Capitulo cuatro

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Faye estiró uno de sus brazos sobre la mesa de noche y sacó un condón. Lo deslizó por su largo y grueso miembro y volvió a posicionarse al medio de ella. Faye sintió debajo de una de sus manos como el pulso de Yoko se aceleraba. Temblaba de miedo.

—No tengas miedo, princesa. Solo cierra los ojos y disfruta — murmuró la mayor.

Yoko hizo lo que me pidió y cerró los ojos. Tratando de relajarse, se imaginó a sí misma en un paisaje tropical, con el agua azulada transparente y el sol iluminando la blanca arena bajo sus pies. Uf, sí, muy bonito  sacándola de sus pensamientos Yoko sintió cómo la enorme polla de Faye presionaba su entrada. Ella apretó los ojos aún cerrados.

—¿Lista?

Yoko solo asintió y Faye empujó, despacito, con un movimiento leve para no hacerle daño ya que sabía que era virgen. Enseguida Faye sintió lo estrecha que estaba, haciéndola gruñir de placer. Yoko enterró sus uñas en sus brazos, dando a entender que sentía dolor. Faye se detuvo inmediatamente, preocupada.

—¿Te he hecho daño?

Ella solo negó con la cabeza sin ni siquiera abrir los ojos aún. Pero Faye no se volvió a mover dentro de ella. Era la primera vez que Faye se acostaba con una virgen y temía hacerle daño. Inexperta, Faye optó por mantenerse quieta por un momento, aunque su pene palpitaba fuertemente por follarla duro. Debía acostumbrarse a su tamaño.

Pasado un tiempo, Yoko habló.

—Faye... — musitó —Murvete.

Su voz la alivió, sintiéndose más segura, Faye volvió a moverse dentro de ella. Y de un momento a otro, todo el dolor que Yoko había sentido  fue sustituido por una ola de placer indescriptible.

—Faye... — susurró con una expresión de dolor en su rostro.

—¿Mmh?

—M-más... — gimió —M-más rápido...

Su voz envió una descarga eléctrica directa hacia su polla. Faye enterró sus dedos en sus caderas y empezó a moverse más rápido con un vaivén muy erótico que volvería loco a cualquiera. Yoko al fin abrió los ojos y observó la expresión en la cara de Faye. Tenía los ojos cerrados, mordía  su labio inferior con fuerza y una delgada capa de sudor cubría su rostro y sus hombros. Yoko gimió con fuerza al sentir como Faye había cambiado la fuerza de sus embestidas. Ahora era duro, potente, pero aún así sin perder la ternura.

—Sí, sí, sí... —Faye apretó los dientes al sentir como las paredes de Yoko ceñían con fuerza su pene.

Y acto seguido, un orgasmo descomunal terminó con ellas después de haber gritado sus nombres. Después de haber llenado el condón hasta la última bota de semen, Faye se desmoronó cayendo encima de Yoko pero con el cuidado de no aplastarla. La abrazó con ternura, como si no quisiera que se fuera de su lado jamás. Yoko percibió la ternura con la que abrazaba y se acurrucó a su lado para consecutivamente caer en un profundo sueño.

[...]


Faye se despertó con la mejor sensación del mundo. Adoptando una posición más cómoda. Se movió en la cama y observó a Yoko, quién se encontraba acurrucada en su pecho. Parecía un ángel. No, era aún ángel..  su pequeña e inocente sobrina, ahora no tan inocente, había hecho que tuviera el mejor sexo de toda su vida. No, decir que había tenido sexo era poco, mínimo en comparación a lo que había sucedido esa noche, Yoko había despertado sentimientos que nunca había experimentado, sentimientos que no sabía con exactitud de qué eran y eso ciertamente le asustaba, sin embargo era obvio el hecho que había ocurrido más que solo simple sexo, ella lo habia dado todo y sabia que Yoko también, lo que ocurrió esa noche fueron los sentimientos sin nombre que se habían proclamado para unirlos en uno solo.

Como si hubiese sentido su mirada Yoko se movió en sus brazos y abrió los ojos.

—Buenos días, pequeña — susurró la mayoría acariciándole el cabello.

—Buenos días — sonrió Yoko y se inclinó para besarla dejando ver así sus pechos desnudos y expuestos. Faye observó sus senos y con un movimiento lento los acarició pellizcando sensualmente sus pezones y dándole una sonrisa hermosa a Yoko y volviendo a observarla a los ojos sin dejar de tocarla. Su mano bajó hasta sus caderas bajo las sábanas mientras caricias y por la sonrisa que le había brindado.

—¿Cómo te sientes? — preguntó la mayor lentamente mientras acariciaba sus caderas.

—Estupenda, ha sido... Magnífico — respondió sonrojándose.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora