Capítulo 4

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Elowin

Fue tranquilo después de mi valiente declaración, y me senté en silencio esperando una reacción. De repente, Evert estalló en risas y me di la vuelta para encontrarlo riéndose como un tonto, y cuando me volví hacia Lucca, no pareció encontrarlo tan divertido como Evert, de hecho, estaba tan impresionado que sus ojos fríos me miraron con furia.

-Llama a Nathaly. -dijo.

Evert, aún riendo, se fue con un -¡Oh hombre, te lo dijo! -entonces se marchó a buscar a esta persona llamada Nathaly.

Ahora estaba tan tenso, dado que el águila calva era prácticamente invisible, solo quedábamos Lucca y yo.

Me miró fijamente, cuando de repente sonrió, se reclino en su silla y exhaló tranquilamente mientras decía: -¿Estás segura de lo que acabas de decir?

Me encontré tragando saliva ante la amenaza que impregnaba sus palabras.

Sus ojos se desviaron hacia el águila calva y le hizo una señal para que se fuera, lo que me provocó un miedo frio. Tan pronto como la puerta se cerró y nos quedamos solos, se levantó y ase acercó a mi, pero cuando se acerco demasiado, me levante de un salto y comencé a retroceder. Él sonrió ante mis débiles intentos de escapar de él, mientras se acercaba a mí como un depredador.

Uno pensaría que la mejor idea sería que caminara hacia la puerta, pero en cambio, mis rodillas temblorosas me llevaron a caminar hacia atrás alrededor de su escritorio y contra la pared. Cuando se dio cuenta de que no me quedaba otro lugar al que ir, se acercó rápidamente y mis manos se estaban poniendo sudorosas. Mis ojos se fijaron en su pecho y se negaron a mirar en otro lugar.

De repente, colocó su mano grande en la base de mi cuello, pero no apretó. Simplemente la dejó allí. Se inclinó hacia abajo y sentí la punta de su nariz tocar mi mejilla. La acción fue inesperada y un suspiro escapó de mis lacios.

-Tienes miedo de mí. -declaró, luego besó mi nariz con un suave roce.

-Mírame. -dijo en voz baja, pero yo estaba congelada. - Mírame. -dijo un poco más duro y sin embargo, mis ojos se negaban a obedecer.

Sus dedos se apretaban alrededor de mi garganta ligeramente y con un suspiro, mis ojos se fijaron en los suyos fríos y azules. Parecía satisfecho, ya que el agarre alrededor de mi garganta se aflojó, luego se inclinó hacia abajo, rozó sus labios con los míos y pregunto: -¿Puedo darte un beso? Solo un beso sencillo.

Me encontré tragando saliva antes de negar con la cabeza en señal de no.

-¿No? -bromeó mientras se reía suavemente,  -¿No quieres besarme? -frunció el ceño, sus labios danzando ligeramente contra los míos.

Encontré mi lengua moviéndose para humedecer mi labio inferior cuando la puerta se abrió de golpe y una anciana entró por la puerta diciendo: - ¿Lucca? Qué demonios, estás asustando a la pobre niña. Suelta-la. -de repente Lucca ya no estaba sobre de mí y me encontré siendo abrazada cálidamente. 

-Estaba jugando, Nathaly. Pero como lo has arruinado, llévala a su habitación ahora. De todos modos, tengo trabajo que hacer y no es mi tipo. -dijo Lucca mientras me despreciaba y mi corazón se hundía.

Bueno entonces.

-Vamos, querida. Ignóralo. Él no es más que un gran matón. -dijo Nathaly, mientras me sostenía en sus brazos y me llevaba fuera de la oficina, subiendo las escaleras y hacia el pasillo de ala derecha, hacía mi habitación, o debería decir suite.

Las grandes ventanas iluminaban la habitación, que era tres veces más grande que todo mi estudio. Una gran cama king-size, cubierta con un edredón de seda marrón chocolate, me llamaba, pero no antes de que mi atención se dirigiera al amplio armario empotrado.

-Tu baño está a la derecha. La llave de la puerta del balcón está en el primer cajón de tu mesita de noche. Adelante y acomódate, te llamare dentro de unas horas para cenar y mañana Oliver enviará al estilista de Lucca y te haremos un guardarropa completamente nuevo. -dijo Nathaly mientras me sonreía cálidamente.

-Gracias. -dije con una sonrisa y con un simple asentimiento, Nathaly salió y cerró la puerta detrás de ella.

Abrumada, caminé hacia la cama y me senté, finalmente sola y finalmente capaz de pensar en lo que acaba de suceder entre Lucca y yo en la planta baja. Sin embargo, antes de poder juntar mis pensamientos, alguien llamó a la puerta. Con cuidado, me levanté y me acerque a la puerta. Cuando la abrí, me encontré a Evert parado allí, con los brazos cruzados detrás de su espalda y una sonrisa en el rostro.

-Creo que empezamos con el pies equivocado. Quiero disculparme por asustarte antes y me gustaría que fuéramos amigos. Te traje una rosa como señal de mi disculpa y amistad. -dijo Evert mientras se inclinaba y me presentaba una flor blanca.

Trate de mantener una cara seria y trate aun más de estar enojada con él, pero me encontré sonriendo ante su actuación dramática.

-Ni la disculpa, ni la amistad, ni la rosa son aceptados. -declaré, tratando de mantener una cara seria.

-Vamos, no te pongas así. Lo siento, pero una vez que Lucca tiene algo en mente, no hay forma de cambiarlo. Es terco como el que más. Si no quieres ser m amiga, ¿puedes al menos aceptar la rosa? La conseguí del jardín de Nathaly, no dejemos que la rosa se desperdicie, ¿eh?. -explicó mientras tomaba mi mano izquierda suavemente, abría mi palma y colocaba la rosa en ella. Luego cerré mis dedos lentamente y agarró mi mano mientras me miraba a los ojos y decía sinceramente: -Lo siento. -luego soltó mi mano y se alejó.

Me quede en la puerta por un rato y mirando el pasillo ahora vacío, Evert era un chico extraño, pero lo que acaba de hacer fue dulce... creo.

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La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora