La brisa marina traía consigo un aire de preocupación cuando Teodoro, Emporios y el sirviente llegaron a la bahía donde debería estar anclado el barco. Sin embargo, lo que encontraron los dejó sin aliento: el muelle estaba vacío, sin rastro del navío que alguna vez había sido su medio de transporte y sustento.
Emporios suspiró profundamente, su semblante reflejaba la consternación de quien se enfrenta a una traición inesperada. Con un gesto cansado, se volvió hacia Teodoro, quien observaba la escena con incredulidad.
—Creo que subestimé la codicia de la tripulación —admitió Emporios, con un dejo de pesar en su voz.
El sirviente, con el corazón agitado por la incertidumbre, reunió el coraje suficiente para expresar sus pensamientos. Miró a Emporios con determinación, sus palabras resonando en el aire cargado de tensión.
—No deseo continuar trabajando para usted, señor —declaró el sirviente, con voz firme pero temblorosa.
Emporios, con una expresión serena y comprensiva, recibió las palabras del sirviente con calma. Le dedicó una mirada compasiva y asintió con la cabeza, como si entendiera el peso de la decisión que estaba tomando.
—Entiendo —respondió Emporios, con una tranquilidad que sorprendió al sirviente—. Eres libre de elegir tu propio camino.
Las palabras de Emporios cayeron como un bálsamo sobre el alma atribulada del sirviente. En ese momento de adversidad y pérdida, encontró una oportunidad para la libertad y la autodeterminación. Con un gesto de gratitud, el sirviente se retiró, sintiendo un peso levantado de sus hombros y un futuro lleno de posibilidades frente a él.
Emporios, con la mirada fija en Teodoro, le dirigió unas palabras en un susurro apenas audible, cargadas de sabiduría y reflexión. En medio del caos y la incertidumbre del puerto, sus palabras resonaron como un faro de calma y entendimiento.
—Volvamos a la mansión, amigo mío —susurró Emporios, su voz tejiendo un hilo de serenidad en medio del tumulto—. Esta experiencia nos servirá como lección, una lección sobre cómo funciona el mundo y las complejidades de las acciones humanas.
Teodoro asintió en silencio, absorbido por las palabras de Emporios. A medida que se alejaban del bullicio del puerto. En medio de la adversidad, encontró una oportunidad para crecer y aprender sobre las complejidades de la vida y las relaciones humanas.
Una vez en la mansión y con la comida servida, Teodoro se sentó junto a Emporios, listo para absorber las lecciones que este tenía para ofrecer. Emporios, con una expresión seria pero tranquila, inició la conversación con una pregunta directa.
—¿Sabes por qué los marineros decidieron robar el barco? —preguntó Emporios, su mirada fija en Teodoro.
Teodoro negó con la cabeza, esperando ansioso las revelaciones que estaban por venir. Emporios asintió con comprensión y continuó.
—Muy bien, entonces comenzaré a explicarte todo —dijo Emporios, con la autoridad de quien está dispuesto a compartir su sabiduría—. Si en algún momento tienes alguna duda, no dudes en levantar la mano.
Emporios comenzó su discurso sobre la codicia, una fuerza omnipresente en la humanidad. Explicó cómo, en situaciones desesperadas, la codicia puede aflorar con mayor claridad, como en el caso del robo del barco. Teodoro escuchaba atentamente, absorbiendo cada palabra con seriedad.
Emporios continuó con su lección, señalando que la codicia no siempre es evidente, pero puede manifestarse de diferentes maneras, incluso en aquellos que aparentan ser virtuosos. Mientras hablaba, Teodoro reflexionaba sobre las palabras de Emporios, reconociendo la sabiduría en su discurso.
La lección de Emporios era clara: la codicia es una fuerza poderosa que puede conducir a acciones desesperadas y, a menudo, destructivas.
Ante el silencio de Teodoro, Emporios decidió continuar con sus explicaciones. Comenzó desde el principio, revelando la razón detrás de su decisión de bajar solo su baúl de "ropa" del barco. Explicó que debajo de esa aparentemente insignificante carga se encontraba prácticamente todo su patrimonio, resguardado cuidadosamente de la batalla económica que había librado.
Emporios admitió que la pérdida del barco era un golpe duro, pero aún conservaba una gran parte de su fortuna. Esta revelación sorprendió a Teodoro, quien escuchaba con atención cada palabra del comerciante. Entendió que, a pesar de la apariencia modesta, Emporios era un hombre de recursos considerables y estrategias bien planificadas.
La revelación de Emporios sirvió como una lección sobre la importancia de proteger los activos y mantener la perspectiva en momentos de crisis. Teodoro asimiló estas palabras, reconociendo la astucia y la determinación necesarias para prosperar en el mundo de los negocios.
"Mi plan era ver quién se atrevía a robarme en este puerto para identificar a mis enemigos", confesó Emporios con una mezcla de resignación y determinación en su voz. "Pero al parecer, los marineros influenciados por Nikos me robaron primero".
Teodoro escuchaba atentamente mientras Emporios desvelaba su estrategia. La revelación dejó claro que el comerciante había sido víctima de un juego de traición en el mundo de los negocios. Sin embargo, en lugar de sucumbir ante la derrota, Emporios había encontrado una oportunidad en la adversidad.
"Si bien es lamentable", continuó Emporios, "todos creerán que apenas me puedo mantener, por lo que podré crecer en silencio". Esta declaración mostraba la perspicacia y la visión a largo plazo del comerciante, quien planeaba utilizar la aparente debilidad como una ventaja estratégica para avanzar en el futuro.
Teodoro reflexionó sobre las palabras de Emporios, comprendiendo la importancia de la astucia y la paciencia en el mundo de los negocios. La revelación de la estrategia del comerciante le brindó una nueva perspectiva sobre cómo navegar por los desafíos y las rivalidades en el mundo empresarial.
La confesión de Emporios sobre su plan estratégico desconcertó a Teodoro, quien no pudo evitar preguntar por qué le estaba revelando todo esto. La respuesta de Emporios fue directa y sorprendente: había decidido que Teodoro sería su mano derecha en sus futuros negocios.
Emporios elogió las cualidades que había observado en Teodoro: su confiabilidad, su habilidad para adaptarse rápidamente a nuevas situaciones y, sobre todo, su integridad. Había notado que Teodoro no solo había sido un trabajador diligente, sino que también había demostrado un compromiso inquebrantable con la honestidad y la responsabilidad.
El comerciante vio en Teodoro la materialización de un gran ayudante, alguien en quien podía confiar plenamente para llevar a cabo sus aviones y proteger sus intereses. Además, había notado que Teodoro no había malversado fondos ni había caído en las tentaciones de la codicia y la traición que a menudo acechaban en el mundo de los negocios.
Para Teodoro, esta propuesta era tanto un honor como un desafío. Aunque se sentía halagado por la confianza que Emporios depositaba en él, también sabía que asumir el papel de mano derecha conllevaba una gran responsabilidad y compromiso. Sin embargo, estaba decidido a demostrar que era digno de la confianza de Emporios ya ayudar a alcanzar el éxito en sus futuros emprendimientos.

ESTÁS LEYENDO
EL HIJO DE MEDUSA
FantasyEn los oscuros rincones de la antigua Grecia, emerge una historia olvidada, la del hijo de Medusa la cual narra la vida de Teodoro, un joven destinado a llevar la carga de la maldición materna. Como hijo de la temida Gorgona, Teodoro lucha por encon...