HISTORIA DE LA NINFAS

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La historia de las ninfas estaba entrelazada con la antigüedad del templo, un relato que se remontaba al mismo momento en que sus aguas fueron separadas del resto del mundo. Nacieron en la penumbra, justo después de que los engranajes del destino cortaran los vínculos que conectaban el santuario con otros cuerpos de agua.


Las ninfas mayores, testigos de la separación y encierro, sufrieron una trágica decadencia. Aisladas y despojadas de la vital conexión con otras fuentes de agua, optaron por un acabar con sus existencias. Una tras otra, las ninfas mayores se sumieron en la desesperación, eligiendo el sacrificio de sus propias vidas como un acto final de liberación.


La única sobreviviente entre las ninfas mayores asumió el papel de madre y protectora de las nuevas generaciones de ninfas. Crio a las jóvenes en el claustro del templo, compartiendo las historias de un mundo exterior que solo conocían a través de sus cantos melancólicos.


Cuando la anciana ninfa finalmente se desvaneció, las jóvenes ninfas, sin la guía de su matriarca, buscaron desesperadamente una salida del encierro que las aprisionaba. Al no encontrar una vía de escape, se sumieron en un letargo, cantando canciones que resonaban con tristeza y sueños no cumplidos.


La llegada de Teodoro marcó un cambio en la monotonía de su existencia. El joven con sangre divina no solo ofrecía una oportunidad para romper las cadenas del encierro, sino también para devolver a las ninfas la esperanza perdida. Sus voces, antes sumergidas en susurros de desesperación, despertaron con nueva vida cuando Teodoro se adentró en el templo, llevando consigo el potencial de liberarlas de su largo letargo.

EL HIJO DE MEDUSADonde viven las historias. Descúbrelo ahora