Capítulo 26

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Lucca

Sostuve a Elle hasta que se quedó dormida, ella había dejado caer sus lágrimas en silencio mientras la balanceaba de un lado a otro. Protestó, pero no me alejé. Nos acostamos y eventualmente se durmió. La arropé y luego salí de la habitación.

Me senté en el balcón y miré hacia arriba a las estrellas. El cielo nocturno nunca dejaba de sorprenderme, ni tampoco dejaba de calmarme.

Mi corazón latía ansiosamente, tenía miedo de perderla.

Y Elle... no podía perder a Elle.

No podía creer cómo perdí el control y la golpeé. No está en mi naturaleza poner mis manos en una mujer... a menos que ella lo desee.

Miré a la luna y a las estrellas brillantes, una imagen tan familiar, una sensación de dejavú me invadió. Sacudí la cabeza y pasé las palmas por mi rostro mientras gruñía. Cuando las aparté, me di cuenta de las distintas líneas que marcaban mis muñecas y antebrazos.

Esos días oscuros de repente invadieron mi mente, y luego recordé sus palabas -Eres un idiota. Es tu culpa de que ella esté muerta. Nunca quise tener hijos, pero tu madre sí. Desde el momento en que vi tus ojos, supe que habías ganado a tu mamá. Siempre se trató de ti, y ahora, bueno, ahora ella está muerta. La única mujer en esta tierra que podría amarte. Fuiste una maldición desde el momento en que naciste, y ahora estás maldito de por vida, nunca encontrarás a alguien que te ame.

Esas palabras resonaron claramente en mi mente, porque desde el día en que murió mi madre, mi padre se aseguró de repetirme esas palabras todos los días, hasta que él también terminó bajo tierra. Si no hubiera sido por Nathaly, no estaría vivo.

La última vez que me corté, terminé en el hospital, seguido de 30 días en una sala psiquiátrica. Nathaly amenazó con dejarme si alguna vez me hacía daño de nuevo, temiendo ver las palabras de mi padre hacerse realidad, tuve que evitar cortarme.

Suspiré mientras observaba las líneas apenas visibles, casi habían desaparecido de mi piel, pero sabía que estas cicatrices nunca serían olvidadas realmente.

Eres un monstruo... eres un idiota. -esas palabras, esas palabras me hicieron perder mi humanidad.

-Oh mamá... -suspiré, mi corazón se rompió mientras mis ojos buscaban los cielos salpicados de estrellas.

-Soy tan idiota. Tal vez papá tenía razón... -reí amargamente.

-Estoy maldito... Nadie realmente podría amarme, no puedo ser amado. -suspiré y cerré los ojos, una sola lágrima salió de mi ojo derecho sin molestarme en secarla.

Los sollozos de Elle resonaron en mi oído, y mi pecho se apretó, sus palabras Eres un monstruo resonaron en mi cabeza y mi cabeza me dolía.

La amo. Dios, la amo.

Sabía que tenía que dejarla ir. Tenía que darle algo de espacio. Ella merecía algo mucho mejor que yo. Pero si la dejaba ir, no volvería. Sabía que no volvería.

Un viento frío me instó a envolverme con una manta, y pronto que quedé dormido profundamente.

Me desperté al sonido de un susurro y una mano suave acariciando mi pelo. No tuve que abrir los ojos para saber quién era, el olor a fresas y lavanda besó mis fosas nasales, y sonreí, acercándome a su amoroso abrazo.

-No eres un idiota, hijo mío. Solo eres un chico con un pasado traumático. Ana es una chica encantadora, pero diferente. Es especial. Es una buena chica, no le quites su inocencia, como tu padre te la quitó a ti. Ámala, enamórala, sé amable con ella. -dijo su voz celestial, luego sentí la sombra de sus labios en mi frente, justo antes de despertar.

Elle estaba parada sobre mí, mirándome con una mirada de reproche, con los brazos cruzados.

-¿Hay algún problema, princesa? -pregunté casi sin voz.

-Eres un idiota. ¿Qué estás haciendo durmiendo afuera en el frío, solo con una manta endeble? -preguntó mientras me miraba.

-No estaba planeado, solo salí por un rato, supongo que me quedé dormido. -expliqué... lo cual era algo inusual.

-Entra. -ordenó.

-Espera, espera allí, princ...

-Lucca, te estás resfriando en este mismo momento, simplemente entra y no discutas conmigo. -me miró con una mirada severa que hizo que mi corazón se derritiera.

Sería una gran madre para nuestros hijos testarudos.

Mi corazón se saltó ante la idea de ella y yo formando una familia, pero no sería tan fácil.

Estaba maldito.

Me levanté y mi cuerpo empezó a doler por todos lados. Me estiré, pero solo empeoró las cosas. Respiré hondo y todo mi cuerpo tembló cuando empecé a toser. Caminé hacia la habitación sintiéndome como la muerte misma.

Elle se acercó a mí y puso su mano en mi frente, luego negó con la cabeza y murmuró -Idiota. -mientras se alejaba.

-Acuéstate en la cama. -me ordenó de nuevo.

-¿Por qué? -pregunté algo sospechoso, pero cuando me lanzó una mirada amenazante supe que no tenía ganas de pelear conmigo.

Asustado, y un poco sorprendido por la nueva actitud de Elle, me dirigí a la cama, donde sentí su calor todavía envuelto en las sábanas.

-Elle...

-Cállate, abre la boca. -dijo mientras colocaba un termómetro debajo de mi lengua, luego tomó mi temperatura.

Negó con la cabeza y me dijo -Te ha dado fiebre y te está dando un resfriado. Tendrás que quedarte en la cama por el resto del día.

-¿Qué? No, no puedo. Tengo que cerrar el trato con Lixy esta tarde en una videoconferencia, no puedo estar en la cama. -dije haciendo esfuerzos para salir de la cama.

-Lixy puede esperar. -dijo empujándome de vuelta.

-No, Lixy, no pue...

-¡Lucca! -me lanzó una mirada fija.

Mis ojos se abrieron ligeramente; Elle podía ser aterradora en este momento.

-Lixy puede esperar. -estuve de acuerdo con ella.

-¿Puedo al menos enviarle un correo electrónico? -negocié.

-No.

-Pero...

-Cállate.

-Está bien.

Mientras colocaba su mano en mi frente de nuevo, agarré su mano y la detuve. Ella me miró e intentó soltar su mano, pero necesitaba que escuchara lo que tengo que decir.

-Lo siento, por anoche, y por lastimar tus sentimientos, y por tratarte mal. Soy un monstruo, tienes razón. Pero hay algo que debes saber. -dije mirándola.

-Lucca...

-Estoy maldito, Elle. -declaré.

La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora