Elowin
-Creo que deberías irte. -dije una vez más mientras Lucca me miraba confundido.
Pero no era por lo que dije, creo que él estaba tratando de entender como logré decirle que no.
Él sacudió la cabeza y luego se movió lejos de mí.
No dijo una palabra y se dirigió hacia la puerta.
Se giró para mirarme, abrió la boca para decir algo, pero luego decidió ir contra de eso, y en cambio, abrió la puerta y se fue.
Con un suspiro de alivio, sacudí la cabeza para despejar mi mente, de las imágenes de Lucca y yo que me atormentaban en ese momento. Esperaba que ahora supiera que hablaba en serio.
A la mañana siguiente, no me crucé con Lucca. Alrededor de la tarde, después de nuestro encuentro de ayer, él dejó la mansión y no estaba segura si había vuelto. Durante todo el día, no había rastro de él y eso me parecía bien. Cuando llegó la tarde, alguien golpeó la puerta.
-Está abierta. -declaré, y la puerta se abrió de golpe mientras Evert entraba de manera dramática.
Me hizo una seña para que guardara silencio, mientras sus ojos de repente estaban alerta.
-Evert, ¿está todo bien? -pregunté.
-¡Shh! -de repente me interrumpió.
-Hay alguien en la casa. -susurró, luego me hizo una señal para que me acercara a él.
Alerta y un poco preocupada, me levanté de la cama en silencio y me acerque a él.
Él agarro mi mano y me acercó, luego caminó de puntillas hacia la puerta y luego retrocedió bruscamente, cerrando la puerta detrás de él.
-¿Qué? -le pregunté con los labios, señalando al bosque con mis ojos.
-Está al final del pasillo. -susurró en voz baja y mi corazón se aceleró en mi garganta.
Luego, Evert me miró, inclinó la cabeza hacia un lado y comenzó a reírse.
-Oh, te tengo. Te tengo tan bien. -dijo entre risas y entonces entendí. Era una broma.
-Eres un idiota. -dije y me volví lejos de él. -Lárgate. ¡Lárgate! -dije enojada.
-Vamos, lo siento. No quise asustarte. Pero simplemente no podía dejar pasar la oportunidad. -se enderezó y se acercó a mí.
Me abrazó pero yo no correspondí.
Se alejó y puso un puchero, mientras pestañeaba tratando de parecer lindo, y no pude evitarlo, empecé a reír.
-Ves, sabía que no podías estar enojada conmigo para siempre. -dijo, luego me abrazó de nuevo y yo abracé de vuelta.
-Está bien, vamos. -dijo mientras me tomaba de la mano.
-¿A dónde vamos? -pregunté, siguiéndolo fuera de mi habitación y fuera de la mansión.
-A jugar pelota. -dijo mientras agarraba una pelota de baloncesto que estaba en la suave hierba.
Encogí los hombros ante su sugerencia y lo seguí hasta una cancha de baloncesto que estaba en el patio trasero de la mansión. Nos divertimos haciendo bromas en la cancha durante horas y aunque lo intenté, no lograba encestar. Frustrada, lancé la pelota al suelo con un gruñido, pero rebotó y se alejó.
Evert se río y se acercó a mí, todo sexy y guapo. Me encontré sonrojada cuando se acercó. Paso corriendo por mi lado, recogió la pelota y volvió, entregándomela.
-No. Aleja esa cosa resbaladiza y sucia de mí. No estábamos destinados a cruzarnos. -declaré, mis ojos fulminando la pelota que estaba en la mano de Evert.
-¿No estamos viendo lo mismo? -bromeó Evert, y rodeé los ojos apartando la mirada, mientras una sonrisa se dibujaba en mis labios.
-Aquí. -dijo Evert mientras de repente se colocaba detrás de mí.
Envolvió sus brazos alrededor de los míos y colocó la pelota en mis manos.
-Tienes que pararte con los pies separados. -explicó, mientras colocaba sus manos en mis caderas y con su pie entre los míos, los separó hasta que estuvo satisfecho con mi posición.
Podía sentir su cuerpo contra el mío y mi corazón simplemente no se calmaba.
-Ahora... -dijo, su voz un poco más baja que antes, -Flexiona las rodillas. -susurró casi, mientras su aliento hacía cosquillas en mi oído y sus labios se dibujaban en mi piel, haciéndome estremecer ligeramente.
Me encontré bajando mi cuerpo, mientras su cuerpo imitaba el mío. Sus manos se despegaron de mi cintura y acariciaron la longitud de mis brazos, desde mis hombros hasta mis manos. Mis labios permanecieron entreabiertos, mi respiración se aceleró y aparecieron escalofríos en mi piel. Sus grandes manos envolvieron las mías, mientras su calor y cuerpo me envolvían.
Luego sentí cómo su cuerpo se levantaba, junto con el mío y lanzamos la pelota. La pelota rebotó en el aro y sonreí alegremente.
-Ves. -dijo Evert, y una vez más me sentí cautelosa de su cuerpo cerca del mío, -Todo lo que tienes que hacer es intentarlo. -afirmó luego, con las manos en mis caderas, me guío para que me girara hacia él.
Sus ojo marrón cocoa se encontraron con los míos, antes de desviarse lentamente hacia mis labios entreabiertos, lo que me hizo lamerlo anticipándolos mientras su lengua imitaba mis acciones.
-¿Puedo intentar algo? -preguntó, con la voz entrecortada.
Apenas pude articular palabras, así que con una suave inclinación de cabeza le di mie consentimiento.
Movía su mano derecha de mis caderas y la colocó en mi mejilla, su pulgar acariciando mi labio inferior, se acercó y su torso se alineo con mi pecho que subía y bajaba suavemente, luego se inclinó.
Esperé ese segundo fugaz en el que mis labios se encontrarían con los suyos pero nunca sucedió.
Justo cuando podía saborear la sombra de sus labios en los míos, de la nada aspersores se encendieron, despertándonos de nuestro trance y corrimos hacia la casa para cubrirnos.
Justo cuando entraba, mis ojos se dirigieron a la ventana del piso de arriba que daba al patio de la cancha y allí estaba Lucca, mirándome fijamente, y por alguna razón supe que tenía algo que ver con eso.
Una vez que estábamos resguardados dentro de la casa, mi timidez volvió cuando Evert se giro para mirarme.
-¿Estás bien? -preguntó y me sonrojé apartando la mirada.
Se rio entre dientes y me abrazó mientras me plantaba un suave beso en la mejilla, luego susurró -Hagamos esto de nuevo algún día. Y antes de que pudiera responder, él se fue.
Suspiré y reí como una colegiala, pero mi momento de felicidad fue efímero, ya que levanté a vista hacia las escaleras y Lucca me miraba fijamente, luego se dio la vuelta y se fue.
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Hola, mis querides lectores💙🌌Espero que les esté gustando lo que va y les agradecería que dejaron sus comentarios, los cuales son incentivos para todo escritor.
¡Gracias de antemano!
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La Mujer de la Bestia
RomanceTrabajar como camarera en Limerick no era precisamente el sueño dorado de Elowin; siempre anhelaba una nueva oportunidad, una aventura que cambiara su vida. Y como bien dicen, ten cuidado con lo que deseas. Todo cambió en un instante cuando Elowin...