Capitulo cinco

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—Mmh... Sabía que te gustaría — le dijo Faye coqueta.

Yoko rió.

—Me alegra haber perdido la virginidad contigo — dijo haciendo figuras abstractas con su dedo índice en su rostro —Ahora mismo deseo que seas la primera y la última.

Faye sintió su corazón latir rápidamente por la emoción.

—Yo también deseo eso, cariño — dijo acariciando su labio inferior con el dedo pulgar y luego devorarla con un beso intenso.

Se levantaron de la cama y se bañaron juntas. Y de qué manera... Las constantes caricias que le brindaba Faye en el desnudo y mojado cuerpo de Yoko hacia que bañarse fuese aún más interesante y excitante. Después de un rato de diversión, salieron, se vistieron y bajaron al primer piso tarde como para desayunar. Mientras Yoko cortaba unos vegetales el teléfono de la sala sonó y Faye fue a contestar. Después de un tiempo, ella se acercó y le pasó el teléfono.

—Es Freen, quiere hablar contigo — le dijo Faye.

Yoko cogió el teléfono y corrió hacia las escaleras subiendo. Faye observó el excitante movimiento que hacían sus muslos al subir cada uno de los peldaños, perdiéndose en la vista de su hermoso trasero. Pestañeó cuando la vió desaparecer y trató de concentrarse en la cocina.

Solo entonces cuando Yoko entró en su cuarto se atrevió a contestar.

—Hola mamá — habló con cierto nerviosismo en su voz. Dios, se le llegaba a helar la sangre con tan solo hablarle.

—Yoko, ¿Cómo estás. — preguntó, tan hosca y fría como siempre. Yoko sabía desde lo más profundo de su corazón que su mamá solo fingía preocuparse por ella.

—Bien.

—¿Has estado estudiando? — preguntó, como si estudiar cuatro horas diarias no fuera suficiente.

—Sí, mamá — respondió con un leve temblor en la voz —¿Aún sigues enojada?

—Sí. Y lo seguiré estando hasta que subas tus calificaciones — su voz era firme. Yoko sintió cómo algo en su interior se rompía —Recuerda que tienes que hacerle caso a todo lo que te diga Faye. No me quiero enterar de que hayas causado más problemas.

—Sí, mamá — repitió. Si hablaba más su voz se quebraría.

—Bueno, si no tienes más que decirme me voy.

—Mamá — la llamó Yoko antes de que colgara.

—¿Qué?

—Te quiero.

—Yo igual — y colgó.

Yoko apretó sus labios en un intento por no llorar y bajó el teléfono de su oído. El ser rechazada por su madre la hería, era como si fuese alguna vergüenza para ella ser su hija. No le importaba que su madre la hubiera castigado por un mes por sus bajas calificaciones, le dolía el hecho de que la tratara como una basura. Hasta su madrastra, mamá Becky, la trataba mucho mejor que ella.

Sacudió su cabeza tratando de alejar esos malos pensamientos y se levantó de la cama, prometiéndose a sí misma ser una mejor hija para que su madre se enorgulleciera de ello. Un sueño pero que hasta la fecha no ha logrado conseguir.

Una Tía Sucia [FayeYoko G!P]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora