Capítulo 13

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Elowin

-Oh Dios mío. ¡Dios mío! ¡Dios mío! -dije mientras caminaba de un lado a otro, moviendo mi mano entre mi frente y mis labios, mientras mordía nerviosamente mis uñas.

-Elle, cariño, cálmate, ¿de acuerdo? No es tan grave. -suspiró Lucca mientras me miraba.

-¿No es tan grave? ¡¿No es tan grave?! Ella nos vio besarnos Lucca. -expliqué, mirándolo como si le hubieran crecido dos cabezas.

-¿Y qué? 

-¡¿Y qué?! No quiero que ella ni nadie más piense que hay algo entre nosotros. Especialmente sabiendo que solo soy una manera para que pases el tiempo. -dije con un suspiro, mis palabras dándome un dolor repentino en el corazón.

-¿Es eso así? -dijo Lucca, sus ojos volviéndose de repente duros y fríos.

-Los dos sabemos que es verdad, tú eres el que siempre me ha recordado que no soy tu tipo. Oh Dios mío, soy una idiota. -sacudí la cabeza con un suspiro cansado, las lágrimas  amenazando con derramarse en cualquier segundo.

-Oh, bien entonces. Tienes razón, no eres mi tipo. Solo eras una distracción para pasar el tiempo. -dijo, confirmando mis sospechas, su voz era neutral.

-Bien. -asentí con los labios fruncidos, -Entonces en ese caso me voy a casa, olvida tu deuda y todas esas tonterías. Deja que me vaya y de hecho aléjate de mí y de mi lugar de trabajo. -dije levantando las manos y dándome la vuelta para irme.

Llegué a la puerta con un gruñido frustado, justo cuando la abrí, una mano grande la cerró detrás de mí,  y en el momento en que me giré para enfrentarlo, su mano aterrizó en mi cadera y me empujó contra la puerta, mientras sus labios chocaban contra los míos.

Me encontré respondiendo instantáneamente.

Pero antes de que pudiera realmente comprometerme con el beso, se alejó y susurró en mis labios -Si alguna vez, y quiero decir SIEMPRE, vuelves a decir esas palabras y tratas de dejarme, será mejor que te alejes rápido, porque si te atrapo, te encerraré en mi habitación y nunca más volverás a salir.

Y antes de que pudiera responder, sus labios estaban nuevamente en los míos. Nuestros labios bailaron, mientras su lengua entraba en mi boca como si la hubiera explorado un millón de veces.

Sus manos se aferraban a mis labios, mi cuerpo presionado contra la puerta y su figura dura.

En algún momento comenzó a besarme el cuello, mientras empujaba sus caderas contra las mías, provocando un jadeo de mi parte. A medida que sus labios besaban aquí y sus dientes mordían allá, me encontré jadeando y aferrándome a sus brazos.

Entonces dije -Eres el más egoísta, egocéntrico, frío y bastardo que he conocido. -con mis palabras él mordió mi piel, provocando un grito de dolor en mis labios.

Se alejó y sonrió ante mi expresión desconcertada mientras susurraba, -La próxima vez, no te librarás tan fácilmente por insultarme. -luego sus ojos bajaron a mi cuello mientras sonreía orgulloso y comentaba  -Lindo.

Ante sus palabras mis ojos se abrieron de par en par y corrí hacia su baño.

Mis ojos se salieron de órbita cuando salí gritando y golpeando su pecho -¡Cómo te atreves! ¿Cómo te atreves? ¡No soy alguna chica al azar que recogiste en un bar! ¡No tienes derecho a marcarme solo porque te apetece! Eres la única persona con la que he tenido esta intimidad, y creo que lo sabes. ¡Pero lo estás convirtiendo en una broma! Así que sabes qué, déjame en paz. -con eso lo aparté y corrí a mi habitación, cerrando la puerta de un portazo, luego caí en mi cama, donde las lágrimas comenzaron a brotar de la nada.

Permanecí en mi habitación durante buena parte del día. Era tarde en la noche cuando escuché un golpe en mi puerta. Cuando pregunté quién era, no recibí respuesta, así que con un suspiro frustrado me acerqué y abrí la puerta.

Cuando la abrí, allí estaba Lucca con el botiquín de primeros auxilios mientras me decía -Es hora de cambiar mis vendajes. -y sin decir otra palabra, entró en mi habitación.

Bueno, técnicamente era su habitación, dado que esta era su casa.

Caminó directamente hacia el balcón y se sentó en una de las sillas. Rodé los ojos pero mi corazón me dolía, ni siquiera podía disculparse por lastimar mis sentimientos. Estaba cansada de las lágrimas y de ser la chica callada, así que salí marchando lista para decirle unas cuantas cosas.

-Escúchame bien, engreído bastardo de corazón frío. -dije señalándolo mientras hablaba -Estoy cansada de que me trates como si estuviera debajo de ti, tanto que ni siquiera puedes molestarte en disculparte por un simple error que cometiste. Ahora aquí está  el trato. -añadí mientras él me miraba, sus ojos fríos infundiendo miedo en los profundo de mi pecho, pero traté de mantener una máscara. -O me respetas o te drogaré mientras duermes y escaparé a un lugar donde nunca me encontrarás. -con eso dicho, mantuve mis ojos fijos en él.

Él me miró, una súbita ira nubló sus ojos, luego se acercó a mí.

Mis pies permanecieron pegados al suelo mientras se acercaba. Envolvió una brazo alrededor de mi cintura y me presionó contra su pecho, provocando que un jadeo escapara de mis labios.

Sus ojos permanecieron fijos en mí, mientras susurraba cerca de mis labios -Eres la única persona que puede insultarme y amenazarme impunemente. Con eso dicho, aquí está mi trato: acepta salir a una cita conmigo y me disculparé por mi comportamiento anterior.

-¿Es eso una broma o realmente estás hablando en serio? No aceptaré nada hasta que te disculpes. -dijo encogiéndome de hombros y soltándome de su agarre desafiante.

Él sonrió con una sonrisa que partía el corazón, luego dijo -Y no me disculparé hasta que aceptes salir en una cita conmigo.

-Bueno, supongo que no tendrás una cita entonces. -encogí los hombros mientras me sentaba,

-Y tú no recibirás una disculpa. -dijo sentándose a mi lado.

Me levanté para irme, y él luego agarró mi mano haciéndome caer y aterrizar en su regazo. Cuando intenté escapar, me envolvió un brazo y besó mi cuello con un beso, luego nos sentamos en completo silencio. Al principio me costaba relajarme, pero luego sentí su corazón latiendo a mi lado y su calor, así que me recosté contra él, mientras mis ojos se posaban en el horizonte estrellado.

-Lo siento por ser un engreído, desagradable, arrogante bastardo, Princesa. ¿Saldrías en una cita conmigo? -dijo en voz baja, seguido de otro beso en mi cuello.

Durante un rato no respondí, pero luego suspiré y sonreí, me giré hacia él y dije -De acuerdo, saldré en una cita contigo. Pero si me lastimas, te drogaré mientras duermes y me escaparé para siempre.

Él se rió, y fue un sonido hermoso, me atrajo y besó mis labios mientras decía -Seguro que lo harás, Princesa. -luego le di un golpe en el pecho y sonreíamos el uno al otro mientras volvíamos a sentarnos en un cómodo silencio.

Esto era agradable.

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Aww no me espere esa disculpa por parte de Lucca, que lindo y de paso como llegó a la habitación de Elle con la excusa de que le cambiara el vendaje.

La Mujer de la BestiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora