Elowin
Esperé hasta que Lucca salió del baño, mientras tanto me puse una camiseta y unos pantalones deportivos, y me preparé para ir a la cama.
-Lucca, necesitas irte. -afirmé.
Él gimió y rodó los ojos, mientras pasaba por mí y se iba directamente a mi habitación.
¡Mi habitación!
-Lucca, sal de aquí.
-Elle, cariño, ya es suficiente. Me tomó bastante tiempo llegar aquí, y ahora necesito dormir. -declaró mientras se quitaba la camisa, desabrochaba sus pantalones y se metía en la cama.
-¿Qué? ¡No! No, de ninguna manera, sal de aquí. -dije mientras intentaba sacarlo de mi cama.
No se movía.
El hombre era pesado.
Luché y apenas se movió.
Mi puerta tiene un mecanismo por defecto, si no se mantiene abierta, tiende a cerrarse por sí sola, y eso es exactamente lo que ocurrió.
En el momento en que la puerta se cerró, me distraje y él aprovechó ese tiempo para jalarme hacia él.
Choqué contra su cuerpo y en un instante me colocó en una posición en la que estaba abrazándome.
Diogo y yo nunca habíamos llegado tan lejos.
-Lucca... -intenté resistir, pero dado que su brazo estaba pesado sobre el mío y su pierna pesada estaba aplastando la mía, no había mucho espacio para luchar.
-Shh, necesito dormir. -y así me calló.
A la mañana siguiente me desperté y él se había ido.
Me levanté y busqué a mi alrededor, su ropa había desaparecido, al igual que sus zapatos. Me preparé para hacer un baile de felicidad cuando él salió de mi baño personal solo con una toalla.
Mi mandíbula cayó mientras mis manos volaron hacia mis ojos.
-¡No jodas! -dije exasperada.
-¿Qué? ¿Nunca has visto a Diogo en toalla antes? -bromeó, mis mejillas se sonrojaron.
Con un suspiro, salí de mi habitación.
¿Era malo que en el momento en que salí de la habitación una sonrisa se formara en mis labios? ¿Y era malo que mi estómago se agitara con la imagen de su torso desnudo?
Sí, si lo era.
Con un suspiro y sacudiendo la cabeza, encendí la cafetera y empecé a saquear mi nevera en buscar de ingredientes para el desayuno.
Unos minutos despué, Lucca salió llevando unos de mis pantalones deportivos unisex y una camiseta blanca de mi colección de camisetas grandes, que eran todas de la sección de hombres y estaban destinadas al clima frío.
Justo cuando acaba de servirme una taza de café, Lucca se acercó a mí, besó mi sien izquierda y me quitó la taza de las manos. Me quedé sin palabras mientras caminaba alrededor de la barra de la cocina y se sentaba en una de las sillas.
¿Por qué no seguía intentando que se fuera?
Abrí la boca para reprenderlo cuando el teléfono sonó y Lucca vio quién era. -No lo contestes. -ordenó, pero lo miré fijamente mientras presionaba el botón de aceptar y lo puse en altavoz con una sonrisa maliciosa en los labios.
-Buenos días, hermosa. -dijo la voz de Diogo.
-Buenos días, guapo. -le respondí con una sonrisa, mis ojos se dirigieron hacia Lucca, quien me estaba mirando fijamente.
-Llamé anoche, pero no contestaste, ¿estás bien? -afirmó.
-Uh, sí. ¡Sí, estoy bien! -dije, los ojos de Lucca todavía sobre mí.
-Simplemente tuve una noche temprana. -añadí, aunque mi estómago se revolvía de culpa al pronunciar esas mentiras.
La mirada amenazante de Lucca empezaba a ser insoportable, no parpadeaba, solo me miraba fijamente.
Sus ojos azules parecían llenos de truenos, incluso asesinos.
No estaba contento.
-¿Elle, estás ahí? -resonó la voz de Diogo en mi oído.
-Sí, ¡Sí, mira cariño, déjame llamarte después. Tengo que ocuparme de algo! -dije sin poder apartar la mirada del gesto de desaprobación de Lucca.
Diogo rió mientras preguntaba -¿Es otra mangosta?
-Sí, ¡sí, lo es! -mis mejillas se sonrojaron y mi pecho se sintió pesada al mentirle de nuevo a Diogo.
-De acuerdo, princesa, hablaremos más tarde. Buena suerte en tu batalla con la mangosta, no te hagas daño. -dijo Diogo.
-Cállate. -murmuré rodando los ojos, luego terminamos la llamada.
Aunque terminé la llamada, los ojos enfadados de Lucca seguían sobre mí.
-¿Qué? -finalmente dije después de darme cuenta de que no ganaría un concurso de miradas contra él.
-Te dije que no lo contestaras. -dijo, sus ojos todavía aterradores.
-Y te dije que no me dijeras que hacer. -dije, la culpa que revolvía en mi estómago añadía a mi enfado.
-No soy una persona atractiva cuando me llevo al límite de los celos, Elle.
-¿Celos? ¡Ja, claro! No soy tu tipo, ¿recuerdas? -dije riendo un poco.
-Elle. -dijo en un tono amenazador y yo gemí, rodé los ojos y encogí los hombros.
Respondí, -De acuerdo... ¿Y qué?
-Y sí me llevas al límite esta vez, apuntaré al corazón, no a la rodilla. -dijo con una mirada decidida.
Me tomó un minuto entender a qué se refería y cuando lo entendí sentí un frío sudor de miedo que se instaló en mí.
-No lo harías. -susurré en voz baja.
-Lo veremos. -dijo, de repente el ambiente dio un giro oscuro.
-No. ¡No! No hay un "Lo veremos". ¡No tienes derecho a entrar en mi casa e intentar dar órdenes sobre asuntos que tienen que ver con mi vida! No la tuya. ¡MÍA! Sabes que eres tan engreído. Te odio. Me escapé, te dejé. Eres un monstruo y no significas nada en mi vida. ¡SAL DE MI CASA! Déjame en paz. -grité y luego rompí en sollozos.
Me tapé la cara con las manos y simplemente lloré.
Era cruel, tan cruel.
Y dolía que todo el tiempo que pasé intentando ver más allá de la fachada que mostraba... todo estaba volviendo en mi contra.
¿Por qué no podía ser más fuerte para enfrentar al bastardo? ¿Por qué no fui más fuerte desde principio? Me usó, me engañó-
Era un monstruo.
-Elle...
-¡Cállate! Simplemente cállate. -grité.
-Elle...
-Lucca, es suficiente. No me importa cuánto no me respetes, pero ahora mismo te suplico, por favor, no digas nada más. -dije terminando en un susurro, mientras una lágrima corría por mi mejilla.
Mi corazón se hundía. Me había lastimado de tantas formas. Me despojó de la chica tímida y luego, una vez que mi muro y mi disfraz fueron eliminados, agarró mi corazón y lo pisoteó en pedazos con su pie.
Recieén había comenzado a recomponer las piezas y él volvía para llevárselo todo de nuevo.
-El matrimonio con Violet era falso.
¿Qué?
ESTÁS LEYENDO
La Mujer de la Bestia
RomansaTrabajar como camarera en Limerick no era precisamente el sueño dorado de Elowin; siempre anhelaba una nueva oportunidad, una aventura que cambiara su vida. Y como bien dicen, ten cuidado con lo que deseas. Todo cambió en un instante cuando Elowin...