfo sobre las propias sombras que intentaron reclamarlo.
El viento del desierto soplaba con fuerza, levantando nubes de polvo y arena a su alrededor, como si la misma Korriban intentara resistirse a su partida. Pero ni siquiera su agotado clima traicionero pudo evitar que avanzara con paso firme, cargado de fiero sentido del propósito y resolución indomable. En su mente, los ecos de las voces antiguas se desvanecían, reemplazadas por un silencio solemne que prometía un nuevo comienzo.
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