Tras predecir el destino de una de las ciudades cercanas, noté que todo seguía el curso esperado: un desarrollo lento, constante y sin ningún evento importante. No estabas allí, y la desesperación comenzó a invadirme. Ya había fallado antes, y este intento indirecto parecía seguir el mismo camino. Sin embargo, no tenía otra opción viable, así que decidí perseverar. Había aprendido a lidiar con la frustración en el pasado, y esta vez no sería diferente.
Justo cuando empezaba a cansarme, lo vi: un desastre. Un cataclismo asoló la ciudad. Sin perder tiempo, prediqué el futuro de otras ciudades en la misma época, y ocurrió lo mismo: un desastre que afectaba a varias ciudades a tu alrededor. Definitivamente eras tú, o al menos eso parecía.
Claro, existía la posibilidad de que otra deidad estuviera detrás, pero ¿Qué otras deidades podían estar pasando justo por donde estabas tú? Las probabilidades eran bajas. Solo una cosa me quedaba clara: en ese momento exacto, estallaste en ira. Las aguas se volvieron violentas, como si Poseidón hubiera desatado su furia. No obstante, sabiendo que no tenías conexión directa con él, surgió una nueva posibilidad: ¿Tienes alguna relación con Poseidón o acaso posees algún tipo de autoridad sobre las aguas por una razón que desconozco?
Sea lo que fuera, mi búsqueda comenzaba a tomar forma. Solo tenía que seguir el rastro del caos que dejabas a tu paso.
Decidí tomarme un pequeño descanso. El evento que había predicho aún estaba en un futuro distante, y con la información que poseía en ese momento, no podía sacar conclusiones útiles. Sentía que mi suerte y capacidad de deducción, que hasta ese punto me habían guiado con una eficacia inesperada, se habían agotado. A veces, dar un paso atrás era necesario para dar dos adelante, así que opté por continuar con mis deberes en el templo mientras dejaba reposar mi mente, esperando que algún nuevo indicio emergiera.
Sin embargo, con el paso del tiempo, la frustración comenzó a asentarse nuevamente. No lograba encontrar una salida, una forma clara de avanzar. La única pista sólida que tenía era el desastre futuro, pero carecía de los medios para aprovechar esa información de manera práctica en el presente. Sabía que te encontraría eventualmente, pero la falta de claridad sobre el "cómo" me dejaba intranquila.
Fue en uno de esos días, mientras paseaba por los templos, que vi a un anciano al que muchos decían que tenía respuestas para todo. A pesar de saber que era muy probable que fuera solo un charlatán o una figura mística creada por los rumores, decidí intentar algo diferente, sin nada que perder. Me acerqué a él y, con tono neutral, le pedí consejo:
"Necesito saber información del futuro", le dije. "Pero está tan alejado que la información actual no me sirve para deducirlo."
El anciano se frotó su larga y desordenada barba con aire pensativo y, con voz tranquila, me respondió:
"¿Buscas información sobre eventos futuros, para darte una idea de cómo se desarrollarán? Eso es sencillo", dijo, sorprendiéndome un poco. "Solo tienes que basarte en las profecías de los héroes futuros y sus hazañas. Sus profecías narran y describen lo que buscan, y en muchos casos, lo que les rodea o con qué se encontrarán."
Internamente, por un momento, me alegré. Era una sugerencia que no había considerado. Quizá las profecías de héroes futuros podrían señalar eventos importantes o desastres que se avecinaban, detalles que podría aprovechar para rastrear tu paradero.
Sin embargo, mientras mi entusiasmo inicial comenzaba a elevarse, de inmediato una sombra de duda lo opacó. Sabía que tú eras una deidad cuyo futuro no podía ser observado de manera convencional, al menos no con los métodos que conocía. Si tu destino no podía ser visto, tampoco lo podían ser las cosas relacionadas contigo directamente, y eso me llevó a la conclusión de que cualquier héroe o ser vinculado a ti probablemente no tendría profecía. Era como si estuvieras fuera del alcance de los hilos del destino que otros dioses y mortales seguían.
Mi esperanza comenzó a desvanecerse mientras razonaba la limitación de aquella idea.
Aun así, como muestra de cortesía, le di una moneda al anciano. Quizás no me había ofrecido una solución inmediata, pero su consejo me había empujado a pensar en una nueva dirección, aunque no resultara aplicable. Me alejé del anciano con una mezcla de agradecimiento y frustración.
Volví a mis aposentos, exhausta mentalmente, pero sin querer rendirme. Sabía que aún me quedaba mucho por hacer, que encontrar respuestas requeriría más paciencia y tiempo. Si bien las profecías de los héroes podían no ofrecerme una pista clara sobre ti, tal vez había otras formas de estudiar los eventos que rodeaban tu presencia en el mundo, los desastres y el caos que parecían surgir a tu alrededor.
La idea de los héroes y sus destinos era la única pista que, aunque tenue, tenía un poco de sentido. Así que, sin más opciones claras a mi disposición, decidí profundizar en ese camino. Comencé a indagar en el futuro de varios héroes, pequeñas gotas brillantes en el vasto río del destino. Sabía que muchos de ellos ya estaban predestinados, sus historias selladas en las profecías, pero quizás entre sus eventos podría encontrar alguna pista, algún indicio que me llevara hacia ti.
Al principio no esperaba mucho, pero me servía como práctica para afinar mis habilidades y explorar los límites del futuro. Observé el destino de varios héroes, siguiendo los hilos que tejían sus vidas. Sin embargo, todos parecían estar encadenados a un destino que no tenía nada que ver con el arrebato que había visto en tu futuro. Las historias de estos héroes transcurrían de manera predecible, sin desviarse ni un ápice de lo esperado.
Cada vez que observaba un héroe más, mi frustración crecía. Varias de sus hazañas ocurrían en periodos que no tenían ninguna relación con el caos que parecía emanar de ti. No había conexión, no había rastro. Me obligaba a ser paciente, a perseverar, pero comenzaba a sentir que este camino también sería una pérdida de tiempo.

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EL HIJO DE MEDUSA
FantasyEn los oscuros rincones de la antigua Grecia, emerge una historia olvidada, la del hijo de Medusa la cual narra la vida de Teodoro, un joven destinado a llevar la carga de la maldición materna. Como hijo de la temida Gorgona, Teodoro lucha por encon...