Epilogo

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Narrador

Elle y Lucca tuvieron la dicha de ser padre de un par de gemelos, un niño y una niña, ambos con los ojos de su padre, que brillaban con la misma intensidad que los de él.

Nathaly, quien había sido un figura constante en sus vidas, cuidaba a los niños con amor y orgullo desbordantes. Se entregaba a ellos completamente, protegiéndolos y mimándolos con una devoción sin limites. Hasta que una noche después de un día lleno de risas y juegos, se acostó para descansar finalmente, sabiendo que su hijo, nacido de otro vientre finalmente tenía el amor, el hogar y la seguridad que siempre había anhelado. 

El vinculo entre de Lucca y Elowin se fortalecía y renovaba con cada amanecer. Su amor era palpable y se manifestaba en pequeños gestos diarios, desde una caricia al despertar hasta una mirada con doble intenciones al anochecer. Por supuesto, como en cualquier relación, había momentos de desacuerdo y discusiones que a veces se tornaban acaloradas. Sin embargo, cada vez que miraban a sus hijos, encontraban en ellos el reflejo de su amor verdadero, un amor que había superado muchas pruebas y dificultades.

Y así, a pesar de los altibajos y las inevitables tensiones, el amor siempre prevalecía. Los lazos familiares se mantenían firmes y robustos, sustentados por la profunda conexión que todos compartían. En el corazón de su hogar, el amor era la fuerza dominante, un faro que guiaba sus vidas y les recordaba que, pase lo que pase, siempre se tendrían el uno al otro.



La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora