Emporios, habiendo ajustado todos los detalles relacionados a la logística, se dirigió a Teodoro con una expresión de expectativa y determinación. Era el momento de poner a prueba todo el trabajo y entrenamiento que habían realizado hasta ese punto. Con una leve sonrisa, preguntó:
—Teodoro, ¿la tripulación está lista?
Teodoro, con su habitual calma y seriedad, asintió con firmeza.
—Sí, están preparados. Pueden ejercer sus funciones en cualquier momento.
Emporios, satisfecho con la respuesta, dejó que una amplia sonrisa se extendiera por su rostro. Se dio la vuelta para observar a la tripulación que había reunido con tanto esfuerzo. Aunque eran esclavos, ahora se habían convertido en un equipo entrenado y eficiente bajo la guía de Teodoro.
—Un próspero futuro nos espera —dijo Emporios con convicción, dirigiéndose tanto a Teodoro como a sí mismo.
El tiempo pasó rápidamente mientras finalizaban los últimos preparativos. Los esclavos, ahora tripulantes, mostraban una mezcla de nerviosismo y emoción. Teodoro, consciente de su responsabilidad como líder, se aseguró de que cada uno supiera exactamente cuál era su función y cómo llevarla a cabo con eficacia.
Una mañana, con el cielo despejado y el mar en calma, Emporios decidió que era el momento de zarpar. La ciudad de Piraeus, con su bullicioso puerto y sus promesas de nuevas oportunidades, quedaba atrás mientras el barco se alejaba del muelle. Emporios, de pie en la proa junto a Teodoro, contemplaba el horizonte con determinación.
—Nuestro objetivo no es solo sobrevivir, sino prosperar y expandirnos —dijo Emporios, rompiendo el silencio. —Tenemos los medios, la tripulación y la estrategia para hacerlo. Con tu liderazgo y mi experiencia, estoy seguro de que nada nos detendrá.
Teodoro asintió, comprendiendo la magnitud de la empresa que tenían por delante. Aunque aún había muchas incógnitas sobre su pasado y la fuente de su fuerza, en ese momento, su objetivo era claro: apoyar a Emporios y asegurar el éxito de su misión conjunta.
Durante las semanas siguientes, el barco navegó hacia nuevas tierras y puertos, cada parada representando una oportunidad para negociar, comerciar y establecer nuevas alianzas. Emporios, utilizando su astucia y habilidades comerciales, logró asegurar varios contratos lucrativos. Teodoro, por su parte, garantizaba que la tripulación operara de manera eficiente y sin incidentes.
La relación entre Emporios y Teodoro se fortaleció aún más con cada desafío superado. La confianza mutua y el respeto crecieron, y ambos se dieron cuenta de que formaban un equipo formidable. La enseñanza y las lecciones impartidas por Emporios empezaron a dar frutos, no solo en términos de éxito comercial, sino también en la cohesión y moral de la tripulación.
Una noche, mientras el barco estaba anclado en un puerto tranquilo, Emporios y Teodoro compartieron una cena en la cubierta, observando las estrellas. Emporios, después de un sorbo de vino, rompió el silencio.
—Teodoro, ¿alguna vez has pensado en qué haremos después de lograr todo esto?
Teodoro, mirando hacia el mar, respondió con sinceridad.
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EL HIJO DE MEDUSA
FantasiEn los oscuros rincones de la antigua Grecia, emerge una historia olvidada, la del hijo de Medusa la cual narra la vida de Teodoro, un joven destinado a llevar la carga de la maldición materna. Como hijo de la temida Gorgona, Teodoro lucha por encon...