Capítulo 25

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Elowin

-Sube a la cama y abre las piernas. -ordenó y lo miré con la boca abierta.

Sus ojos azules clavaron los míos mientras esperaba pacientemente, pero no me moví. No podía moverme.

-Elle.

-Lucca... 

-No es momento de jugar conmigo. Rogaste por dos horas de libertad, la tuviste, ahora es hora de pagar. Ya sea que subas a la cama por tu cuenta, o puedo obligarte. De cualquier manera, voy a estar entre tus piernas esta noche. -declaró cruzando los brazos.

Era intimidante.

Intimidante, pero tentador.

-Si me muevo de mi lugar, perderás tu oportunidad, es tu elección. -advirtió por última vez.

Pero no pude hacer lo que me ordenó.

Entonces, dio un paso hacia mí, luego otro, y otro, y otro.

Una vez que empezó a acercarse, intenté moverme, pero una advertencia en sus ojos me condenó.

-Y.. y yo creo que puedo subir a la cama por mi cuenta. -susurré, mientras de repente se alzaba sobre mí.

-No. Tuviste tu oportunidad, y ahora haremos las cosas a mi manera. -dijo mientras me miraba.

-Pero Lucca...

-Shh, no hables. -dijo mientras colocaba un dedo índice sobre mi boca, y luego llevó sus manos a acariciar mi mejilla.

Recorrió mi labio inferior con su pulgar, y me encontré separando mis labios, esperando.

Lamió y mordió sus labios, mientras bajaba su cabeza.

Nuestros labios casi se tocaban, mi respiración se aceleró, y no quería otra cosa que sentir sus labios sobre mí.

-¿Quieres que te bese? -susurró y me encontré gimiendo, su voz erizándome la piel.

-Dilo. Di "quiero que me beses" -insistió.

-Yo...

-Dilo. -susurró y deslizó mi labio inferior entre los suyos, pero luego se apartó, lo que me hizo jadear y gemir.

-Elle. -llamó mi nombre con voz profunda.

-Sí... -respiré, sin saber que más hacer.

De repente, quitó su mano izquierda de mi rostro.

Sentí sus dedos deslizarse por mi cabello, cuando de repente agarró y tiró de él.

Grité, sorprendida por el cambio repentino.

No dolió, no tiró con tanta fuerza, pero la forma en que lo hizo, la forma en que sus ojos me miraban fijamente.

-Dilo. -ordenó y las palabras salieron de mis labios. -Quiero que me beses. -dije, y así, su mano volvió a mi mejilla.

Bajó su cabeza, y cerré los ojos esperándolo.

Pero lo único que sentí fue su risa, y me soltó y se fue.

Destrozada.

Rota

Sentí que mi corazón se había destrozado.

Abrí los ojos, sintiendo su rechazo atravesar mi pecho.

-Tú... ¡Eres un idiota! -corrí hacia él y lo empujé.

Él lucía tranquilo, sereno. Y eso me enfureció.

Tropezó, sorprendido, pero además de eso, parecía estar bien.

-¿Hay un problema, princesa? -preguntó, sus ojos de repente entrecerrados.

-¡Claro que lo hay! Tú eres mi problema, idiota. Siempre haces esto, juegas conmigo, y luego te ríes en mi cara. -grité, luego lo empujé de nuevo.

Me estaba dejando atacarlo, y yo estaba aprovechando la situación.

-¿Cuál fue lo primero que te dije cuando entraste en esta habitación? Te di una orden específica, ¿y que hiciste? Decidiste desobedecerme. ¿Cómo esperas que reaccionara? -respondió simplemente, metiendo las manos en los bolsillos con calma.

-¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! ¡Cállate! -grité y le di un puñetazo en la mandíbula, haciendo que sangrara un poco por el labio.

Él lo miró y sonrió, luego dijo -Golpéame de nuevo y te azotaré.

-¿Azotarme? ¡Ja! No te atreverías. -respondí, mi rabia en ebullición.

Le encantaba cuando jugaba conmigo.

Sabía exactamente lo que hacía, y disfrutaba haciéndolo.

-No pareces tan valiente ahora, ¿verdad? Golpéame Elle, ya que estás tan enojada, y me odias. ¡Desahógate! ¡Golpéame¡ -instó y no pude resistirme.

Corrí hacia él, él agarró mi brazo y lo dobló hacia atrás, y así, de repente, estaba inclinada sobre la cama, con mi trasero en el aire.

Respiraba agitadamente, luchando, y podía sentir su cuerpo detrás de mí.

-Ves, crees que puedes salirte con la tuya insultándome, desobedeciéndome e intentando jugar conmigo. Pero esta es mi casa, Elle, ¡Mi casa! Y mientras estés bajo mi techo, harás lo que digo. ahora vas a contar, y si te pierdes uno, volverás empezar.  Ya no hay más señor amable. -dijo antes de que pudiera responder, mis pantalones cortos se bajaron, y mis calzones de encaje eran lo único que cubría la piel de mi trasero, su mano entró en contacto bruscamente con mi piel y grité, con lágrimas corriendo instantáneamente de mis ojos.

-No te oigo contando. -dijo, sonando como un loco.

"Bofetada" su mano volvió a bajar, haciendo que gritara.

-¡Elle! -dijo en tono de advertencia.

-Uno. -balbuceé, temiendo por mi vida.

"Bofetada"

-Dos.

"Bofetada" 

-Tres

"Bofetada" 

-Cuatro

"Bofetada" 

-Lucca, para

"Bofetada"  

"Bofetada" 

-Eso no es un número, Elle. ¡Volvemos a empezar!

-¡De acuerdo! ¡De acuerdo! Lo siento. ¡Lo siento! -dije entre sollozos.

Apoyé mi cabeza en la cama y lloré.

Dejó de agarrar mi mano, y luego me abrazó diciendo -Hey, hey... -susurró, mientras colocaba su dedo bajo mi barbilla y me obligaba a mirarlo. 

-Siento mucho. Princesa, lo siento. Pero no puedes esperar empujarme continuamente y que yo no me defienda, así no funciona. -dijo, luego besó mi frente.

-Lo siento. -besó mi nariz.

-Necesito... -dijo, besando las lágrimas de mi mejilla derecha.

-Que me ames... -dijo, besando las lágrimas de mi mejilla izquierda.

-Necesito que me obedezcas y te sometas a mí. -dijo, luego miró mis ojos y secó mis lágrimas.

-Yo... te quiero... -terminó de decir.

No puedo evitarlo y rompí a llorar aún más. 

Me lastimó.

Emocionalmente, y ahora físicamente.

Todo era un juego para él.

Era un monstruo.

Y quería que lo supiera.

-Eres un monstruo. ¡Aléjate, no te quiero ver!-susurré, aunque me tenía en sus brazos.

-Lo sé, princesa. Lo sé.

La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora