Capítulo 21

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Elowin

Permanecí congelada, sin moverme.

-Elle... -antes de que puediera decir algo más, levanté mi mano y él entendió mi gesto y no dijo nada más.

Con un movimiento de cabeza, saqué dos sartener, una bolsa de tocino de mi congelador, una mezcla de panqueques de mi armario, y empecé a moverme por la cocina.

Lucca se quedó en silecnio, solo observándome cocinar, me negué a reconocer su presencia y aprecié el hecho de que mantuviera su distancia y respetara mi tratamiento silencioso.

Una vez que los panqueques estuvieron listos, puse algunos en mi plato y dejé el resto en la sartén. Hice lo mismo con los huevos y el tocino, si él queria algo, que se lo sirviera él mismo.

No me molesté en disculparme, simplemente agarré mi plato, mi taza de café y me dirigí al patio trasero.

Me senté en una de las tumbonas y unos segundos después él me siguió.

Se sentó a mi lado pero no dijo nada, ambos comimos en silencio.

Una vez terminamos, nos quedamos en silencio durante un rato más, hasta que su teléfono sonó.

-¿Hola? ¿Sí, qué? No, está bien, volveré mañana.

-Tengo salir mañana. dijo ahora dirigiéndose a mí.

Permanecí en silencio.

-Elle...

-¿Qué, Lucca? ¿Qué? No me importa. Vete y no vuelvas nunca más, de hecho, ni siquiera esperes hasta mañana, ¡vete ahora, lárgate! -dije, mi ira aumentando, mi sangre hirviendo, mi corazón acelerado y mi respiración acelerada.

-Era una llamada de Gill, lo contraté después de que te fueras, me llamó para decirme que Nathaly está enferma.

-¿Qué? ¡No me dijiste que estaba enferma!

-No me diste la oportunidad. -encongió los hombros.

-¿No te di la oportunidad? ¡No te di la oportunidad! Tuviste demasiadas oportunidades, pero estabas tan ocupado tratando de acostarte conmigo que ni siquiera te molestaste en decirme que ella estaba enferma. ¡Dios, eres increíble! -exclamé y me llevé la mano a la frente.

Nathaly estaba enferma.

-¿Entonces te gustarúa volver y verla? Quizas quedarte con ella unos días. Te prometo que no haré nada para hacerte sentir incómoda y te daré tu espacio, pero por favor, Elle, tienes que volver, si no por mí, entonces por Nathaly. Solo por unos días, eso es todo lo que pido. -suplicó mientras me miraba, ignorando por completo mis comentarios anteriores.

Este hombre era sinceramente increíble.

Sus ojos brillaban, había tantas emociones mezcladas en ellos, era misterioso, era un bastardp y un despiadado e cruel hijo de puta, pero Nathaly, ella era quien me importaba y ella necesitaba ayuda.

El único problema era que no sabía si iba a cumplir su promesa.

-¿Cómo sé que no vas a romper tu promesa? -pregunté con las cejas levantadas.

Sus ojos se desviaron a mis labios y los lamió, miré los suyos y me arrepentí, cuando volvimos a hacer contacto visual, sonrió y se acercó mientras susurraba cerca de mis labios -Tú no lo sabes... pero haré todo lo posible por portarme bien.

Grité y me aparté de él, sentí un rubor en mis mejillas mientras me giraba y decía -ves, cosas como esa no puedes hacer.

-¿Cosas como qué? -dijo él, sus ojos mirándome lentamente de arriba a abajo, su mirada me provocaban escalofríos por todo el cuerpo y ciertas partes de mi anatomía deseaban actuar fuera de lo normal, pero el momento se vio interrumpido cuando escuché una voz desde el interior.

-¿Winnie? -su voz resonó en mi oído y mi corazón se hundió. Corrí rápidamente hacia el interior de mi casa donde encontré a Diogo colando una bolsa en el suelo y mirándome con una sonrisa.

-¡Diogo! ¿Qué haces aquí? ¿Pensé que volvías mañana? -pregunté, sintiendo en mi estómago que algo definitivamente iba a pasar.

-Um, sabes, resulta que no tenóa que quedarme tanto tiempo... -de repente se detuvo cuando sus ojos se fijaron detrás de mí y ya sabía a quien miraba. 

-Mmm. -miré detrpas de mí y encontré a Lucca parado allí calmado, con las manos en los bolsillos, su mirada encubierta, perforando la mirada de Diogo.

-Bueno, Diogo, él es Lucca, Lucca, Diogo. -dije incómodamente mientras agitaba la mano entre ellos.

-Mucho gusto. -dijo Diogo en un tono bajo que no encajaba con su carácter.

-Igualmente. -respondío Lucca con un tono que siempre hacía que mi sangre se helara.

-Si no te importa... -empezó Diogo.

-Me importa... -respondió Lucca.

-¿Puedo preguntar... -continuó Diogo.

-No puedes... -dijo Lucca nuevamente interrumpiéndolo.

-¿Qué haces aquí? 

-¿Está es tu casa?

-Esta es la casa de Elle, y según yo no deberías estar aquí, así que te sugiero que tomes tus cosas y te vayas. -comandó Lucca.

-Bueno, es curioso, porque iba a decir exactamente lo mismo.

-Chicos, relájense, no es necesario volverse hostiles. -dije tratando de razonar.

-¡Oh, cállate Elowin! Me ocuparé de ti después. -exclamó Diogo, su sojos se posaron en mí por unos segundos, antes de volverse a dirigirse a Lucca.

Un golpe en el estómago.

Un golpe duro y doloroso en el estómago.

Así es como me sentí.

-Retira eso. -dijo Lucca en voz baja.

-¿Qué? -dijo Diogo, casi como si estuviera burlándose de Lucca.

-Retira eso y discúlpate con Elle en este mismo instante. -dijo Lucca, su tono inquebrantable.

-Ah, está bien, Elle, lamento que seas una perra infiel a la que hay que enseñar una lección. -dijo dirigiéndose a mí, luego miró a Lucca y dijo -¿Feliz?

En un segundo, Lucca se abalanzó sobre Diogo y lo tiró al suelo.

Grité mientras las lágrimas nublaban mi visión.

Lucca montó a Diogo, sosteniéndolo por el cuello de su camisa, comenzó a golpearlo, uno, dos, tres.

Era implacable, no parecía que fuera a detenerse pronto.

Diogo intentaba apartarlo, pero los ojos azules furiosos de Lucca tenían un aspecto asesino.

-Lucca ¡Lucca! Basta, por favor. ¡Para! -exclamé mientras agarraba sus brazo en el aire, sus ojos se dirigieron hacia mí y yo jadeé, ahora temiendo por mi propia vida.

Soltó a un casi inconsciente Diogo, cuya cabeza simplemente se dejó caer al suelo.

Lucca se levantó sobre el cuerpo de Diogo, sus nudillos ensangrentados, se acercó a mí de manera predadora.

-Lucca... -antes de poder terminar mi frase, sus labios estaban en los míos, me besó desesperadamente, como si estuviera perdido y buscara algo.

De repente se apartó, agarró mi brazo y comenzó a arrastrasme afuera -Vámonos.

-¿Qué? ¡No, Lucca! Suéltame. -exclamé apartando mi mano de la suya.

-¿No? -dijo volviéndose hacia mí, sus ojos desenfrenados.

-¡No! -dije plantándome firmemente.

Pero para mantenerme firme, tendría que estar en suelo, al segundo siguiente estaba colgando del hombro de Lucca.

Intenté hacer lo mismo de antes, pero una mano subiendo por la parte superior de mi muslo me hizo congelar.

-Muérdeme de nuevo y lo haremos en el sofá, para que tu novio pueda presenciarlo, y me aseguraré de que todo el condado de Meath te escuche gritando mi nombre.

La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora