Capítulo 10

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Él mantuvo mi rostro en su lugar mientras sus labios se conectaban con los míos. Con mis manos liberadas comencé a empujar su pecho, pero no se movió hasta que finalmente se apartó.

Limpie mis labios con disgusto y frustración, lo que le valió una risa de Lucca.

-Vamos, Princesa, si te calmaras un poco, lo habrías disfrutado. -dijo mientras se alejaba y se sentaba casualmente en mi cama con una triste pero hermosa y segura sonrisa en su rostro.

-¿Qué quieres? -pregunté después de un momento de silencio en el que nos desafiamos con la mirada.

-Nada, solo quería verte. -dijo encogiéndose de hombros.

-Bueno, ya lo hiciste, ahora buenas noches. -dije despidiéndolo.

-Dios, cálmate, ¿no puedo quedarme y hablar? -preguntó con una sonrisa burlona.

-No, tengo sueño. -dije cruzando los brazos y apartando la mirada con el ceño fruncido.

-Hace diez minutos no tenías sueño, cuando te escabulliste para ver a tu Romeo. -afirmó fingiendo estar herido. 

-Bueno, ahora sí lo tengo. -dije levantando las manos y mirándolo. -Vete. -dije de nuevo, ahora con exasperación en mi tono.

-Esta bien, me voy. -dijo mientras se levantaba y se dirigía hacia la puerta, pero una vez allí, la abrió y se detuvo.

Se giró y me miró, y me miró durante un minuto.

-¿Qué? -dije mirándolo de vuelta, aunque mi rostro comenzó a ponerse rojo.

-Nada, no soy tan malo una vez que me conoces, solo tienes que darme una oportunidad, eso es todo. -dijo mirando hacia abajo, y por primera vez noté  que quizás haya un humano detrás de esos fríos ojos azules.

Pero ese momento se vio interrumpido porque tuve que abrir la boca y decir -Pensé que no era tu tipo. ¿Por qué me estás manteniendo aquí?

-No lo eres, pero tus rechazos constantes están empezando a afectar mi orgullo. -dijo con voz cortante.

-Así que esto es más por herir tu orgullo, ¿en serio? Bueno, supongo que darte una oportunidad está completamente fuera de discusión. Buenas noches. -lo despedí de nuevo y me di la vuelta alejándome de la puerta.

No pasó mucho tiempo antes de que escuchara la puerta cerrarse tras de mí. Suspiré y me acerqué a la puerta que conducía al balcón de mi habitación. Abrí la puerta y salí mientras miraba al cielo nocturno. Por alguna razón, al mirar esas estrellas, sentía celos. La  hermosa luna brillaba sobre la tierra y las estrellas, eran hermosas y libres. Eran tan celestiales, suspiré con una sonrisa mientras las estrellas parpadeaban sobre nuestro mundo atribulado.

Un movimiento a mi derecha hizo que mis ojos se desplazaran hacia el balcón vecino y donde Lucca estaba de pie sin camisa y ensimismado. Sus ojos miraban hacia lo lejos, su rostro serio. Estaba sumido en sus pensamientos, eso lo sabía. Estaba tan lejos que ni siquiera me notó. En ese momento, Lucca no parecía tan duro. La fría mascará que suele llevar no estaba a la vista, era interesante verlo de esa manera, por decir lo menos.

No me di cuenta de que lo estaba mirando hasta que sus ojos se encontraron con los míos, y aunque pareció notarme, apartó la mirada y regresó a su habitación.

Esa noche me acosté en la cama comtemplando mi situación.

¿Qué iba a hacer?

No había forma de escapar, lastimaría a cualquiera que se interpusiera en su camino para mantenerme... Lo dejó muy claro. 

Tal vez debería fingir enamorarme de él. Pasar tiempo con él, fingir que realmente me estoy enamorando de él y manipularlo para que me deje ir. Y una vez que lograra eso, entonces podría escapar realmente y retomar el control de mi vida.

Sí, eso sonaba como un plan.

Con esos pensamientos finales, me quedé dormida en un sueño tranquilo.

-¿Me estás tomando el pelo, verdad? -preguntó Evert levantando un ceja.

-No, lo digo en serio. No sería tan difícil. -dije encogiéndome de hombros mientras tomaba una cucharada de gelatina.

-No puedes fingir enamorarte de él. O te enamoras de Lucca o el se dará cuenta de tu actuación y te seducirá. No ganarías. -advirtió Evert mientras tomaba su porción de gelatina.

-No puedo creerlo, pensé que serías más comprensivo, e incluso emocionado. -afirmé frustrada.

-Elle. -dijo Evert mientras me abrazaba, mientras estábamos sentados en su cama, -Me gustas, de verdad, pero no puedo animarte a jugar con Lucca porque solo te engañarías a ti misma. Si llega a ser necesario, lucharé con todas mis fuerzas para estar juntos. Que gane el mejor hombre. -dijo Evert, sonriéndome dulcemente. Era un encanto, dulce que me hacía sonrojar.

-¿Sabes que ya te dispararon en la rodilla por mi culpa, verdad? No quiero que sufras más por mí. Además, él me besó después de que me negué a contarle que pasó entre nosotros. Yo-.

-Espera un minuto, ¿tú lo besaste? -preguntó Evert interrumpiéndome.

-Él me besó. -aclaré.

-No respondiste a mi pregunta, ¿lo besaste? -pregunto Evert con dureza en su mirada.

-No, no lo besé de vuelta, no cuando lo hizo la primera vez, no ayer, nunca. -me defendí.

-¿Así que ya pasó antes? ¿Y no me lo contaste? -preguntó, elevando el tono de voz.

-No hay necesidad de ponerse así, ¿por qué estás tan enojado? No hice nada malo. -pregunté y me defendí, aunque de repente me sentí incómoda.

-Sal de aquí. -dijo Evert fríamente, luego se acostó y cerró los ojos, ignorándome.

Me quedé inmóvil y confusa.

¿Qué diablos acaba de pasar?

-Evert, ¿qué pasó? ¿Puedes hablar conmigo? -me encontré rogándole un poco, pero todo lo que recibí fue un bufido mientras el me daba la espalda.

Son un suspiro y un movimiento de cabeza, me levanté y me fui en silencio. Mientras caminaba por el pasillo y me dirigía a mi habitación, Nathaly me encontró en el pasillo.

-Las personas no siempre son lo que parecen. Las verdaderas identidades no siempre son tan obvias. Ahora, ve y refréscate, luego únete a mí en la cocina. Creo que es hora de que hablemos. -con esas palabras, Nathaly se alejó.

Miré a la anciana mientras desaparecía en la cocina y sonreí. 



La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora