Capítulo doce

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Faye levantó un dedo.

—Regla número uno. Desde ahora en adelante, me avisarás dónde y con quién deseas salir. No quiero que algo malo te pueda pasar y no saber dónde encontrarte. Y yo decidiré si vas o no

—¿Qué? ¡No! ¡Yo puedo salir con quién quiera y cuando sea!

Malisorn continuó como si ella no hubiese hablado.

—Dos — dijo —Podrás salir todo lo que quieras dependiendo de lo que pase con la regla uno, siempre y cuando a la acordada, que será hasta las 10. Ni una hora más, o serás severamente castigada.

Yoko abrió la boca para protestar, pero la volvió a cerrar al darse cuenta de que sus berrinches no servirían para nada. Relajó su postura y se obligó a seguir escuchándola.

—¿Y la tercera?

Otro dedo.

—No volverás a ver a esa tal Ice.

Yoko abrió los ojos a tope. Vale, era capaz de soportar más dos primeras reglas ¿Pero la tercera? ¡Jamás!

—¡Estás loca! — exclamó eufórica —Ice es como mi hermana, y te guste o no, seguiré viéndola cuántas veces se me plazca.

Mientras ella hablaba. Faye le echó una rápida mirada a la pared que estaba tras ella e imaginó lo magnífico que sería apoyarla contra aquella y penetrarla una y otra vez. Humedeciéndose los labios con la lengua, Faye se volvió a dirigir a ella.

—Vas a cumplir las reglas te guste o no.

—Pues no estoy de acuerdo — levantó la barbilla, desafiándola —Me niego a cumplir con la tercera regla.

—Mmm... Vale, quizá puedas hacer algo para cambiarla, pero debes cumplir con las primeras dos, si o sí.

—Oblígame prro.

Lejos de intimidarla, sus palabras la incitaron a hacer con ella lo que hace segundos se imaginó. La acorraló contra la pared, prohibiendo así que se escapara.

—Tú no... Tú no eres mi madre — susurró ella, ignorando la mano de Faye que empezaba a recorrerle  el muslo.

—Es verdad, pero tengo autoridad sobre ti. Estás bajo mi cuidado y protección. Y puedo hacer contigo lo que sea — enterró su nariz sobre su pelo, aspirando ese exquisito olor a vainilla —Cumplirás con más reglas. Promételo.

—No, — su voz sonó entrecortada. Ella maldijo por lo bajo.

—Sí lo harás —Y la besó, tan intensamente, que ella sintió sus rodillas temblar.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora