Capítulo 24

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Elowin

Durante las primeras dos semanas después de que Lucca me secuestró, pasé mis días y noches encerrada en su habitación. Él entraba y salía a su antojo, pero a mí no se me permitía la misma libertad. Siempre que él estaba en la habitación, en su mayoría estaba trabajando en su portátil. Por las noches, sorprendentemente mantenía su distancia. Desde lo del baño, él ha mantenido su espacio. Pero yo he estado empezando a sentirme inquieta.

Me estaba muriendo de aburrimiento y ya había visto todo lo interesante en Netflix. Solo podía pasar tanto tiempo en el balcón y, aunque estaba tentada de cambiar la habitación de Lucca, no quería que él pensara que me estaba volviendo demasiado cómoda. Tenía tanto tiempo libre que, a veces, solo miraba a Lucca desde lejos y me di cuenta de que él realmente era humano.

Tenía algunos momentos adorables cuando trabajaba. Si se cansaba, bostezaba, se frotaba los ojos y luego arrugaba la nariz de la manera más linda. Había momentos en los que se frustraba y dejaba escapar un suspiro rápido y frustrado por la nariz. Había tantas pequeñas cosas que hacía que lo hacía mucho más atractivo.

Pero sus ojos. 

Dios, sus ojos.

Siempre me hacen derretir.

Por supuesto, nunca admitiría esto ante él.

Si lo hiciera, su ego inflado podría sofocarme. Además, era demasiado orgullosa para eso. Finalmente, me cansé del trato de prisionera y empecé a discutir con él.

-Lucca, tengo que salir de aquí. No puedo estar más tiempo en esta habitación. -le dije mientras él levantaba la vista de su portátil.

-No. -simplemente dijo.

-¿Qué? ¿Por qué no? -escupí.

-Porque yo lo digo. -razonó.

-¿Porque tú lo dices? -cuestioné sus palabras.

-Sí. -respondió en su tono de negocios. Odiaba cuando hacía eso.

-No. No voy a conformarme con eso. -me levanté poniendo las manos en mis caderas.

-De acuerdo, soy egoísta. Y si te dejo salir, tú y Nathaly estarán felices juntas, pero no estarás feliz conmigo. Prefiero que te quedes aquí conmigo, porque entonces solo pasarás tiempo conmigo. -dijo mientras se levantaba y se acercaba a mí.

-Eres un egocéntrico y un idiota... -mis palabras fueron interrumpidas por Lucca rodeando mi cintura con su brazo y atrayéndome hacia su pecho mientras estampaba sus labios en lo míos.

Cuando se separó, dijo -Así que cada vez que decidas insultarme, te besaré.

-¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! ¡Te odio! -grité mientras golpeaba continuamente su pecho.

-Lo sé. -dijo mientras me sujetaba los brazos.

Después de eso, me abrazó por un minuto y, cuando volví en mí, lo aparté y las cosas se calmaron un poco.

Hasta hoy.

-Lucca, esto es ridículo, ¿puedo ir a ver a Nathaly un minuto? Prometo que no intentaré escapar. -me quejé, mirándolo mientras él trabajaba en su portátil.

-No.  -respondió.

-¿Por qué no? Es Nathaly. -supliqué.

-Ya dije específicamente que te encerraría en mi habitación. -dijo, echándome una mirada rápida.

-Así que ¿planeas dejarme aquí el resto de mi vida? -pregunté, dejándome caer en la cama.

-Tal vez. -encogió los hombros y no dijo nada más.

-Lucca, basta. -discutí.

-No confío en ti. -admitió.

-Y yo no confío en ti. replicó.

-Me alegra que tengamos un acuerdo. -asintió y siguió su trabajo.

-De acuerdo, de acuerdo, no intentaré escapar, estaré allá abajo solo por tres horas y luego volveré aquí arriba. -hice un trato.

-Treinta minutos. -negoció él.

-Dos horas. -respondí.

Pensó en ello por un minuto, luego sonrió y dijo -De acuerdo, dos horas y cuando regreses, me acostaré entre tus piernas... -afirmó.

-¿Qué? -tartamudeé, sintiendo que mi corazón se aceleraba mientras sentía mi rostro arder.

-Mi cabeza en tu estómago y tú jugarás con mi pelo. -terminó su declaración anterior después de verme tener una pequeña crisis.

-De acuerdo, trato. -dije, simplemente feliz de finalmente ver algo más que la habitación, el baño y el jardín.

Reí mientras salía de la habitación y bajaba hacia la cocina, para encontrar a Nathaly leyendo un libro.

Corrí hacia ella y la abracé fuertemente mientras la estrujaba.

Ella rió suavemente y acarició mi cabello mientras decía -Me preguntaba cuando vendrías de visita.

-Siento que haya tardado tanto en venir a verte. -dije mientras me alejaba.

-Esta bien, mi querida, sé que Lucca puede ser un poco... sofocante y terco a veces. -dijo y me reí.

-Ni te imaginas. Y lamento haberme ido sin decir nada.

-También está bien, Lucca tiene que saber que no todos se someterán a su voluntad. Necesita ese tipo de mujer en su vida. -dijo enviándome una mirada significativa que ignoré por completo.

Después de eso, Nathaly y yo pasamos un buen rato poniéndose al día. Ella me explicó que los años la están alcanzando y que Lucca al contratar a Gill fue una de las mejores cosas que ha hecho por ella. En las dos horas, Nathaly y yo logramos hornear algunas galletas, elegir algunas recetas para probar la próxima vez e incluso ella hizo un poco de su famoso chocolate caliente, que sabe a gloria.

Estábamos sentadas hablando tonterías cuando Lucca apareció de la nada. Besó el costado de mi cabeza y luego agarró el plato y la taza apartados para él. Luego se alejó de la cocina. Cuando notó que no lo seguía, se dio la vuelta y solo me miró. Tomándolo como una señal, besé a Nathaly en la mejilla, agarré mi propia taza y lo seguí hacia arriba. 

Esperé hasta que lleguemos a la habitación para hablar con él.

-Lucca, no seguiré viviendo como una prisionera. No tienes el derecho a tratarme así y esperar que esté bien con ello. Así que a partir de ahora, puedo entrar y salir como quiera por toda esta mansión y no puedes decir nada al respecto. ¿Está  claro? -pregunté, cruzando los brazos.

Lucca me miró en blanco y no dijo nada.

Durante un buen minuto, no dijo nada.

Luego colocó su plato y taza en el suelo, y se acercó a mí.

Cuando estuvo a solos unos suspiros de distancia de mí, sonrió mientras acariciaba mi mejilla.

-Me gusta cuando intentas dar órdenes. Es lindo. Pero ahora... -añadió, acercándose -Te mostraré... -dijo mientras deslizaba su pulgar bajo mi labio inferior. -Exactamente cómo dar órdenes a los demás... Como un jefe. -terminó.

Luego acercó sus labios a mi oreja, colocó sus manos en mis caderas y susurró -Ahora ve a la cama y abre las piernas.



La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora